Gabriela y Natalia Viberti se hicieron cargo de la empresa familiar en 2002, con apenas 25 y 22 años, y, como mujeres jóvenes, incursionaron en el sector minero. Molinos Viberti está cerca de cumplir los 60 años y comparte, con muchas industrias, las dificultades de la apertura de las importaciones, con una carga tributaria y de costos muy alta que dificulta la competencia, sumado a particularidades del sector.
Gabriela cuenta que la empresa fue fundada en Rosario por su abuelo David y su papá Juan Carlos. Pero en los ’60 decidieron trasladarse a Mendoza porque en la provincia estaba la materia prima que necesitaban. Compraron un terreno en El Borbollón (Las Heras), donde desde entonces funciona la planta, a quien luego sería el abuelo materno de ellas, porque en el marco del acuerdo comercial se conocieron Juan Carlos y Beatriz Navas, su madre, quien también fue parte y soporte de la compañía.
Empezaron moliendo ladrillos y tejas, y después otros minerales. Sin embargo, el talco es su principal producto y tienen un yacimiento propio en Tupungato. Cuando las hermanas se hicieron cargo de la empresa, había cinco empleados, todos con no menos de 25 años de antigüedad.
Gabriela cuenta con emoción, en un relato que entrecruza memorias con detalles técnicos, que uno de ellos fue Ricardo Machuca, que acompañó primero a su padre y luego a ellas, y había recopilado la historia de la molienda, pero una mala pasada con la computadora hizo que se perdiera.
- ¿Cómo se trabaja en un yacimiento de talco?
- Antes, en los ’70 y ’80, cuando había 25 empleados, se trabajaba en galerías. Se hacían explosiones en el cerro y se iban apuntalando las paredes con troncos, para poder ingresar con un carrito para sacar el mineral por la vía. Pero es carísimo y ya no se justifica para los minerales que trabajamos. Se empezó a trabajar a cielo abierto.
- ¿Qué ventajas o desventajas tiene?
- La desventaja es que, si no trabajás bien en la parte visual, ves la montaña detonada. Pero yo soy bióloga y me preocupo por eso. Cuando se hacen las explosiones, se van dejando las piedras para que vayan tapando el frente y que, desde abajo y de los costados, no se vea el pozo.
Pero tampoco hay que pensar en Veladero. Son pocas las hectáreas que se trabajan y se va haciendo por sectores y niveles. Y cuando vas a hacer la limpieza del yacimiento, sacás lo que no vas a utilizar, lo colocás en un costado -las famosas pircas- y volvés a poner las plantas que había. Con el tiempo, se recupera el mismo sistema ecológico que antes. Y eso es lo que podemos hacer, aunque no todos lo hacen.
También llevamos las máquinas para que les cambien el aceite en otro lugar y cuidamos de que no haya manchas.
Hay que entender que cualquier actividad del ser humano provoca una alteración en el ambiente. Tenemos personas que piensan que la minería es tremenda, y es cierto que no controlada es brava, pero la ganadería y la vitivinicultura también generan un impacto grande. Además, se usa sulfato de cobre en los viñedos, para las plagas. En el mundo se reconoce que sin minería no podríamos existir, pero en el país y en Mendoza falta esa conciencia.
Lo que hay que hacer es que se legalice bien, que los entes de control trabajen de modo coordinado. Por eso tenemos que pelear los mendocinos. Para que controlen. Queremos que haya trabajo, pero también controles, porque en el mundo nos ven como reserva mundial y hay que proteger esos recursos, pero de otra manera, con un sistema bien organizado.
Molinos Viberti en los '70 2.jpg
- ¿Qué productos obtienen y para qué se usan?
- En este momento sólo tenemos yacimiento de talco. Una vez que hacemos la extracción del mineral, va a una planta procesamiento, donde se hace una transformación física, de triturado o molienda, sin usar agua, para destinarlo a distintas industrias.
El talco se usa para cerámica, pintura, caucho, papas (para sellar los ojos de las papas semilla y para industria), como insecticida. Los sahumerios están hechos con talco. La variedad de industrias es bastante interesante. Y nosotros les vendemos a los distribuidores.
Pero también hacemos moliendas para terceros, de minerales como la baritina y la celestina, que van a la industria del petróleo; o la bentonita, que se utiliza para cerámica y como impermeabilizante. También traemos carbonato, calcita y calizas de San Juan, y dolomitas de Córdoba. Y en el Sur hay sulfatos.
En algunos casos, ellos nos los mandan para hacer el procesamiento, y en otros compramos, procesamos y revendemos. Pero hoy está muy parado todo.
- ¿Por qué?
- Porque se han frenado dos sectores que son muy importantes para nosotros: la construcción y el petrolero. YPF se retiró y hay que esperar a que se reactiven esas áreas, porque las nuevas empresas todavía no están operando. Dicen que van a empezar en septiembre, pero somos todas pymes.
También tenemos altas cargas impositivas y laborales. Utilizamos insumos atados al dólar, como todo lo que es embalaje, y está inestable. Es muy difícil trabajar en este momento. Además, el transporte se hace por carga terrestre y sería interesante que volvieran los trenes, porque bajarían los costos.
Hay dos cosas por las que el Gobierno debería empezar. Una es el problema energético. Tenemos la energía más cara del país. Y la otra es la parte impositiva, que no se puede sostener. Ahora, con la apertura de las importaciones, se nos hace difícil competir, porque los productos que se obtienen en Mendoza no tienen tanta calidad y, además, tenemos estas dos cargas importantes.
Ayer hablaba con la gerente de otra cantera y me planteaba lo mismo: todos los beneficios que tienen los productos que entran del exterior, que incluyen que no le fijan un límite al precio y acá sí, lo determina el Gobierno para los elaborados en el país. Vienen de países con energía más barata, salarios más bajos y los talcos son de excelente calidad. No hay manera. Pero esto no es solo del rubro minero, sino una generalidad.