El 40% de los desocupados del Gran Mendoza lleva más de un año sin trabajar

El tiempo de búsqueda es cada más extenso debido a la profundización de la crisis y el avance de las nuevas tecnologías.

La tasa de desempleo ha bajado en los últimos trimestres, pero hay muchos desocupados permanentes.
Foto / Los Andes
La tasa de desempleo ha bajado en los últimos trimestres, pero hay muchos desocupados permanentes. Foto / Los Andes

La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec ha mostrado en los últimos meses una mejora en la tasa de desocupación del Gran Mendoza. Sin embargo, las estadísticas confirman también que los desempleados pasan cada vez más tiempo buscando una oportunidad laboral. De hecho, los últimos datos disponibles (segundo semestre del 2021). revelan que el 40,2% de los desocupados lleva ya más de 12 meses en esa situación.

Los datos más actuales de “caracterización de la población desocupada” de la DEIE (Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de la provincia), elaborados en base a la EPH, permiten visualizar como se ha ido agravando la situación.

En el caso del tiempo de búsqueda, entre 2003 -cuando aún se notaban los efectos de la crisis de 2001/2002- y 2021, el porcentaje de habitantes del Gran Mendoza que llevaban más de un año buscando un trabajo sin encontrarlo osciló entre el 11% y el 44%. No obstante, hubo un período de relativa calma (entre 2011 y 2018), cuando la tasa de “desocupados permanentes” no superó el 30%. A partir de entonces la situación se empezó a agravar y ya en la segunda mitad del 2021 volvió a superar el 40%.

Completando la estadística, en el segundo semestre de 2021 el 20,3% de los desempleados llevaban entre 1 y 3 meses buscando trabajo; el 19,9% acumulaba entre 3 y meses de búsqueda y el 15,3% de 6 a 12 meses.

Reflejo de la crisis

El economista Raúl Mercau planteó que, en un primer momento, se podría pensar que la extensión de los plazos de búsqueda de un trabajo responde a la crisis que generó la pandemia, pero el hecho de que este fenómeno iniciara en 2018 lleva a recordar que ya había recesión para ese entonces, debido a una crisis productiva. “Es muy probable que estos problemas sean más estructurales”, analizó.

Por otra parte, comentó que la búsqueda de empleo no es gratuita e implica costos para quien se postula en distintos lugares. De ahí que alguien que busca y no encuentra, en algún momento deja de hacerlo y deja de formar parte de la población económicamente activa.

Asimismo, indicó que sería importante poder conocer qué edades, nivel de capacitación y sexo tienen las personas que llevan mucho tiempo desocupadas. Es que, en general, las personas mayores, cuando son expulsadas del mercado laboral, tienen más dificultades para reinsertase, porque esto les demanda muchas veces capacitarse en una nueva actividad.

También sería útil, añadió, saber qué sectores de actividad expulsan y cuáles están tomando personas. “En Mendoza ha habido, en el largo plazo, una reducción del empleo en los sectores productivos y un crecimiento en los de servicios, vinculado a una transformación en la matriz productiva. Sin embargo, cuando ocurre lo contrario, la situación es más compleja, porque la producción requiere de perfiles profesionales más específicos”, remarcó el especialista.

Mercau sumó que lo que sí se observa es que, en los últimos 10 años, la economía de Mendoza prácticamente no creció y no ha generados nuevos puestos de trabajo, por lo que este aumento del desempleo de largo plazo puede ser un subproducto de que la provincia ha perdido participación en el PBI nacional y que la tasa de crecimiento, si uno toma de punta a punta la última década, es de casi 0% anual; lo que es una muy mala señal. “Este es un dato más que evidencia que tenemos problemas productivos. El que aumente el desempleo de largo plazo, no es un buen indicador”, expresó.

El economista también se refirió a otra dificultad asociada a estar tanto tiempo desempleado y es que lo más efectivo para encontrar un trabajo son las redes y los contactos que uno tiene por estar en el ámbito laboral. “También está la inversión en capital humano, que puede ser formal o de capacitación en el lugar de trabajo. Así, quien no tiene un empleo, pierde la oportunidad de adquirir ese conocimiento”, concluyó.

Sebastián Laza, asesor del Ministerio de Economía y Energía de la provincia, señaló que el mercado laboral se está recuperando después de la pandemia, aunque la recuperación es lenta. “Ha bajado la tasa de desempleo y han crecido la de actividad y la de empleo, incluso la de empleo privado, pese a que la economía nacional no tracciona”, remarcó.

El especialista destacó que el Gobierno provincial ha implementado programas como Mendoza Activa, Enlace y Enlazados, para favorecer las inversiones y el empleo, pero “como la macroeconomía está cada vez peor, los inversores no llegan”.

Coyuntura vs estructura

El economista Carlos Rodríguez explicó que, para entender cómo está compuesta la población desocupada y por qué varían ciertos indicadores, se debe analizar qué tipo de desocupación predomina en cada momento. Esto, porque es vista como algo homogéneo, cuando no lo es.

En este sentido, indicó que puede ser coyuntural, cuando responde a las dinámicas de la economía, o estructural, cuando está asociada a cambios en la tecnología. En los ‘90, ejemplificó, por la implementación de nuevas tecnologías, los empresarios evaluaron si les resultaba más conveniente invertir en capital o en trabajo, y muchas veces las máquinas desplazaron a la mano de obra. “También hay una desocupación friccional, de personas que han sido despedidas recientemente o están cambiando de ocupación”, agregó.

Esto tiene implicancias en la evolución de la tasa de desempleo, ya que, si es producto de una recesión, es de esperar que cuando la economía se reactive, muchas de las personas que llevaban un tiempo buscando trabajo, lo encuentren.

Pero también es necesario considerar factores estructurales o de largo plazo. Rodríguez señaló que, hoy, la duración del período de desocupación está muy relacionada con la formación de las personas. Es más probable que a una persona que sólo tiene estudios primarios le cueste más conseguir trabajo que otra con nivel terciario o universitario, que conoce dos o tres idiomas, y tiene un buen manejo de herramientas tecnológicas.

Ligado a esto último, acotó que, a medida que avanza la tecnología, se va profundizando esta brecha y quienes no tienen capacitación en estas herramientas demoran mucho más en conseguir un nuevo empleo e, incluso, tal vez no lo logren.

También influye la edad de las personas, ya que los mayores de 50 o 55 que pierden su trabajo tienen menos posibilidades de conseguir otro que los jóvenes; en parte, también por el manejo tecnológico. Esto significa que la tecnología tiene un impacto en el empleo en dos sentidos: crea más puestos de trabajo para quienes están capacitados y reduce las opciones para quien no tiene ese conocimiento.

Rodríguez añadió que el sistema se mueve por ciclos de expansión y contracción, y que la recesión crea una forma de desempleo coyuntural. Sin embargo, si se extiende en el tiempo, quienes no tienen trabajo se mantienen desempleados hasta que se reactive la economía.

Asimismo, expresó que los sistemas de subsidios generan menor incentivo para salir a buscar un trabajo -quienes cobran por desempleo suelen conseguir trabajo al final del período de cobertura- y esto se ha venido profundizando en los últimos años.

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