Durante los gobiernos de dictaduras militares, el órgano legislativo, nacional, provincial y municipal, deja de funcionar ya que las facultades legislativas pasan a manos de quienes detentan el poder Ejecutivo de facto, abrogando para ello la Constitución Nacional, legislando mediante meras decisiones administrativas, llamadas por eso decretos leyes.
En estos días de furia y represión desmesurada y discrecional por parte de las fuerzas de seguridad, con el pretexto de evitar e impedir una supuesta invasión al Congreso, conjetura brindada por los actuales servicios de inteligencia del Estado, se decidió "blindarlo".
La Casa de las Leyes convertida en una fortaleza inexpugnable ante el supuesto avance popular organizado deliberadamente desde fuerzas políticas opositoras y desestabilizadoras.
Bajo los gobiernos de facto las facultades legislativas son usurpadas. Ahora pareciera que los mismos legisladores, ante tanto descontrol afuera y adentro con inconductas carentes de todo civismo, quisieran abandonar, abriendo la posibilidad cierta de gobernar por decreto nuevamente en materia tan sensible como es la que se trata.
El reclamo popular es fundamental para el ejercicio de un buen gobierno, por lo que no deber ser desoído. Es el pueblo el soberano. Quien en última instancia decide en las urnas y mientras tanto opina y se hace oír. Pero nunca de manera violenta.
Es el basamento del poder. Sin apoyo popular el ejercicio de éste deviene en autoritarismo y autocracia, incitando y provocando violencia, arriesgando la gobernabilidad con las consabidas y sufridas consecuencias.
Carlos Spitaleri
DNI 16.553.608