Barcelona le ganó al Chelsea inglés por 3 a 0 en otro recital europeo de Messi, que le dedicó dos goles a Ciro, su tercer hijo.
Thank you very Messi
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Había llegado la hora de la verdad, la primera final de la temporada para el Barça. La ventaja era mínima tras el empate a uno de la ida y el ambiente era el de las noches mágicas. Barcelona recibía con temperatura casi primaveral al equipo londinense y su séquito de más de 5000 hoolingans que dieron color a la ciudad durante toda la jornada.
En la previa todos daban a Barcelona como favorito y el entrenador italiano del Chelsea se apuró a sumarse a ese presagio. Conte sabía que vestirse de cordero era lo más sensato jugando fuera, contra un equipo imbatido y con una desventaja mínima en el marcador. Se puso a la defensiva ya desde la previa y en el campo se esperaba exactamente lo mismo. Sabía que delante tenía al equipo que tiene al mejor. Esa es la única realidad; el favorito es el equipo que tiene a Messi. Y más en estas grandes noches europeas. Para estas ocasiones se inventó el fútbol y por estas noches sigue reinando en las audiencias de todo el mundo. Son estas noches donde todo el mundo mira a las estrellas y se deciden los galardones. Y Messi ya se lo sabe de memoria. El 10 quería dedicarle el partido a su tercer retoño. Ya lo hizo cuando nació Mateo y quiso hacer lo mismo con su nueva pulguita.
Todavía no se habían sentado los 97.183 que llenaron anoche el Camp Nou anoche cuando la pelota le llegó a Leo para convertir el gol más rápido de su carrera. Antes de que pasaran tres minutos el rosarino le dio la bienvenida a Ciro. Y por debajo de las piernas del arquero. Sonó como una bomba en toda Barcelona. Y es que el otro día el Cholo Simeone dio en la clave: si Messi llevara puesta la otra camiseta, por ahí ganaba el rival. Se demuestra cada partido, y según pasan los minutos. Después del primer cuarto de hora volvió a agarrar una pelota, y se adelantó a uno... a dos... ¡y a tres! para dársela a Dembelé que metió en el ángulo el segundo. Ahí es cuando todos se rinden a la evidencia, pero nadie sabe de qué planeta vino para dejar en el camino a tanto inglés.
El Barça jugaba bien de forma intermitente pero tampoco lograba el control de otras ocasiones. La retaguardia seguía siendo la línea más débil, a pesar de que Umtiti estuvo inmenso. El Chelsea solo jugaba a la contra. El plan era presionar atrás, intentar robarla y dársela a William para que corra e intentase conectar con el talentoso Hazard, a ver si acertaba una. Así tuvo un par de opciones, pero Ter Stegen estuvo a la altura de toda temporada: muy arriba. Se llegó al descanso entre aplausos, con el respetable eufórico y rendido al capitán de la selección argentina.
El Chelsea salió fuerte en la segunda parte porque sabía que era o marcar dos o bye bye. Jugó mejor, la tuvo más. Logró encerrar por momentos atrás a los locales. Presionaban y echaban cada vez más atrás a los de Valverde, que hizo dos cambios antes del minuto 60’. Sacó del campo a Iniesta y Dembelé y se asentó para asegurarse el pase. Ahora era el Barça el que salía a la contra, y en una de esas Suárez se la dio a Messi y se volvió a ir de uno, de dos... de todos. Golazo, 3 a 0 y media hora para ver al Chelsea reaccionar o salir humillado de la Champions. Ahí es cuando te das cuenta de que Messi es too much.
Los blues siguieron intentando acortar distancias y Barcelona se acomodó en el toque y en las contras. Los dos equipos tuvieron opciones e incluso los británicos mandaron un par de pelotas a la madera. Pero el marcador ya no se movió y el Camp Nou cantó mientras los ingleses miraban en silencio. Y así se acabó el partido y se decidió la eliminatoria. Con él. Otra vez él, gracias a él. Para Ciro y para Barcelona. Para los ingleses y para toda Europa. Para el mundo entero: God save the King.