Hemos hablado muchas veces con Miguel, y no hay ocasión que no me emocione saber que este tipo —de amabilidad indestructible para responder, de lucidez nunca petulante, de receptividad para los análisis que uno puede ofrecerle sobre su obra— es el que compuso la banda sonora de los años que uno siempre va a extrañar. Además, que el tema principal de la entrevista gire en torno a Rockas vivas hace más apasionante esta nueva charla: son 40 años los del disco, así que celebrar resulta la cosa más natural para una leyenda de la música como él, y por eso es que tantos aún nos sumamos a su festejo.
MIGUEL MATEOS @simon_canedo-016
Miguel Mateos: el legendario rockero llega a Mendoza como parte de su gira Retrospectiva: Rockas vivas 1981-1985. Tocará el 26 de julio en el Arena Maipú.
El concierto que trae a Mendoza tendrá epicentro el próximo sábado 26 de julio, en el Arena Maipú, el mismo lugar donde tocó la última vez en Mendoza, presentando otro disco emparentado con Rockas vivas: Sinfónico, con versiones orquestales de sus clásicos.
Ahora, una vez más, con los 40 años de Rockas vivas corriendo en el calendario, Mateos decide celebrar esa cumbre de su carrera. Es el mismo año en que se están cumpliendo tres décadas de Pisanlov, que seguro compite para los mejores álbumes que grabó (este, sin Zas), pero el artista de 71 años bien disimulados no tiene problemas en deberse a su público.
La importancia de Rockas vivas, de Miguel Mateos y Zas
En esta entrevista, el músico reflexiona sobre el impacto el álbum que por mucho tiempo fue el más vendido de un artista argentino. También se abre para compartir detalles y anécdotas del contexto que hizo posible ese Rockas vivas y cómo sus canciones siguen resonando en un público que abarca "generaciones tras generaciones" (tomando ahora un verso de Cuando seas grande). Además, Mateos brinda aquí también detalles sobre los shows que viene realizando como parte de su gira internacional —titulada "Retrospectiva Rockas vivas 1981-1985" —, y se emociona al hablar de su conexión con los fans y de los proyectos musicales futuros, que incluyen una ambiciosa y postergada ópera rock con temática indigenista.
Mateos llegará con una banda afiatada que en nada tiene que envidiar a las formaciones que dieron inicio a Zas o a la que grabó Rockas vivas. Hoy su banda (una especie de Zas contemporáneos) está integrada por el guitarrista Ariel Pozzo, el bajista Charlie Giardina, el tecladista Leo Bernstein y dos músicos que tienen un lugar especial no ya sólo en la biografía musical, sino en la vital de Mateos. Por un lado, su hijo Juan Oliver, que se hace cargo también de la guitarra. Y por el otro, el que es, además, la mano derecha de Miguel: su hermano, el baterista Alejandro Mateos, que ha acompañado al cantante, guitarrista y tecladista en todos sus proyectos.
Es raro, sí. Pero estoy entrevistando al tipo que escribió parte de la música de mi vida y la charla parece que empezara por cualquier lado, una conversación iniciada, también, hace cuatro décadas.
—Se cumplen 40 años de Rockas Vivas, que se convirtió en uno de los fenómenos discográficos más importantes de Argentina. Cuando te subiste a hacer las primeras funciones en el Teatro Coliseo, ¿pensabas que podías estar haciendo historia para la música popular argentina?
—Indudablemente que no. Los 80 eran un vértigo tremendo. Sabía que estaba montado en una montaña rusa que nos llevaba. Se estaba moviendo el mundo y mi mundo, por lo menos. Rockas Vivas es un álbum en vivo y una síntesis de los tres primeros discos de Zas (Zas, Huevos y Tengo que parar), que estuvieron siempre debajo del radar, aunque había un reconocimiento in crescendo. Pero ese disco explotó. Y esa explosión, sin dudas, no la veíamos venir, hay que ser sincero. No en la dimensión que tuvo al menos, y menos que menos en su consistencia. Estamos hablando de algo que pasó hace 40 años. Jamás imaginábamos que iba a ser un ícono tan perdurable. Debe de tener sus razones para serlo. Tan humilde no quiero ser (risas). Pero nadie lo esperaba.
Las razones del éxito de Miguel Mateos
—¿Qué creés que contribuyó a convertirlo en un disco tan exitoso? ¿Solo las grandes canciones o cuánto ayudó el clima de época?
—Creo con toda sinceridad que son buenas canciones, sin dudas, pero es un disco con canciones elegidas de tres álbumes previos, junto con tres temas inéditos. Además, la novedad tiene que ver con un sonido, una forma de composición, de canto, que en ese momento, en el plano del rock nacional, no estaba presente. Nosotros vinimos a romper una hegemonía de canciones medio de garage o… no sé cómo llamarlas.
—Un hecho particular es que ese disco tan vendido no sea uno de grabación delicada en un estudio, sino un disco tocado en vivo…
—Es paradójico que el éxito sea de un álbum en vivo, pero a la vez eso deja instalada una impronta fuerte. No era fácil hacer discos en vivo en esa época, y el sonido en Rockas vivas sale victorioso. Eso lo hace más potente, le da una espontaneidad única y una gran fuerza particular. Tirá para arriba, por ejemplo, la más cantada de las canciones, era una canción que había integrado el disco anterior (Tengo que parar), pero también había por debajo del radar. Pero en Rockas vivas sonó como nunca. Rompió un molde.
La decisión de Miguel Mateos de grabar ese primer disco en vivo
—A pesar de esto, ese disco en vivo comenzaba, extrañamente, con un tema en estudio que tenía una apuesta tecno importante. ¿Cómo se dio esa decisión y cómo elegiste los otros temas?
—La idea de este show, en realidad, que hacemos como tributo, es también una retrospectiva, que me ayuda a volver a este disco que en ese momento fue una síntesis. Hubo canciones que habían quedado afuera de otras grabaciones: Sólo una noche más quedó suelta de Tengo que parar. Un mundo feliz estaba perdida sin encontrar su álbum... Pero lo de Perdiendo el control es completamente diferente. Me parecía interesante organizar algo que tenía que ver con el pasado. Discutí con el productor sobre eso. Quería poner algo nuevo que nos hiciera mirar hacia adelante. Sabíamos que al juntar los mejores temas de esos primeros álbumes y añadir algo que podía ser una apertura sónica y compositiva al futuro, íbamos a tener más crédito. Tenía esa canción que originariamente no había hecho en teclados, sino que era más folk y country. Pero por ese entonces empezaron a llegar a Argentina sintetizadores nuevos, más la batería Emulator… y nos lanzamos a investigar. Al trabajarla y grabarla, la canción se acercó al tecno y, al escuchar la mezcla final, todos, músicos y productor, sabíamos que iba a ser un clásico. Tenía mucho potencial. No nos equivocamos. También fue una rotura de moldes para mi forma de componer y arreglar.
—Mencionabas algo sobre hacer una retrospectiva en estos shows, que fue lo que hiciste en 1985 con ese disco…
—La retrospectiva que hacemos ahora hace honor a muchas canciones que a la vez quedaron fuera de Rockas vivas. Mi hijo (Juan Mateos, guitarrista del grupo de Miguel) me pidió que en este show tocáramos Luces en el mar y Lástima, nena, ambos del primer disco. Esa visión de alguien más joven me hizo ponerlas de nuevo en consideración. No solo por lo musical, sino por entender que cada canción tiene valor.
—Canciones compuestas por seres humanos y no por robots, como hoy, además…
—Totalmente. Juan vino con una app en el teléfono y me hizo una jugarreta: en dos minutos creó una canción con IA, un rock con letra de amor. Lo escuché y dije: “Se acabó todo”. Fue cuando estaba con este proyecto y pensé para atrás: ¿por qué no hacer esas canciones de esos años, hechas por borrachos o sobrios, en la oscuridad o bajo la lluvia, que tienen esa cosa orgánica? Para honrarlas. Y porque, además, este enemigo [la IA] es difícil de vencer. Puede que ese algoritmo de la IA tenga algo mío y componga imitando… es así.
MIGUEL MATEOS @simon_canedo-082
Miguel Mateos: el legendario rockero llega a Mendoza como parte de su gira Retrospectiva: Rockas vivas 1981-1985. Tocará el 26 de julio en el Arena Maipú.
—Volviendo al disco que celebran, hay momentos curiosos en la grabación, como cuando todo el público a coro canta Tirá para arriba o, ante un accidente en el show, cuando pedís “que tengan cuidado” porque “se ha caído alguien en un pozo”. ¿Creés que esa clase de cosas lo hacen, a la vez, más desprolijo y más vivo?
—Esas cosas le dan una autenticidad única. El público cantando Tirá para arriba es un momento de comunión, algo que no se planea, que surge. Y lo del "pozo"… eso fue espontáneo, un reflejo de la conexión con la gente. Es un disco en vivo, y esos detalles, aunque puedan parecer desprolijos, son los que lo hacen real, lo que lo convierten en un documento de un momento irrepetible.
Rockas vivas: un disco cuyo mensaje sigue vigente
—Tantos años después, ¿qué te dice la gente cuando te escucha tocar las canciones de este disco? ¿Cómo imaginás que es la relación del público con Rockas vivas? ¿Sigue diciendo cosas para la Argentina de hoy?
—La explosión en las redes que puedo ver o la respuesta a la gira… han sido contundentes. Parece que esas canciones siguen involucrando a la gente. Es un disco icónico, pero me parece que va más allá de eso. Habla de emociones universales, de lucha, de esperanza, y eso resuena en la Argentina de hoy, con sus desafíos. La gente lo vive como algo propio.
—¿Cómo será el show de Mendoza y los de tu gira? Dijiste que ibas a tocar canciones que hace mucho no tocás, incluso que no están en Rockas vivas…
—Así será. Por ejemplo, Bull Dog va a estar. También voy a rescatar en una versión muy potente a Hijos del Rockarnol. Vamos a tocar Mujer sin ley y Tengo que parar. Siento que me lo debía, así que seguramente grabaremos los shows. En escena habrá una sección de caños (N. de la R.: instrumentos de vientos de metal), para versiones muy poderosas. No vamos a tocar el disco exactamente igual a como se conoce, pero sí con el mismo espíritu, sumando canciones que complementan esa época.
La biografía de Miguel Mateos, escrita por Gustavo Bove
—A fines de 2023 se publicó El Jefe, tu magnífica biografía escrita por Gustavo Bove. ¿Qué sentiste al ver tu historia convertida en un libro?
—El trabajo de entrevistas para ese libro llevó muchos años, muchas charlas, experiencias en común. Le dije a Bove que no iba a ser la biografía definitiva, porque hay mucho más para contar. Pero es un gran trabajo, muy detallista. Ha tenido la complacencia de mucha gente y fans que lo han leído y se han mostrado muy contentos. Me he encontrado con el libro en lugares como Bogotá o en Chicago, con fans que me piden que se los firme, y eso es reconfortante.
—Tu último trabajo discográfico, Sinfónico, se conecta con Rockas vivas, ya que es un disco en vivo con muchos de esos éxitos. Pero, ¿estás trabajando en algo más?
—Este año tenía pensado seguir adelante con la ópera rock con la que vengo trabajando y se llama Los Tres Reinos. Está lista, compuesta y arreglada. Seguramente la tocaré en directo el año que viene. En marzo o abril haremos un teatro en Buenos Aires, en vivo, con orquesta, coro y cantantes, y eso será lo que viene.
rockas vivas
Portada de Rockas vivas, de Miguel Mateos Zas.
Rockas vivas y los discos que lo precedieron: el camino de un clásico
Zas, la banda que lideró Miguel Mateos y cuyo rótulo cambió muy pronto a Miguel Mateos/Zas tuvo un debut oficial soñado: el cuarteto fue elegido como banda soporte para la primera y única visita de Queen a la Argentina, en 1981. Eso permitió a la banda grabar su primer disco, titulado simplemente Zas (1982), que contenía un éxito inmediato (Va por vos, para vos), pero junto con él, un interesante grupo de canciones que iban del rock crudo (Hijos del rock n’ roll), el rockabilly (Cuando no ama en serio), blues con toques de rap (Todo está bien), o interesantes muestras de jazz rock (Luces en el mar, Lástima, nena), además de una fusión de rock y tango (Ochentango).
Luego llegó una de las cumbres creativas de Mateos: Huevos (1983), que indagó en la new wave y que contó con Pablo Guyot (GIT, Charly García) como guitarrista y cuenta con algunas de las mejores canciones del rock nacional de los 80: Un poco de satisfacción, Extra, extra, Un gato en la ciudad, En la cocina (Huevos), además de otras grandes canciones que serán rescatadas por este show de Mateos en Mendoza, como Mujer sin ley, Su, me robaste todo (metáfora de la represión setentista) o Exilio en París.
Luego llegó Tengo que parar, donde Mateos vira más hacia el pop rock y ofrece clásicos como el tema homónimo, Chico marginado, Ana la dulce o el que terminó siendo uno de los hits emblemáticos del rock nacional: Tirá para arriba.
Embed - Tirá Para Arriba (Miguel Mateos & ZAS) Rockas Vivas (1985)
Cuando empezaba 1985, Zas tenía ya un repertorio brillante y la posibilidad de grabar un disco en vivo les podía permitir transmitir la gran potencia que ofrecía el grupo en los conciertos. Así fue que, además, inspirados por el reciente disco en vivo de Raúl Porchetto (del que tomaron la idea de la portada) grabaron ese hito titulado Rockas vivas. Considerado el mejor disco en vivo del rock argentino, no es igualmente un disco en directo al uso: comienza con un tema nuevo grabado en estudio (otro clásico: Perdiendo el control) e incluye en su parte central no una consecución de temas, sino un popurrí de los hits de Huevos. Además, trae otros dos estrenos: Sólo una noche más y Un mundo feliz. Todas y cada una de las nueve pistas de Rockas vivas fueron éxitos en 1985 y quedaron grabados en la memoria colectiva de una generación.
Ese apretado repertorio de la carrera de Mateos —que siguió creciendo, incluyó la disolución de Zas, el éxito internacional, un exilio artístico en EEUU y unos 15 álbumes más— es el que será condensado en los espectáculos de esta gira, que en Mendoza tendrá su epicentro en el Arena Maipú, este sábado 26, a las 22. Entradas en Ticketek.com.ar y boletería el Arena.
La playlist oficial del show Retrospectiva Rockas vivas, de Miguel Mateos