Si al guardar las sábanas siempre terminás dejándolas arrugadas y hechas un bollo, es posible cambiar ese mal hábito. Un placard ordenado no solo mejora la apariencia de tu hogar, sino que también facilita encontrar lo que necesitás sin perder tiempo.
El mejor truco para ordenar tus sábanas
- Para empezar, tomá la sábana ajustable, que suele ser la más difícil de manejar por sus esquinas elásticas. Extendela bien sobre una superficie plana y uní las puntas inferiores con las superiores. Asegurate de hacer coincidir bien las esquinas para que el pliegue quede uniforme.
- Luego, comenzá a doblarla en secciones más pequeñas hasta que tome la forma de un cuadrado perfecto. Este paso es clave porque convierte la sábana ajustable en una pieza mucho más manejable, similar a una sábana común.
- Una vez logrado el cuadrado, continuá doblándola en pliegues más compactos hasta formar un pequeño bolsillo. Dentro de este espacio, guardá el resto de la sábana ajustable, asegurándote de que quede bien firme y sin bordes sueltos. Con este método, la sábana ajustable quedará prolija, cuadrada y lista para almacenar sin ocupar demasiado espacio ni desarmarse.
- A continuación, repetí el proceso con la sábana plana. Doblala con cuidado y, antes de finalizar, colocá dentro la sábana ajustable ya doblada. De este modo, ambas quedarán juntas en un solo paquete, evitando que se dispersen o se mezclen con otras prendas. Para completar el conjunto, tomá las fundas de almohada y doblalas bien pequeñas. Luego, introducilas en el mismo paquete para que todo quede unificado y fácil de encontrar cuando lo necesites.
Este truco no solo mantiene el orden en el placard, sino que también prolonga la vida útil de las sábanas, ya que al doblarlas correctamente se evita que se formen arrugas profundas o pliegues que puedan desgastar la tela con el tiempo. Con este método, cada vez que busques un juego de sábanas, lo encontrarás listo para usar, sin necesidad de volver a acomodarlo o plancharlo.
Cómo quitar manchas difíciles de las paredes sin dañarlas
Las paredes suelen ensuciarse con facilidad, ya sea por manchas de dedos, grasa o marcas de muebles. Aunque la limpieza puede parecer un desafío, existe un truco casero muy efectivo que permite eliminar estas manchas sin afectar la pintura ni dejar rastros de humedad. Para este método, solo se necesitan tres ingredientes básicos que seguramente ya tenés en casa: una taza de vinagre blanco, media taza de agua tibia y un paño limpio.
- El proceso es muy simple y no requiere productos costosos ni agresivos. Primero, mezclá el vinagre con el agua en un recipiente y revolvé bien para que la solución quede homogénea. Luego, tomá un paño limpio, preferentemente de microfibra para evitar que deje residuos, y humedecelo en la mezcla.
- Es importante que el paño esté apenas húmedo y no empapado, ya que el exceso de líquido podría afectar la pintura de la pared.
- Luego pasalo con suavidad sobre la mancha haciendo movimientos circulares. Este método es ideal para eliminar huellas dactilares, manchas de grasa en la cocina o marcas dejadas por el roce de muebles. En el caso de manchas más difíciles, podés repetir el proceso aplicando un poco más de presión, pero siempre con cuidado de no frotar demasiado fuerte para evitar desgastar la pintura.
Una vez eliminada la mancha, tomá otro paño seco y pasalo sobre la superficie para retirar cualquier exceso de humedad. Este último paso es fundamental para asegurarse de que la pared quede completamente seca y sin marcas de limpieza.