Marta Margarita Ahumada nació y creció en Huaco, un pintoresco pueblo sanjuanino del departamento Jáchal, a 200 kilómetros de la capital provincial. Su vida parecía encaminarse, sin sobresaltos, hacia la docencia. Estudió en la Escuela Fray Justo Santa María de Oro en San José de Jáchal y allí se recibió de profesora para la Enseñanza Primaria.
De regreso en su tierra natal, se dedicó a enseñar en las escuelas de la zona, convencida de que ese sería su lugar definitivo en el mundo laboral.
Huaco es conocido como un oasis en medio de cerros áridos, atravesado por un río que le da vida al valle. También es la cuna del poeta Buenaventura Luna, símbolo cultural de la región. Pero como tantos pueblos del interior, durante décadas sufrió un drama silencioso: la emigración de sus jóvenes.
Marta lo recuerda con claridad: “Antes de la minería, en el pueblo quedaban los chicos en edad escolar y los ancianos. Los que tenían entre 18 y 40 años se iban a buscar futuro a otro lado”.
La llegada de la minería a través del proyecto Gualcamayo, de Minas Argentinas S.A., y su mina de oro, cambió esa realidad. No sólo abrió fuentes de trabajo, sino que también impulsó mejoras estructurales: caminos asfaltados, electricidad más estable, viviendas de material, perforaciones de agua, acceso a internet y señal telefónica. “Hoy Huaco es otro gracias a que hubo una inversión minera seria, con compromiso con la comunidad”, asegura Marta.
Marta Ahumada
La minería transformó la vida de Marta Ahumada, docente en Huaco, San Juan.
El giro inesperado de la minería
Su ingreso al mundo minero fue casi fortuito. Una empresa lanzó una convocatoria de currículums y Marta acompañó a su hermano. “Fui de intrusa, completé mi currículum y puse que era docente, ama de casa y que había trabajado en la cosecha de cebolla”, recuerda. Fue justamente esa experiencia agrícola la que despertó la curiosidad de los entrevistadores: le preguntaron cómo era ese trabajo y, gracias a su respuesta, quedó seleccionada para realizar un curso teórico-práctico de dos meses.
Así comenzó un recorrido impensado: pasó de dar clases en un aula a capacitarse en el manejo de camiones de gran porte. “No sabía manejar ni un auto y terminé conduciendo un camión articulado Caterpillar, después un Komatsu, y hasta camiones túneleros. Fue un desafío enorme”, relata en entrevista con Los Andes.
La empresa no sólo formaba en el uso de equipos, también promovía la rotación y la capacitación integral. Marta aprendió a manejar cargadoras, excavadoras, motoniveladoras y, finalmente, encontró su pasión en la perforadora, el equipo que abre los taladros para colocar explosivos en la roca. “Es fascinante, me siento orgullosa de ser una de las pocas mujeres en el país que opera una perforadora”, destaca.
Una experiencia que trasciende lo laboral
El impacto de la minería en su vida no se limitó a lo económico. “Cuando ingresé, ganaba más que como docente. Y cuando quedé efectiva, la diferencia fue enorme. Además, la empresa nos daba todo: ropa, comida, traslado, alojamiento. No tenía gastos de nada. En cambio, como maestra debía invertir en materiales, ropa y viajes”, cuenta.
La experiencia también le dio la posibilidad de crecer en otros ámbitos: fue elegida delegada gremial por una mayoría de hombres en un entorno laboral donde apenas había mujeres. Representaba a trabajadores de áreas tan diversas como planta de trituración, ADR o mantenimiento eléctrico y mecánico. “Ese voto de confianza fue una satisfacción inmensa. Demostró que en la mina se valoraba la capacidad más allá del género”.
Para Marta, el trabajo minero no sólo significó progreso personal, también fue un espacio de aprendizaje humano. “En la mina se forjan lazos fuertes. Nos cuidamos entre todos. Viví paisajes maravillosos y, sobre todo, un respeto y apoyo incondicional que me marcaron para siempre”.
Marta Ahumada
La minería transformó la vida de Marta Ahumada, docente en Huaco, San Juan.
El cambio en la comunidad
La transformación de Huaco es palpable. La minería permitió que muchos jóvenes se quedaran en el pueblo gracias a capacitaciones y contrataciones locales. Además, las políticas de relación con la comunidad trajeron beneficios concretos: obras de infraestructura, acceso a servicios básicos y oportunidades de desarrollo.
“Cuando comencé a trabajar, me encontré con mis propios alumnos, pero ahora ellos me enseñaban a mí”, recuerda Marta con emoción. Ese ida y vuelta refleja cómo la minería en San Juan abrió nuevas posibilidades para toda una generación que, de otro modo, hubiera migrado.
Una visión sobre la minería responsable
Lejos de caer en idealizaciones, Marta tiene una mirada equilibrada sobre la actividad: “Como toda actividad humana, la minería tiene pros y contras. Pero en mi experiencia vi que se trabaja con controles estrictos, auditorías internas y externas, supervisión de organismos nacionales e internacionales. Y lo más importante: las propias comunidades actúan como entes de control”.
Con firmeza, sostiene que el camino es la participación activa de la población. “A los que se oponen los invito a informarse, a debatir, a participar. Qué mejor que su propia gente sea la que cuide el futuro formando parte de esta actividad. Minería con responsabilidad y participación es la visión de que todo es posible si nos involucramos”, afirma.
Marta Ahumada
La minería transformó la vida de Marta Ahumada (derecha), docente en Huaco, San Juan.
Entre la docencia y la minería
La paradoja de su historia es que, mientras nunca logró manejar un auto, terminó dominando maquinaria de decenas de toneladas en caminos de montaña. “Ni en mis mejores sueños lo hubiera creído”, dice con humor.
Hoy, al mirar hacia atrás, Marta siente que su vida tuvo un recorrido inesperado pero profundamente enriquecedor. “Soy huaqueña, trabajé como docente y en minería en mi pueblo. Esa combinación me permitió crecer como persona y como profesional. La minería me dio satisfacciones que nunca imaginé”.
En sus palabras resuena la esencia de esa transformación: “La minería me dio lo que nunca imaginé. Aprendí, crecí y descubrí que, con responsabilidad, esta actividad puede cambiar para bien la vida de una persona y de un pueblo entero”. / CO