La Fundación Conín atraviesa uno de los peores momentos de su historia asistencial en Mendoza. Hace dos meses y medio que no logra pagar los sueldos a sus 61 empleados en relación de dependencia y, a raíz de esta situación, 15 profesionales de la salud renunciaron. El impacto ha sido devastador: desde marzo, su presidente y fundador, el médico Abel Albino, debió cerrar servicios esenciales como fonoaudiología, audiología, odontología, psicopedagogía, psicología y kinesiología. En total, más de 500 niños y niñas de toda la provincia se vieron afectados.
Actualmente, solo continúan funcionando las áreas de pediatría, nutrición y trabajo social, y con profesionales sobrecargados. “Las áreas de gestión y dirección médica de todos los centros hemos tenido que dejar de hacer nuestro trabajo y ahora estamos abocados a la atención de los chicos. Vamos atendiendo los casos con mayor urgencia y prioridad sanitaria o alimentaria. Es una crisis muy difícil”, explicó a Los Andes Gabriela Sabio, directora asistencial de Conín.
La desesperación llevó a Albino a publicar un video en las redes sociales de la fundación para pedir ayuda. En Instagram, lanzó un llamado a la sociedad: “Necesito pedirles ayuda mensual porque no puedo pagar los sueldos del personal, ni puedo comprar el equipamiento que necesito. Trabajamos hace 32 años tratando de quebrar la desnutrición infantil en Argentina; hemos recuperado en nuestros centros de prevención a 45.500 chicos. ¿Nos pueden donar lo que vale medio tanque de nafta por mes o lo que vale una caja de leche de un kilo?”.
Una crisis que venía gestándose
Según relató Sabio, la crisis actual no surgió de un día para el otro. Se remonta a los años de pandemia, cuando los montos de las donaciones no se actualizaron. A eso se sumó la profunda crisis económica nacional y el ajuste fiscal del nuevo gobierno. “Los recursos disponibles, afectados por la inflación y los aumentos pactados en paritarias, no fueron suficientes para cumplir con nuestras obligaciones”, explicó.
Conín cuenta en Mendoza con dos centros modelo: el Centro de Recuperación Nutricional (CRN), ubicado en Las Heras, con servicio ambulatorio e internación las 24 horas para casos graves; y el Centro de Prevención de la Desnutrición y Promoción Humana (CPP), que funciona también como modelo replicado en todo el país. Además, la fundación posee una unidad móvil que solía recorrer distintas zonas, pero que también dejó de operar por motivos económicos.
“Había varios puestos vacantes. Se han producido renuncias por el atraso del pago de salarios. No hemos podido pagar marzo ni abril. Muchas personas no pueden seguir trabajando con nosotros”, detalló Sabio. “Esto afecta directamente a los más de 500 niños de la provincia que dependen del programa”, agregó.f
Un pedido de ayuda sostenido
Con la campaña solidaria lanzada esta semana, Conín intenta resolver dos frentes clave: sumar socios individuales que realicen donaciones mensuales estables y conseguir que las empresas colaboren de forma sistemática y no solo a través de aportes extraordinarios. Esta última modalidad, explica Sabio, ha sido útil en ocasiones, pero no permite garantizar continuidad en los servicios ni cumplir con los salarios.
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Son 500 chicos y chicas que reciben asistencia alimentaria y sanitaria en los centros de Conín. | Foto: Gentileza Conín.
“Llevamos dos años con problemas con la masa salarial, cubriéndola con donaciones extraordinarias. Veníamos pagando tarde, pero dentro del mes en curso. Este año no hemos logrado esas donaciones excepcionales y eso nos dejó sin margen”, afirmó la médica.
La fundación promueve, entre otras alternativas, que empresas apadrinen a niños atendidos en forma ambulatoria o internados. Además del beneficio social, los aportes permiten desgravar impuestos. También están activos otros programas como el reciclado solidario y el “Marketing con causa”, una estrategia en la que la empresa dona un porcentaje de sus ventas mientras promociona su compromiso con causas sociales.
Un retroceso dramático
Sabio recuerda que antes de la pandemia, la fundación tenía previsibilidad económica gracias a empresas que apadrinaban niños y presentaban proyectos con devolución. Eso permitía mantener los sueldos y planificar a largo plazo. “Teníamos sustentabilidad. Hoy, ya no”, lamentó.
Las donaciones —tanto particulares como empresariales— representan el 90% de los ingresos de la organización. Aunque no se retiraron los socios, los montos quedaron congelados. “Primero con la pandemia, luego con la inflación y el ajuste de 2023 y 2024. No fue posible pedirles más a los socios, y los costos salariales subieron muchísimo. El empobrecimiento fue del 70% en los últimos meses”, puntualizó.
Hoy, las donaciones alcanzan solo al 30% de lo necesario para sostener las operaciones. “Nuestros socios cubrían la nómina de sueldos para todas las acciones. Hoy, no llegamos ni al 30%. Es una situación insostenible”, subrayó.
Profesionales agotados, niños en riesgo
El desgaste humano también hace mella. “Ha sido un desgaste total. Se ha producido un atraso que impide afrontar el pago de salarios y eso nos hace perder a nuestros profesionales, que son altamente capacitados”, lamentó Sabio. Y aclaró: “Conín no es solo leche. Nuestras acciones son mucho más amplias que lo nutricional. Trabajamos en el desarrollo integral del niño”.
El cierre de áreas clave como psicología, odontología o kinesiología deja a cientos de niños sin atención, salvo que logren ingresar al sistema público. Pero muchos de ellos no tienen obra social y se encuentran en situación de vulnerabilidad extrema.
Los profesionales que aún sostienen el trabajo están atendiendo con criterios de urgencia y con una gran sobrecarga. “El resto de los servicios están resentidos. Brindamos atención con orden de prioridades”, dijo la directora.
Cómo colaborar
Las donaciones mensuales pueden hacerse a través del sitio oficial de la fundación Conín (https://conin.org.ar/). El monto de ayuda mensual sugerido es de $6.000, aunque se pueden donar $6.000, $12.000, $18.000 y hasta $30.000 al mes, lo que equivale al padrinazgo de un niño.
En medio del colapso, el mensaje de la fundación es claro: sin apoyo sostenido, no podrán seguir asistiendo a quienes más lo necesitan.
El corazón solidario de Horneritos, al límite
No solo Conín está en crisis. Gabriela Carmona, fundadora del comedor Horneritos en El Algarrobal (Las Heras), atraviesa un año especialmente duro. “Cada vez hay más demanda”, advierte. Anoche mismo, cocinaron una carbonada para unas 1.500 personas, pero los insumos no alcanzan y los recursos son cada vez más escasos.
“Tenemos una cuadra de abuelos, personas con discapacidad y embarazadas. Y tres cuadras completas de familias esperando. No tenemos cupo, pero si alguien viene a pedir comida y hay, se la damos igual. Siempre se cocinan entre 50 y 60 porciones más”, cuenta.
La situación empeora en los meses fríos, cuando muchos changarines se quedan sin trabajo. Gabriela explica que no reciben donaciones del Estado, ni de la municipalidad ni de iglesias: “Solo contamos con la ayuda de familias particulares, que vienen y hacen su pequeña donación. Cocinamos con lo que hay”.
El comedor nació durante la cuarentena por Covid-19, cuando Gabriela salió a pedir huesos en carnicerías y cocinó en dos ollas enormes. Ese día llegaron 50 personas. Hoy, el número supera ampliamente las 1.000 cuando allí se cocina la cena, que suele ser dos veces por semana.
Para ayudar, se puede transferir al alias Comedor.Horneritos por Mercado Pago, o al alias juntos.horneritos, o llamar al 2613 13-6783. También se reciben alimentos frescos y no perecederos en la casa de Gabriela.