Tener hígado graso puede que sea por diversos factores como mala alimentación o anomalías metabólicas, pero este hallazgo no procede de remedios caseros sin sustento. Viene de investigaciones in vitro y en modelos humanos que vinculan a esta fruta con una mejora significativa en la función hepática. Por eso, conviene entender cómo actúa y cuánto necesitas para notar cambios reales.
La ciencia respalda un cítrico como aliado del hígado por su antioxidante naringenina que ayuda a depurar grasa y reducir la inflamación hepática, sin pastillas ni dietas extremas. Desde Journal of Nutritional Biochemistry y Clinical Nutrition destacan la naringenina, flavonoide abundante en el pomelo, por su capacidad para estimular la beta-oxidación de ácidos grasos en el hígado y disminuir la lipogénesis.
hígado graso
Esta fruta puede ser el primer paso para terminar con el hígado graso.
WEB
Una fruta como el pomelo ayuda a combatir la acumulación de grasa hepática
Añadir medio pomelo al desayuno puede ser una forma refrescante de ayudar a tu hígado. Esto equivale a 150 gramos que aportan solo 60 kcal y 15 gramos de carbohidratos, pero entrega 100 % de la vitamina C diaria, esencial para sintetizar glutatión, el antioxidante maestro del hígado.
Es por eso que el pomelo favorece la descomposición de triglicéridos y ayuda a reducir la esteatosis hepática no alcohólica (EHNA). Además, sus antioxidantes disminuyen citoquinas pro-inflamatorias, clave para frenar la evolución hacia fibrosis.
hígado graso
Esta fruta puede ser el primer paso para terminar con el hígado graso.
WEB
Aportar medio pomelo diario a tu alimentación es un gesto simple, económico y avalado para apoyar la solución del hígado graso. No es un truco mágico, sino que debe acompañarse con ejercicio, pérdida de peso moderada y reducción de ultraprocesados.