La actividad económica tuvo una expansión de 5,8% en el primer trimestre del año en comparación con igual período de 2024. La mejora fue de 0,8% si se mide ese trimestre en relación con el último del año pasado.
Si bien la actividad económica ha crecido con las medidas del Gobierno, persisten los problemas sociales que deben ser atendidos. Y sin inversiones permanentes la leve recuperación se agotará en el corto plazo.
La actividad económica tuvo una expansión de 5,8% en el primer trimestre del año en comparación con igual período de 2024. La mejora fue de 0,8% si se mide ese trimestre en relación con el último del año pasado.
La recuperación es apenas tibia, ya que las comparaciones se realizan contra un período deprimido, como lo fue el primer trimestre de 2024, luego de la devaluación y las primeras medidas de la gestión de Javier Milei, la cual empezó el 10 de diciembre de 2023.
La estrategia elegida para el crecimiento económico –a través del superávit fiscal, la no emisión de pesos y la promoción de sectores estratégicos– tarda en percibirse en el conjunto de las actividades.
La mejora de las cuentas públicas, que incluyó la disminución del número de empleados estatales y la supresión y fusión de organismos públicos, junto a la estabilidad cambiaria, provocaron una desaceleración de precios.
La inflación de 1,5% en mayo y la posibilidad de que la suba de precios esté por debajo del 2% en los próximos meses son el resultado de esas políticas.
Por contrapartida, la inversión -elegida como el motor del desarrollo- se concentra, por ahora, en los sectores de petróleo y gas, minería y pesca, entre los más notables.
Esta recuperación llega en cuentagotas a los grandes centros urbanos, donde la población se ve sometida a un fuerte ajuste en sus gastos y, por ende, en el consumo.
La acotada mejora que se registra en el comercio minorista, junto a una caída en la actividad exportadora, por los altos costos en dólares de la economía argentina, expone el bajo nivel de ingresos y la retracción en el empleo.
La desocupación aumentó en el primer trimestre de este año, al perder el empleo unos 100 mil trabajadores en comparación con el período anterior, según datos oficiales.
Esta realidad se grafica con el hecho de que la estabilidad y los datos de crecimiento económico aún no se perciben a nivel del mostrador, ya que hay menos trabajo y los ingresos son insuficientes; en consecuencia, el consumo tarda en recuperarse.
El “efecto cascada” que pretende el Gobierno a través de las inversiones puede demorar sus efectos, en especial porque los nuevos proyectos se dirigen a áreas alejadas de las mayores comunidades.
La pobreza y la miseria se incrementaron en los principales núcleos urbanos del país. Lo que demuestra que lo que va mejorando en macroeconomía, casi no tiene efecto derrame, por lo que la microeconomía, salvo el efecto positivo de la baja inflación, no recibe mayores beneficios.
Las autoridades nacionales están obligadas a atender este desfase. En primer lugar, para evitar situaciones de conflictividad social que perjudiquen aún más a quienes atraviesan necesidades de alimentación y de servicios esenciales.
Además, para contrarrestar la prédica de sectores opositores, que pretenden el fracaso del Gobierno, pese a que en sus gestiones se profundizaron los problemas económicos que aún repercuten en la vida cotidiana.