Recuperar la mejor política internacional que supimos tener

El deterioro de la política internacional argentina es evidente en estos últimos 20 años, con la excepción del gobierno de Macri.

Gerardo Werthein, Javier Milei y Diana Mondino. Gentileza: La Nación.
Gerardo Werthein, Javier Milei y Diana Mondino. Gentileza: La Nación.

La política internacional de la Argentina tuvo éxitos importantes desde los tiempos fundacionales, cuando se trataba de evitar la recuperación de la soberanía por parte del imperio español. Supo solucionar las cuestiones limítrofes con los estados vecinos; logró insertarnos en el mundo de manera de obtener inversiones, tecnologías, inmigración. También alcanzó prestigio por sus aportes al derecho internacional y el papel en ese ámbito de algunos de sus cancilleres.

Personalidades como Rufino de Elizalde, quien estableció la doctrina en cuanto a nuestros intereses. Bernardo de Irigoyen que defendió la jurisdicción de los tribunales nacionales en las controversias con inversores externos. Luis María Drago que incorporó al derecho internacional el fin de las intervenciones armadas para cobrar las deudas impagas de los estados soberanos. Saavedra Lamas, premio Nobel de la paz, que dio fin a la guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay. La destreza del embajador José Arce en las Naciones Unidas y el papel en ese ámbito del canciller Bramuglia o el éxito de Miguel Ángel Zavala Ortiz para obtener el reconocimiento en las Naciones Unidas de un conflicto por la soberanía en las Islas Malvinas con la resolución 2065.

El deterioro de la política internacional argentina es evidente en estos últimos 20 años, con la excepción del gobierno de Macri. Pareciera que volvemos a los papelones del kirchnerismo. No es de extrañar, nos gobierna una variante del populismo. Incluso comparte el método de buscar enemigos, olvidar los intereses permanentes de la Nación en función de preferencias personales. Lo hemos visto con el discurso de Milei en Davos. Fue similar a los de Cristina, aunque el contenido fuera distinto, coincide en esa sobreactuación de querer dar lecciones al mundo, a los que han tenido más éxito que nosotros en lograr buenos niveles de vida para sus pueblos y colocar sus países en el lote de los más desarrollados.

La canciller Mondino en un reportaje de Oppenheimer para la CNN, hizo una distinción en la relación con países con liderazgos socialistas señalando en ese carácter a Lula y para estupor del conocido periodista, del mismo Biden. En dos oportunidades Oppenheimer le señaló a Mondino el disparate. Por otra parte, así como el gobierno de Alberto Fernández y su equipo de aficionados en la cancillería no entendió que la relación con Brasil se debe preservar cualquiera sea el gobernante de ese país, los aficionados actuales persisten en esos errores.

No deja de llamar la atención la propuesta de nombrar como embajadores a funcionarios de segunda línea en las embajadas ante el Reino Unido y España, esto en el lenguaje diplomático es mostrar desinterés en la relación, a lo que se agrega designar un secretario de culto que registra agravios al Papa, a la comunidad judía y a los islámicos.

El incidente con Colombia, por los calificativos de Milei al referirse al presidente de ese Estado en un reportaje, muestra una incontinencia verbal del presidente similar a la de sus tiempos de panelista cuando proponía suprimir impuestos y liberar el comercio exterior y agraviaba a quienes discrepaban con sus decires. Vale recordar que el señor Petro no se privó de decir algunas tonterías cuando Milei ganó el ballotage. En una región que hizo un culto del principio de la “no intervención en los asuntos internos” de otro estado, ahora cualquiera opina sobre los lideres vecinos en términos agraviantes. Además, es más grave cuando se trata de triunfos obtenidos en elecciones limpias, algo poco frecuente en otros países de esta parte del mundo.

Tal es la confusión intelectual del presidente que ve como adalid del mundo occidental al señor Trump, quién con su desdén hacia la OTAN le hizo creer al autócrata ruso Putin que podía avanzar impunemente sobre Ucrania, violando el derecho internacional. Presidente tan poco liberal que anuló los tratados de libre comercio Inter pacífico, firmados por Obama y elevó los aranceles y restricciones a las importaciones.

La Argentina cuenta con cuadros profesionales en la cancillería bien formados, aunque a futuro hay que cuidar su preparación pues en la gestión de Timerman bajaron las exigencias académicas para el ingreso a la carrera diplomática. Tenemos reputados estudiosos en los problemas internacionales que actúan en varios centros académicos como es el caso del CARI. No podemos dejar de tener en cuenta que el Congreso tiene atribuciones en lo relacionado con la política exterior y que debería ser un campo donde debe intentarse el mayor consenso posible para lograr una política de Estado alejada de las disputas partidistas.

Nuestro país tiene que tener en claro sus orígenes y pertenencias culturales, promover el imperio del derecho, buscar los acuerdos que posibiliten las exportaciones de sus productos y faciliten las inversiones que necesita el desarrollo nacional y también tener en claro sus límites sin caer en sobreactuaciones o injerencias en conflictos lejanos.

La combinación de políticas internas como terminar con el disparate de las retenciones a las exportaciones, otra promesa de campaña incumplida, con una política exterior que abra todos los mercados posibles será el mejor aporte para que la Argentina recupere su posición y rango en el mundo.

* El autor es miembro de número de la Academia Argentina de la Historia y del Instituto Argentino de Historia Militar.

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