Estás sentado, charlando o mirando el celular, y de repente te descubrís mordiéndote las uñas. Aunque parece un simple gesto, la psicología, la salud y la ciencia coinciden en que este hábito automático dice más de vos de lo que imaginás.
Aunque muchos lo ven como un mal hábito, la psicología, la salud y la ciencia tienen otra lectura sobre quienes se muerden las uñas sin saberlo.
Estás sentado, charlando o mirando el celular, y de repente te descubrís mordiéndote las uñas. Aunque parece un simple gesto, la psicología, la salud y la ciencia coinciden en que este hábito automático dice más de vos de lo que imaginás.
Este comportamiento automático y persistente es tan común que, según datos de la Asociación Americana de Psiquiatría, al menos un 20% de la población mundial se muerde las uñas de manera habitual. Muchos lo asocian con los nervios, la ansiedad o el aburrimiento, pero lo cierto es que hay mucho más detrás de este acto repetitivo.
La psicología define este comportamiento como “onicofagia” y lo ubica dentro de los llamados “trastornos del control de impulsos”. Pero no hay que alarmarse: no siempre implica un problema clínico.
Según un estudio de la Universidad de Montreal, muchas personas que se muerden las uñas sin darse cuenta no lo hacen por ansiedad, sino por una búsqueda inconsciente de perfección o control. “Es una forma de descarga emocional y puede aparecer incluso en momentos de calma, como una especie de ‘tic’ mental”, explica el investigador Kieron O’Connor, autor del estudio.
Otra mirada interesante es la que propone la Universidad de Nottingham, que encontró que quienes realizan este tipo de comportamientos repetitivos suelen tener cerebros más activos en situaciones de frustración o aburrimiento. Es decir, morderse las uñas no es solo un reflejo de estrés, sino también de una mente inquieta que busca estímulos.
Desde la perspectiva de la salud, la onicofagia puede tener consecuencias físicas (como infecciones, dolor o daños en las encías), pero también puede ser una señal para prestar atención al mundo emocional.
La ciencia del comportamiento ha descubierto que los hábitos como este están profundamente ligados a circuitos neuronales que se activan sin que intervenga la voluntad. En otras palabras, si te mordés las uñas sin darte cuenta, no es falta de voluntad: es tu cerebro repitiendo una acción que aprendió como forma de regulación emocional.
Lo más curioso es que muchas personas que se muerden las uñas lo hacen más cuando las cosas “van bien” que cuando están bajo presión. Esto desafía la creencia de que es un signo puro de estrés y lo transforma en algo más complejo: una pista del modo particular que tiene tu mente de procesar la rutina, el entorno y las emociones.
Si alguna vez pensaste que morderte las uñas era solo un mal hábito, tal vez quieras repensarlo. Ese gesto mínimo, repetido sin conciencia, podría estar diciéndote mucho sobre vos.