La vitivinicultura argentina atraviesa desde hace tiempo desafíos diversos con una tendencia que es innegable como es el achicamiento del sector que, por supuesto, no es exclusivo de esta área de la agroindustria. En este marco, el informe anual presentado en el Foro de Inversiones y Negocios por el banco Supervielle destacó las luces y sombras de la tradicional industria mendocina. El trabajo denominado “Muchas oportunidades y decisiones inevitables en las empresas ante el cambio de contexto” realizado por Javier Merino mostró la situación del rubro de vinos “luego de años de un contexto agresivo”.
En este marco, las conclusiones no son tan negativas como podría parecer, pero no será sencillo para el sector subirse a la ola de los cambios que se viven hoy tanto en el mundo como en el país. “Yo no soy tan pesimista por lo que viene”, subrayó Merino al tiempo que concedió que existe incertidumbre en el ámbito internacional a partir de las decisiones del presidente norteamericano Donad Trump. Aquí –el principal mercado del vino argentino- los cambios no están claros por lo que podrían o beneficiar o perjudicar al sector.
En un contexto mundial en el que el consumo del vino baja, el autor del informe anticipó que este año podría haber una recuperación general en los principales destinos. “Existe una oportunidad debido a la recomposición de los inventarios que bajaron brutalmente”, precisó Merino quien también mencionó una baja en la tasa de interés y la inflación mundial como puntos que pueden favorecer las exportaciones de vino. “Desde el punto de vista de nuestros clientes más importantes las noticias son más buenas que malas”, comentó Merino.
Así, pese a que en los primeros meses de este año las exportaciones bajaron en la comparación interanual, el profesional destacó que esto puede deberse a un sobrestock que se acomodará pronto. “Lo importante es que el acumulado anual no ha caído y podría replicarse la tendencia de mejora observada desde el segundo semestre de 2024”, subrayó Merino. Con relación a lo que sucede puertas adentro de la Argentina, la menor inflación también es un punto a favor debido a que es “un enemigo letal para la industria del vino”.
Según explicó el profesional, la suba de precios ataca al sector desde dos frentes. Uno viene por el lado del consumo ya que con la pérdida de poder adquisitivo y los valores más altos, la gente compra menos bebidas alcohólicas. El otro es porque la inflación no se lleva bien con el tipo de cambio que va a continuar así o hasta puede bajar un poco. En este marco, hay un reclamo empresario sobre la baja de cargas impositivas que podría implicar un beneficio más y que es una promesa del actual Gobierno nacional. Aquí viene la primera mala noticia ya que aunque sería algo importante, Merino no cree que esto suceda en el corto plazo y es aquí donde las compañías deberán tomar decisiones acerca de cómo continuar y pararse frente a los cambios de contexto.
Caída consumo vino. Fuente Javier merino.jpg
Fuente: Informe Área del Vino
En síntesis, según el informe mencionado, el mercado total (doméstico y externo) frenó su caída aunque el deterioro ha sido de consideración. El interno lleva varios años de estancamiento, consecuencia de condiciones macroeconómicas adversas y -en menor medida. cambio de hábitos de los consumidores. En tanto, 2023 y 2024 mostraron “la menor exportación en más de dos décadas, consecuencia del fuerte retraso del tipo de cambio y la crisis mundial”.
El análisis también expresó que el motor de dinamismo de la vitivinicultura argentina sufrió una baja considerable y disminuyó la rentabilidad del sector. En este sentido, Fabián Ruggeri, presidente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), expresó que es innegable el achicamiento de la estructura de este sector. En función con los datos del informe y los relevados por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) ha habido una caída en la superficie cultivada. En palabras de Ruggeri, también ha habido muchos productores que han salido del sistema de producción
Desafíos y oportunidades
No es novedad que el vino compite en el mundo de las bebidas que, valga la redundancia, es altamente competitivo. Incluso dentro del segmento propio también se ha incrementado la pelea. En función de lo planteado a nivel internacional, Merino observó que ha crecido la lucha entre países para instalar sus productos y que la “guerra” no será sencilla. El problema es que –tal vez por estar ocupados en urgencias cotidianas y propias de la argentina- muchas bodegas no cuentan con el músculo de la competencia para enfrentar esta situación.
De este modo, si bien el contexto externo podría ser más favorable que en años anteriores, el interno va a seguir complicado y las empresas tendrán que ver cómo se suben a esta ola e, incluso, la manera de no caer. Más allá del contexto y en líneas generales, Ruggeri destacó que la manera de sobrevivir no solo de los productores sino también de las bodegas chicas tiene que ver con la asociatividad –sea mediante el cooperativismo o no-. “Cuando sos más grande o te asociás tenés más opciones de financiamiento, acceso a la tecnología y hasta de vender tu producto; algo que los chicos no poseen”, expresó Ruggeri. La dificultad del contexto también fue admitida en off por bodegueros de mayor calibre debido a la compleja situación mundial.
Consumo mundial de vino. Fuente Javier Merino.jpg
Fuente: Informe Área del vino
El informe presentado, también mostró que en los últimos años la caída de ventajas competitivas de los vinos argentinos se ha manifestado con toda intensidad en sus principales mercados, salvo Brasil. En este marco, observó que el comportamiento de las empresas más expansivas en la exportación dio cuenta de la importancia de enfocar antes que dispersar esfuerzos en mercados de poca contribución lo que permite y exige acercarse más a los clientes y mejorar así la Propuesta de Valor.
En esta línea, Javier Merino destacó que es optimista para este año en tanto y en cuanto las bodegas tengan capacidad competitiva e puedan invertir en intangibles. No se trata (solo) de innovar en productos, variedades o packaging sino sobre todo de encontrar modos diferentes de gestionar, distribuir, promocionarse y hasta de pedir financiamiento. “Cada empresa presenta una realidad particular por su tamaño, gestión, mercados que atiende, inversiones; lo que tendrá impacto distinto del contexto y por ende de su estrategia frente a una oportunidad de expansión”, precisó el informe del Supervielle.
Mejorar los estándares de productividad será clave en un año que seguirá difícil a nivel nacional y que podría mejorar en el plano internacional. Es decir, los que puedan, quieran y se atrevan a subirse a la ola con un mejor clima de negocios tendrán mayores oportunidades este año. Desde el punto de vista de Merino aunque los establecimientos grandes poseen mayores oportunidades, no es condición obligatoria ya que son varias las bodegas chicas que han podido diferenciarse y adaptarse a las nuevas tendencias de consumo. Sin subsidios a la mano, hará falta un juego más fino de gestión y poner en valor el conocimiento así como apostar por el recurso humano que haga la diferencia, entre otros puntos clave.