4 de marzo de 2018 - 00:04

Así fue la Fiesta Constelación del Vino: lo más aplaudido

La crónica de la Fiesta que reunió a 920 artistas sobre el escenario.

El espectáculo central "Constelación del Vino", previo a la elección de la Reina, apuntó a rescatar la identidad mendocina como una imbricación entre todos los seres que habitan esta tierra, vinculados por una continuidad que tiene su inicio en los pueblos originarios. Justamente éstos aparecen valorizados como habitantes primigenios de este territorio y vienen a reclamar su lugar, quieren que su voz sea escuchada.

Las constelaciones estelares son el hilo conductor que a lo largo de toda la puesta van determinando momentos; el agua es el elemento vital y conector, presente en varios cuadros. Que cada uno tiene su estrella es uno de los conceptos iniciales que se retoma al final, cuando invita a que “cada mendocino encuentre la suya”.

La noción de circularidad pasea por toda la puesta, se expresa en la inevitable conexión entre el cielo, el suelo y los seres vivos. La diversidad de la cultura mendocina se reúne en el producto del vino, elemento esencial de la identidad local conformada a lo largo de su historia, es producto y reflejo de esa particularidad.

Con la dirección de Vilma Rúpolo y Guillermo Troncoso y guión de Arístides Vargas, la propuesta desplegó 850 artistas en varios niveles de escenario. En cuanto a la superficie en que se desarrolló el espectáculo, hubo que hacer un cambio de último momento: si bien estaba contemplado utilizar el escenario que se encuentra sobre el cerro, el viernes por la noche -durante la pasada general- se notó que no estaba firme. “Siempre pasa lo mismo cuando se quiere usar”, comentó Rúpolo en ese momento, por lo que finalmente se decidió incorporar los bailarines al escenario principal. Tampoco estuvieron los drones que apuntalarían la iluminación y por los que hubo controversia.

Voces corales y una orquesta en vivo en la parte superior del escenario se destacaron en el plano musical. Desde lo lumínico, en tanto, no se notó la falta de las grúas (ver aparte).

La fundación, en clave de comedia

El espectáculo se desarrolla en 12 actos y presenta los íconos propios del género. Estuvieron los pueblos originarios ocupando un lugar destacado, la siempre conmovedora veneración a la Virgen de la Carrodilla, los inmigrantes, la cosecha y el espíritu festivo que la rodea, donde se incorporaron títeres gigantes de animales autóctonos. Mucho folclore, el infaltable, que comenzó a inundar el aire ya desde los primeros minutos.

El cuadro más destacado es el que hace referencia a la doble fundación de Mendoza. En un primer momento los conquistadores aparecen como una presencia amenazante, sin embargo se torna rápidamente en una situación cómica con estilo de ópera bufa. La impecable actuación de Adrián Sorrentino, que aparece grabada en enormes pantallas y le da el toque distintivo.

El artilugio de reunir esos dos momentos en un encuentro cara a cara entre ambos fundadores -Pedro del Castillo y Juan Jufré- que se disputan el territorio, le agrega elementos para destacar la escena así como el hecho de que no es un momento histórico que suela incluirse. En medio de la disputa, los pueblos originarios interrumpen y advierten que ya están aquí y que no necesitan ser fundados y al no ser escuchados, piden “voz y voto”.

Ese fue el cuadro que trajo al espectáculo el momento cómico que suele estar asociado a la llegada de los inmigrantes. En este caso, su irrupción se presentó cargada de pintoresquismo y entusiasmo.

Otro momento cúlmine es la referencia al General Don José de San Martín y su heroico cruce de la cordillera de Los Andes. La escena aparece “helada”, con una estética bañada de blanco, plateado y celeste. Es el disparador para luego dar espacio a las diversas culturas latinoamericanas y posterior creación de la patria, una Argentina que irrumpe fuerte de la mano del tango.

La referencia a la elaboración del vino está asociada a la industrialización, en un cuadro en el que todo se tiñe de rojo y abundan los sonidos y elementos metálicos.

Los jóvenes también ocupan un lugar importante y representan el vino nuevo, traen alegría y movimiento, y su imagen se vincula a un mensaje inclusivo y ecológico.

Finalmente, hay dos cuadros con malambo: en el primero se destaca la figura de una mujer que lo baila delante del resto de los malambistas varones. El final impacta con otro y el escenario inundado de artistas.

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