Argentina, la paradoja del cambio y su resistencia

Los paros, movilizaciones, manifestaciones de todo tipo, broncas, enojos varios, operaciones de todo tipo, etc. etc. que se han desatado desde el mes de enero a pocos días de asumir el nuevo gobierno, no hacen más que acelerar la entropía convulsiva del cambio y su actividad transformadora, aunque se crea que lo está frenando.

“Yo no paro”, el posteo de Javier Milei horas antes del paro general de la CGT
“Yo no paro”, el posteo de Javier Milei horas antes del paro general de la CGT

Paradoja: Dicho o hecho que es contrario a la lógica, pero que su contenido es verdadero. Por ej. 2+ 2 = 8.

La sociedad argentina ha sido contraria a los cambios por lo que ha tendido siempre a su resistencia y a la permanencia. Numerosas son sus causas pero no es tema de estas reflexiones analizarlas. Poco importó la pérdida de calidad de vida que la sociedad nos fue entregando: siempre hemos preferido no cambiar y permanecer iguales: pasara lo que pasara.

Así hemos llegado a vivir en una sociedad que fue perdiendo sus cualidades positivas y convirtiéndose en una sociedad en franca decadencia.

Ha habido ejemplos de esta situación, en numerosas ocasiones, a lo largo de la historia humana, donde el cambio pugnó por entrar y avanzar y se le negó todas sus posibilidades.

Las consecuencias de esta situación es una paradoja fenomenal: cuanto más se resisten los cambios, más cambios van a haber y más dramáticos y convulsionados van a ser.

Javier Milei es el resultado de esta paradoja. Tanto se negó el cambio que la sociedad necesitaba, que ahora el cambio es con ¡”licuadora y motosierra”! Y, lo peor o lo mejor paradojalmente hablando, es que ya no hay tiempo para lamentaciones, miedos, dudas, pretensiones de un cambio ordenado, armonioso, “por el centro”, “con equidad”, “propio de una sociedad en serio”, “republicano” y demás afirmaciones que se escuchan o se leen a diario, a lo largo y ancho del país.

Además, me hacen reflexionar que, aún hoy, todavía no se quiere cambiar, salvo que se cambie, pero que todo siga más o menos igual… después de todo “tan mal no estamos”...”no es para tanto”, y no hablo del clásico gatopardismo que es hacer modificaciones para, en realidad, no cambiar nada.

Hablo de una mentalidad que realmente quiere un cambio en serio, pero que se resiste a cambiar…otra paradoja argentina.

No obstante, desde que el mono se enderezó el cambio en cualquier escenario ya sea individual o social, es mil veces mejor tomarlo y asumirlo ni bien se presenta, porque es más armónico, menos dramático y sobre todo menos agresivo.

Pero respecto a lo nuestro, fue tanto lo que se lo resistió, que ahora es imparable , irreversible e impredecible.

Esto no quiere decir que, por ejemplo, en el 2027 no pueda llegar a ser Presidente Kicillof con Alberto Fernández de Vice y Cristina Ministra de Relaciones Exteriores o que cualquier político de los que todavía andan dando vueltas lo pueda ser.

Es irreversible, porque cualquiera de ellos ya no van durar veinte o cuarenta años sino que van a durar lo que dura un viento zonda.

Y ahora entrando en la parte central de estas reflexiones paradojales:

“Cuánto más resistimos, más hacemos para que este cambio sea irreversible”… porque ¡más insistimos en volver al pasado que ya se fue definitivamente!

Podrá tener, ese pasado, algunos pequeños momentos de gloria todavía, pero ya dejó de ser alternativa permanente en esta sociedad.

Así los paros, movilizaciones, manifestaciones de todo tipo, broncas, enojos varios, operaciones de todo tipo, etc. etc. que se han desatado desde el mes de enero a pocos días de asumir el nuevo gobierno, no hacen más que acelerar la entropía convulsiva del cambio y su actividad transformadora, aunque se crea que lo está frenando.

Además, que permite, magistralmente, hacer caer caretas de todo tipo, que el viejo pasado mantenía: ya sea porque muchos no sabían que eran lo que realmente han demostrado ser ahora y otros que lo sabían, pero lo ignoraban para mantener sus privilegios.

En realidad el resultado será el mismo:

• se van a ir dividiendo, desarmando o rompiendo ,una a una, todas las estructuras dirigenciales, a no dudarlo.

Y quedará al descubierto quien es quien frente al cambio real que tenemos por delante.

Paradojalmente entonces, debemos agradecer a nuestra dirigencia, que a lo largo de tantos años hizo lo imposible por seguir manteniendo el pasado en todas sus formas imaginables y atraer así el cambio inevitable.

Y una mención especial de agradecimiento para Cristina, Sergio Massa y Alberto Fernández por su inestimable apoyo para que este cambio ya sea estructuralmente irreversible...¡Chapó!

* El autor es sociólogo consultor en cambio organizacional.

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