-¿Qué pensás de ella?
-Es muy buena persona. Ayuda un montón. Le dio una mano a mucha gente y también a muchas boxeadoras.
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La campeona trabaja en una distribuidora de YPF Gas del carril Rodríguez Peña, donde atiende al público hace cuatro años y medio. | Foto: Ramiro Gómez / Los Andes
Desde el asiento del acompañante veo el perfil del "Bombón asesino". Tiene la nariz respingada, perfecta. No es la nariz de una ex boxeadora. No es el perfil de una mujer castigada a golpes y a angustias. Se la ve hermosa, feliz. Su ropa de obrera equilibra el cuadro.
Son las 17.45 y el sol del invierno empieza a acostarse. Yésica Marcos salió hace un rato de su trabajo, en una distribuidora de YPF Gas del carril Rodríguez Peña. "Atiendo al público. Hace cuatro años y medio que estoy ahí. Hasta hace poco era la única mujer entre un montón de hombres. Ahora hay dos mujeres más", cuenta.
-¿Te gusta lo que hacés?
-Sí. Me siento bien. Me tratan bien. Capaz tengo me hacen rabiar algunos clientes, pero nada grave.
-¿Cómo conseguiste este trabajo?
-Me lo ofreció uno de los encargados, una vez que yo publiqué en las redes que necesitaba trabajar.
Maneja tranquila y segura. Le habla a quienes se le atraviesan en el camino. Les habla, no los insulta. "¡Cuidado, viejito!", le dice a uno, que cruza la calle sin mirar a los costados. Y disminuye la velocidad y hasta se detiene totalmente, para dejar pasar a un perro, un gato, tres perros, cuatro… "¡Cuidado, perrito, cuidado!", dice.
Los animales son su debilidad. Todo es por ellos. "Sí, gasto más en comida para perros que para alimentarme", dice.
Cuenta, con gracia y sólo para cuantificar su cariño, que hace unas semanas "un vecino lo pateó a uno de mis perros, me fui a buscarlo y le ofrecí piñas. Porque me pueden hacer cualquier cosa, menos pegarle a uno de mis perros. Pero… ¡no aceptó el muy cagón!".
Tiene 10 perros, "siete caniches, un labrador y dos mestizos" y por ellos ha resignado mejores condiciones de viviendas, de trabajo, de todo. Sin ir más lejos, esta entrevista se pautó ajustada a ellos. "Salgo del trabajo, te paso a buscar y nos vamos a casa, porque tengo que darles de comer", dijo cuando acordamos el encuentro.
Y la entrevista también tiene el tiempo limitado por una mascota. "Tengo que llevar al gato de mi suegra al veterinario. Así que, apenas terminamos, te llevo hasta la calle Tucumán porque voy a una veterinaria de por ahí", advirtió.
Y no es una postura. Su voz se endulza, sus gestos se vuelven suaves cuando de animales se trata. "Si, gasto más en ellos que en mí. Hay que tenerles mucha paciencia, darles tiempo, cocinarles, cuidar su salud. Son mi familia", dice.
En 2021, en plena pandemia, había quedado varada en San Luis con sus animales. Se había ido a Chile un tiempo y después a tierra puntana, buscando mejor pasar. Allí quedó aislada, sin trabajo, "sola con mis perros", había contado en ese momento.
Y con sus perros logró regresar. No fue fácil ese retorno. Vivió casi en una tapera montada en su terreno. Después las cosas se fueron acomodando. Apareció el trabajo en la distribuidora de gas, una mejor vivienda y los afectos.
-Si pudieras elegir, ¿qué elegirías ser?
-Boxeadora. Yo elegí el boxeo.
-¿Siempre quisiste ser eso?
-Antes quise ser maestra jardinera. O policía.
-¿Creés que hubiera sido un destino mejor?
-No sé. Lo que me tocó estuvo bien.
Yesica Marcos, ternada para el premio "Firpo"
El “Bombón asesino” debutó como profesional el 5 de septiembre de 2008 y obtuvo numerosas coronas. | Foto: archivo
Salimos a dar una vuelta y me muestra su terreno, donde planea construir su casa. "Quisiera que fuera más grande, para tener más animales, pero bue… es lo que tengo".
-¿Dónde te gustaría vivir?
-Me gusta la vida silvestre, más en el campo.
-¿Conociste algún lugar ideal?
-Sí. Recuerdo un sitio en Francia, en la campiña, con mucho verde y muchos árboles. Acá, en Mendoza, me gusta la zona de Tunuyán. Y también me gustan algunos lugares de La Pampa.
-Te gusta la soledad…
-Sí. Me siento bien sola. Soy solitaria. Me gustan esos lugares donde no hay nadie y uno no se tiene que andar peleando con los vecinos…
Su ropa de trabajo la hace ver más dura aún, más curtida. "Son casi todos varones en mi trabajo. Antes eran todos varones, ahora hay otras dos mujeres. Yo fui la primera".
-Pero estás acostumbrada a los ambientes masculinos…
-Sí, el boxeo es muy varonil y en nuestro tiempo fuimos las primeras mujeres. Con el tiempo eso fue cambiando…
-¿Eso se nota también en lo que pagan?
-¡Claro! La gente cree que yo hacía mucha plata, pero la verdad es que a las mujeres ¡no les entra un carajo! Son mentiras que pagan bolsas grandes. Al menos no fue así en mi caso y creo que no lo es en ningún caso. El boxeo femenino está muy desvalorizado.
-¿Tenés relación con ese ambiente todavía?
-No. Ninguno. Hace casi 8 años que me fui.
-¿Lo extrañás?
-No. Pero estoy conversando con el director de Deportes de la Municipalidad (de San Martín) para ver si encontramos algún lugar para dar clases de boxeo. Eso sí me encantaría.
-¿Y cuál sería el primer consejo para una de tus alumnas?
-Les recomendaría seguir adelante, siempre seguir adelante. Por más caídas que tengas, hay que seguir adelante.
yésica - alejandra
Yésica admira a "La Locomotora" Oliveras, que por estas horas da su más dura pelea. | Foto: gentileza
-¿Te debe algo el boxeo?
-No. Conseguí todo. Sólo me hubiera gustado ganar un poco más para comprar un terreno más grande.
-¿El deporte te dio buenos momentos?
-¡Sí, el mejor de todos, que fue cuando fui campeona por primera vez! Fue un momento de mucha felicidad. El mejor momento de mi vida me lo dio el boxeo.
-¿Te dio algo más?
-Mucho aprendizaje.
Dice que le queda pendiente "ser madre". Que ese es su sueño. Que lo cumplirá algún día. Y eso es muy posible, porque Yésica Marcos cumple sus sueños.
En su ciudad, San Martín, ella es parte de la historia. Todos la miran con respeto porque saben que nada le fue fácil y que su gloria, sea como sea, la ganó con esfuerzo.
Además, y esto es una verdad absoluta, Yésica nunca dejó de ser una mujer humilde. Nunca, jamás. Siempre fue la vecina de San Martín, la joven que venía desde muy abajo, la chica que soñó con una vida mejor y que la construyó varias veces, aun cuando se le derrumbaba.
"Levantarse, siempre levantarse", dice ella, todavía hoy, como un latiguillo, como una declaración de principios.
Fotogramas
Se mueve como si fuera una niña, jugando en el patio de su casa. Una media sonrisa, como si estuviera imaginando aventuras con finales felices. No parece una mujer de 39 años que ha tenido una vida dura, intensa, salvo por las profundas cicatrices que hay en sus dos brazos. Algunas parecen antiguas, cómo de una niñez injusta que se niega a quedarse en el pasado. Otras son más recientes.
Yésica la pasó mal de niña, la pasó mal después también. Siempre peleó, en el ring y en la vida. Llegó a estar prácticamente sin techo y también coqueteando con la muerte, internada en terapia intensiva. Pero ella siempre se levanta. Es esencialmente una mujer optimista.
Yésica Marcos da respuestas convencionales, cortas, de casete, que le permite dejar satisfecho a quién consulta. Parece una niña. No lo dice pero lo muestra en cada gesto, en cada mirada, y los niños pasan del llanto a la risa y de vuelta al llanto con enorme facilidad. Yésica parece hacer equilibrio entre ambos.
Esta muchacha morocha, este "Bombón asesino", no tiene nada de homicida salvo para el marketing. Yésica no sabe mentirse. Su nombre, repetido en los diarios una y otra vez, no la ha cambiado ni un poquito. Se sigue comportando como la muchachita humilde, hermana de 20 hermanos y con una vida dura, sufrida, a veces hasta cruel.
Le gusta desafiar. Le encanta bromear. Así hace todo, todo el tiempo. "¡Venga, suegra, que vamos al veterinario!", le grita a la señora dueña de la gata enferma. "¡Suegra, me dice…!", rezonga la mujer, prendiéndose en juego.
Es la madre de la actual pareja de Yésica, otra mujer sanmartiniana, pero las formalidades del matrimonio aún no han llegado y eso parece ser lo que reclama la "suegra".
Yésica se ríe. Bromea. A veces es difícil saber si está hablando en serio o no. Es probable que sea una forma de mantenerse impermeable a cualquier crueldad, a cualquier mal trago. Ella sabe mucho de eso.
A pesar que su vida de cartel luminoso ya es historia, el "Bombón asesino" sigue vigente. Todavía se preguntan por ella en los ambientes deportivos. Es que, de tanto y tanto andar, es parte de la identidad de un pueblo. Así ocurre con los ídolos.
Dice que "La Locomotora" Oliveras "va a salir adelante. Es una mujer fuerte". El ACV que sorprendió a Alejandra y la mantiene internada, afectó a Yésica. Vuelve a traer a Oliveras a la charla una y otra vez, al menos de pasada, como para asegurarse que el pensamiento sea un rezo, una plegaria.
"Es muy buena persona", insiste, pese a que no han tenido tanto contacto entre ellas, apenas un par de veces. "Ayudó mucho a muchas chicas boxeadoras", insiste, y en ese "ayudó" hay mucho más que consejos técnicos. Hay cierto padrinazgo, cierta contención en momentos difíciles, cierta protección contra el hambre y los abusos.
Para el ambiente, Alejandra Oliveras es bastante más que una pugilista, que una entrenadora, que una figura marquetinera.
Yésica Marcos se concentró en Tunuyán
Sin luces
El boxeo es una metáfora exagerada de la vida. Logros y traspiés que para el común son pequeñas circunstancias cotidianas, en el box son la gloria o el fracaso más absoluto. Entonces, si para el hombre común la jubilación parece un paraíso a alcanzar pero, cuando llega, se parece mucho al olvido y muchos buscan seguir en actividad "al menos para hacer algo", para el boxeador ese sentimiento de olvido, de ausencia, está potenciado al extremo. Y, para colmo, además de la falta de luces y aplausos, se le suma la falta de ingresos.
Son generalidades pero, si un hombre común termina su carrera laboral a los 65 años, un boxeador la culmina a los 35. ¿Qué hace el resto de la vida? Con poca preparación para afrontar otra actividad y quizás hasta con secuelas por su carrera, el resto del camino se hace cuesta arriba.
Para Yésica Marcos el bajarse del ring tampoco fue simple. Pasó momentos complejos, duros, de carencias. Pero ahora parece que la calma ha llegado a sus días. Que la estabilidad, aún sin luces, es un buen estado.
Atrás queda la gloria. Por más que el mundo sea cruel y tenga muy mala memoria.
Ella, con guantes
Yésica Marcos, "El bombón asesino" para el mundo del box, debutó como profesional el 5 de septiembre de 2008, en el polideportivo San Pedro, de San Martín, venciendo por decisión unánime a Cristina Pacheco.
El 14 de marzo de 2009 obtuvo el título sudamericano supergallo al vencer por puntos a Adriana Herrera, en el Club Atlético San Martín de Mendoza. El 20 de octubre del mismo año obtuvo el título argentino de la división, al vencer a Marisa Johanna Portillo.
El 9 de abril de 2010 fue designada campeona mundial interina de peso supergallo de la WBA, al vencer en decisión unánime a Simone Da Silva Duarte en el teatro griego Juan Pablo Segundo de San Martín.
Defendió exitosamente la corona en tres oportunidades hasta que se coronó definitivamente campeona mundial de la categoría el 6 de octubre de 2012, luego de vencer a Dayana Cordero por nocaut técnico.
Además, el 8 de octubre de 2011 obtuvo también el título de campeona mundial interina de peso supergallo de la WBO, al vencer por decisión unánime a Simone Da Silva Duarte, título que confirmó definitivamente el 16 de marzo de 2012 al vencer a Ana Julaton.
Ping pong
-Una música: Ana Gabriel.
-Una ropa: Jogging.
-Un ejemplo: Hoy, Alejandra Oliveras (Locomotora).
-Algo que desees: Tener un lote grande, para hacer una cancha de futbol y perrera.
-Cómo querés que te recuerden: Como soy: loca, humilde, normal.