Una teniente sancarlina, en la búsqueda del San Juan
Es parte de la Armada Argentina y desde un buque maneja el sonar que busca señales de la nave desaparecida hace 4 meses.
Una teniente sancarlina, en la búsqueda del San Juan
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A cuatro meses de su desaparición, saber qué pasó con el submarino ARA San Juan es una incertidumbre que duele a los argentinos, pero para la mendocina Estefanía 'Tati' Moreni se ha convertido en un reto casi personal y una condición clave para volver a tener esperanza.
Y no lo es sólo porque, desde noviembre, participa en los operativos coordinando la búsqueda desde su buque ARA Spiro (P-43), sino porque necesita dar sentido a la osadía de dejar a su pequeña de dos años en tierra para adentrarse por meses en el mar. Y porque le urge dar con la nave que desapareció, llevándose a su íntima amiga, colega y "madrina naval" Eliana Krawczyk.
Tati, como la conocen todos en su Eugenio Bustos natal, es teniente de fragata de la Armada y, tras la desaparición del ARA San Juan, está al mando de los rastrillajes que se realizan con equipamiento especial desde su corbeta, donde cumple el cargo de jefe de Armas Submarinas.
"Si tengo esperanzas de dar con los restos del ARA...", repregunta para sí la sancarlina: "Sí, totalmente. En eso trabajamos, tratamos de poner lo mejor para encontrarlos". Pese a las pérdidas, pese a los días que gasta persiguiendo ecos que le permitan soñar que es el submarino que los devuelve, pese a la ausencia de resultados... Estefanía no resigna su fe.
“Necesitamos saber qué pasó. Tenemos varias hipótesis, pero por respeto a los familiares de los tripulantes y de la búsqueda es preferible hablar cuando se tengan pruebas contundentes”, dice esta mujer de 30 años, que sin tener ningún uniformado en su familia, desde niña supo que “algún día formaría parte de la Armada”.
El ARA San Juan perdió contacto con el territorio el 15 de noviembre del año pasado, con sus 44 tripulantes a bordo. Al principio se tenía esperanzas de encontrarlos con vida, pero las mismas se fueron extinguiendo con el paso de los días.
Ahora se buscan sus restos para conocer los motivos de su desaparición. Esa es la misión de Tati, quien en noviembre zarpó en su buque ARA Spiro hasta febrero y luego volvió al mar con la corbeta ARA Grandville.
Su esposo, Luciano Yamil, también es teniente de fragata y estuvo abocado a la búsqueda del ARA en la misma época pero en otro buque, pues al ser pareja no pueden compartir misión.
Días atrás, Estefanía y su familia estuvieron de visita en Eugenio Bustos y aprovecharon para tomarse un respiro antes de volver a los rastrillajes marítimos. Durante su estadía, el intendente de San Carlos, Jorge Andrés Difonso, le realizó un homenaje por su valor y entrega.
Cómo lo buscan
“La Armada no tiene intenciones de frenar la búsqueda”, asegura la teniente naval, “sin embargo, es cierto que cada vez contamos con menos apoyo. Antes estaban las naves y buques brasileños, rusos, de EEUU, chilenos, uruguayos, etc. Hoy sólo nos apoya Rusia en la tarea”, cuenta.
De los operativos, participan las unidades dependientes de la División de Patrullado Marítimo, ubicada en la Base Naval Mar del Plata, donde están asignados Estefanía y Luciano.
La tarea de Tati es manejar el equipamiento para "detectar contactos submarinos". Las exploraciones se realizan a través de un sonar, que está ubicado en el buque, desde la superficie del mar.
El instrumento lanza sonidos que viajan a través del medio acuoso distancias de entre 200 a 1.300 metros hacia el fondo del mar, el que vuelve en forma de eco cuando choca contra algún elemento.
“Nosotros estudiamos esos ecos. Cuando detectamos algo, se envía un ROV (vehículo no tripulado) para que informe -mediante cámaras- de qué elemento se trata”, explica la teniente, y agrega: “La tarea no es nada sencilla, muchas veces son imperfecciones, formaciones rocosas, etc.”.
El gran problema para Moreni es que “un submarino está diseñado para no ser descubierto” y frente a esta dificultad, el mar es demasiado extenso. De todos modos, la mujer señaló que el rastrillaje se realiza a partir del recorrido que tenía programado seguir el ARA San Juan. En realidad, se toma su “derrota”, es decir, el trayecto más posible debido a corrientes, vientos, errores instrumentales, etc.
“Estoy muy satisfecha con la carrera militar que he realizado”, dice la mendocina, que ingresó en 2007 a la Escuela Naval en La Plata y, cuatro años más tarde, se recibió formando parte de la tripulación de la Fragata Libertad por todo un año.
Es tradición de la Escuela que un alumno de 4° año adopte como “familia naval” a uno de 1°. Por su parecido físico y de carácter, Eliana Krawczyk -la única mujer a bordo del ARA San Juan- decidió adoptar a Estefanía y desde entonces se hicieron grandes amigas.
Krawczyk asistió al casamiento de Tati, se visitaban, compartían extensas charlas y Estefanía siempre se sintió protegida por su madre adoptiva. “Me ha costado mucho asimilar esa pérdida”, confió.