El “debate” de las culpas ajenas

Se debería rever esta modalidad de debate “no debate” donde cada uno dice lo que quiere sin responder a sus rivales y en un tiempo escasísimo para ofrecer ideas realizables. Eso con respecto al formato del programa televisivo. Lo demás, lo de mirar la paja en el ojo ajeno en vez de observar la viga en el ojo propio, es responsabilidad exclusiva de nuestra dirigencia.

MENDOZA DEBATE, Primer debate único y obligatorio con los candidatos a Gobernador de Mendoza: Alfredo Cornejo, Omar De Marchi, Mario Vadillo,  Lautaro Jiménez  y Omar Parisi en el  Espacio Cultural Julio Le Parc.
Los candidatos a Gobernador junto a sus respectivos candidatos a Vicegobernadores

Foto: José Gutierrez / Los Andes
MENDOZA DEBATE, Primer debate único y obligatorio con los candidatos a Gobernador de Mendoza: Alfredo Cornejo, Omar De Marchi, Mario Vadillo, Lautaro Jiménez y Omar Parisi en el Espacio Cultural Julio Le Parc. Los candidatos a Gobernador junto a sus respectivos candidatos a Vicegobernadores Foto: José Gutierrez / Los Andes

Debate, lo que se dice debate, fue el de Bordón-Baglini allá por 1987 en los años del amanecer democrático. No fue menos duro que el de este domingo, pero lo cierto es que más allá de las diatribas entre uno y otro, lo principal fue que se tiraron a la cara obras y propuestas por doquier. Los dos, con sus inevitables exageraciones propias de toda campaña electoral, debatieron cara a cara y frente a frente sus respectivos programas de gobierno. Y sólo cuando se cansaron de exhibir ideas a granel, dedicaron el último bloque del debate a atribuirse culpas y responsabilidades. Con el resultado de que la opinión pública, terminó premiando a quien fue menos duro con el adversario. Porque eran tiempos en donde lo que se proponía valía más que la descalificación.

Además, Bordón y Baglini se enfrentaron en serio. Cada uno no sólo le tiró a la cara del otro sus propuestas, sino que cuando se criticaron lo hicieron de frente, esperando uno la réplica del otro hasta que se agotaron todas las instancias del debate.

Hoy, lamentablemente, es al revés, como se vio ayer, donde “la culpa la tuvo el otro” pesó más que los aportes que cada candidato puede ofrecerle a una Mendoza en crisis dentro de un país en crisis.

Este domingo cada uno de los cinco candidatos habló dentro de un formato por el cual era lo mismo que hubieran estado presencialmente todos juntos, o que hubieran sido grabados y luego unificados virtualmente. No hubo debate, sólo exposiciones. Y mucho más que eso, furiosas diatribas donde todos atacaban a todos pero nadie le contestaba a nadie. Y eso no es un debate. Es muy fácil atacar cuando todos saben que nadie se va a defender. Y bastante inútil.

Además, dar apenas un minuto (o menos) no alcanza para proponer nada, pero sobra para desmerecer a los demás y para zafar de las responsabilidades. Y por si fuera poco, los candidatos no atacaron a las ideas con las que no coincidían, sino al adversario al que más les convenía atacar de acuerdo a lo que indican las encuestas. Por lo cual la especulación electoral se impuso sobre el debate conceptual.

Así las cosas. Alfredo Cornejo, de Cambia Mendoza, a quien las encuestas indican como el que va primero, no atacó a ninguno de los otros cuatro candidatos que supuestamente van a su saga. Solo se dedicó de echarle la culpa de todo lo que no se pudo hacer el radicalismo local, al gobierno nacional.

Por su lado, quien según los sondeos marcha segundo y es el único que tiene posibilidades de pelearla con Cornejo, Omar De Marchi, de la recientemente creada Unión Mendocina, se ocupó solo de pegarle al candidato oficialista local como único responsable de todos los males mendocinos.

El representante del justicialismo, Omar Parisi, cuya máxima aspiración sería ocupar el segundo lugar que hoy detenta la Unión Mendocina, la emprendió casi exclusivamente contra De Marchi.

El candidato del partido Verde, Mario Vadillo, que aspira a ocupar el tercer lugar que hoy ocupa el peronismo ideó una estrategia distinta: “mileizarse”_ y atacar de modo implacable y por igual a Alfredo Cornejo y Omar De Marchi como los dos representantes de la “casta” política mendocina a la cual él se ofrece a derrocar a puro insulto, como el de llamar “pernos” a los dos. Una poco sutil delicatessen.

Llevado por esa derivación casi total de culpas hacia el gobierno nacional, Cornejo está convencido de que si la presidencia pasa a manos de alguien más afín a sus ideas, Mendoza mejorará ipso facto. Pero el problema es si eso no ocurre. Exagera entonces el radical en jugarse el todo por el todo al cambio nacional. Debería también explicarnos con más detalles cómo mejorar por sí mismo a Mendoza si ese cambio no ocurre.

De Marchi tendría que ser un poco menos implacable con el gobierno mendocino actual. Ya que si bien nada tiene de malo que se haya disgustado y decidido crear una alternativa distinta (lo cual siempre es bienvenido para Mendoza) no debería olvidarse tan rápidamente de su responsabilidad compartida durante 7 de los últimos 8 años con el radicalismo.

Parisi tiene razón en decirle a Cornejo que echarle la culpa al gobierno nacional no lo libera de su responsabilidad, pero también debería admitir la inmensa culpa del actual gobierno nacional en la debacle actual. Pero de eso ni una palabra.

Y Vadillo, que no tiene nada que ver ni con el gobierno nacional ni con el provincial, lo cual lo autoriza a hacer mileismo, debería explicar por qué su fuerza desde que se creó se ha dividido y se sigue dividiendo tantísimo, con lo cual no parece ser una garantía plena de gobernabilidad.

Queda el voluntarioso maestro de escuela candidato de la izquierda, Lautaro Gimenez, el cual no le echó tanto la culpa a los otros (salvo quizá al imperialismo y la oligarquía, los enemigos eternos de su ideología), por lo que de todos fue el que más propuestas lanzó a la mesa del debate. Pero eso sí, enfatizando mucho más en los “qué! que en los “cómo”, con lo cual si uno se pone a sacar la cuenta de lo que costaría concretar todo lo que propone, ni el presupuesto nacional entero le alcanzaría.

En síntesis, que se debería rever esta modalidad de debate “no debate” donde cada uno dice lo que quiere sin responder a sus rivales y en un tiempo escasísimo para ofrecer ideas realizables. Eso con respecto al formato del programa televisivo. Lo demás, lo de mirar la paja en el ojo ajeno en vez de observar la viga en el ojo propio, es responsabilidad exclusiva de nuestra dirigencia.

* El autor es sociólogo y periodista. clarosa@losandes.com.ar

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