El pésimo estado de las calles de Mendoza se traduce en un constante dolor de cabeza -y de bolsillo- para los automovilistas.
El asfalto roto acaba siendo un desafío para el bolsillo: arreglar el auto tras caer en un pozo puede costar una fortuna. El mecánico Marco Fuzi dialogó con Aconcagua Radio y detalló los repuestos más afectados y los costos que implica reparar los daños ocasionados por los baches en las calles de Mendoza.
"Todo lo que tiene que ver con tren delantero sufre permanentemente", explicó Fuzi, enumerando una larga lista de componentes vulnerables: amortiguadores, espirales, rótulas, rulemanes, llantas, neumáticos, caja de dirección, precaps y extremos. Cada pozo impactado se convierte en un potencial daño para estos elementos.
El costo de la reparación no es menor. Para un auto chico de baja gama, arreglar el tren delantero completo, sin incluir los amortiguadores, puede superar los 300.000 o 350.000 pesos. Si se suman los amortiguadores, la cifra se eleva entre 400.000 y 500.000 pesos.
Fuzi reveló que a su taller llegan principalmente vehículos con amortiguadores, llantas y cubiertas rotas a causa de los baches. En el caso de camionetas y camiones, los elásticos también sufren graves daños. Esta situación genera una paradoja, ya que, como señaló, se exige la Revisión Técnica Obligatoria (RTO) a vehículos que circulan por calles en mal estado, cuya reparación recae en el bolsillo de los ciudadanos.
Un dato llamativo aportado por el mecánico es que, paradójicamente, son los autos nuevos los que suelen presentar mayores roturas por impacto. Esto se debe a la sensación de seguridad que brindan sus suspensiones modernas, llevando a los conductores a aumentar la velocidad sin percibir el riesgo.
Finalmente, Fuzi advirtió sobre las dificultades para alinear y balancear vehículos que han sufrido golpes significativos, ya que la estructura puede quedar deformada. Incluso si la reparación inicial parece menor, una desalineación puede generar un desgaste prematuro de los neumáticos, sumando otro costo al ya abultado presupuesto. La realidad para los conductores mendocinos es clara: transitar por las calles se ha convertido en un riesgo constante para la integridad de sus vehículos y sus finanzas.
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