Nuestras acequias

Hubo un tiempo en Mendoza en el cual nos sentíamos maravillados por las acequias que teníamos. Nuestros músicos les componían canciones a ellas y hablaban de sus aguas cantarinas, corriendo alegres por un lecho limpio y transparente. Claro, ese tiempo fue aquel en que los mendocinos cuidábamos las acequias; no tirábamos basura, las amas de casa no barrían las hojas y los desperdicios adentro de ellas. Hasta habían tomado la costumbre de pasar el lampazo para que brillaran las veredas, que le daban marco a esas hermosas y limpias acequias.

Hoy las cosas cambiaron. Nuestras acequias son el basurero de nuestras calles. A ellas se arroja cuanto desperdicio producimos los maleducados habitantes de esta tierra. El paquete de cigarrillo terminado, el vaso ya usado con el café al paso, la etiqueta de las galletitas que vamos consumiendo, y ni hablar de los envases de gaseosas que ya son un grave problema en el planeta. En eso se han convertido nuestras antiguas hermosas acequias. Y no es por la falta de cuidado de nuestros gobernantes, porque en gran medida, ellas son limpiadas. Nuestras acequias basureros, se han convertido en eso, gracias a nosotros, los habitantes de estos lugares.

Hemos perdido la costumbre de cuidarlas, de no ensuciarlas. Ahora, cuanta cosa desechable tenemos, va a ellas. La ciudad más limpia es la que menos se ensucia - dice el eslogan - y en este aspecto, somos bien sucios los mendocinos con nuestras pobres acequias, convertidas hoy, en el basurero del pueblo.

Osvaldo Enrique Arriaga
 DNI 6.800.735

LAS MAS LEIDAS