Sebastián Campanario reflexionó sobre los desafíos que impone la Inteligencia Artificial y el cambio acelerado, en un evento Pilares de Los Andes sobre futuro e innovación.
El economista y divulgador habló sobre el vértigo tecnológico y la necesidad de pensar a largo plazo sin ansiedad.
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Marcelo Alvarez En tiempos donde la tecnología pisa más fuerte que nunca, entender hacia dónde vamos ya no es un lujo, sino una necesidad. El ciclo Pilares: tecnología, futuro del trabajo e Inteligencia Artificial nació con el propósito de reunir voces expertas para pensar el presente con ojos de futuro.
El encuentro, que reúne a cinco referentes clave en un mismo escenario, se realiza el miércoles 18 de junio en el Hotel Hilton de Guaymallén, desde las 8.30. Entre ellos, destaca Sebastián Campanario, economista, periodista y divulgador, que propone una mirada sobre los cambios acelerados que impone la Inteligencia Artificial y cómo estos ya están reconfigurando el mundo del trabajo, la innovación y la vida cotidiana.
Durante su presentación, Sebastián Campanario remarcó el ritmo vertiginoso que impone la Inteligencia Artificial. “Estamos viviendo décadas en semanas”, afirmó al describir un fenómeno que, según sus palabras, nunca se había visto en la historia reciente. “Como periodista de innovación, nunca vi que los temas queden viejos de un día para el otro. Y esto está pasando hoy con inteligencia artificial”, aseguró.
Para ilustrar la aceleración de los procesos, utilizó una metáfora tomada del mundo cripto: “Lo que se pensaba que iba a pasar de acá en 2035, se está comprimiendo todo en un año”. Enfatizó que “no hay precedentes del uso de la palabra ‘sin precedentes’” y que la IA generativa ocupa un lugar central en esta transformación. “Nunca pasó que en la agenda de innovación hubiera un tema tan dominante”, subrayó.
Campanario también hizo referencia a plataformas como Metaculous, donde especialistas apuestan sobre eventos futuros vinculados a la IA. “La gran pregunta es cuándo llega la Inteligencia Artificial General. Hoy el promedio de estimación está en 2027”, explicó. También destacó que América Latina, en particular Argentina, viene adoptando esta tecnología con mucha intensidad.
“En proporción con la población, hay más gente usando ChatGPT en Argentina, Brasil y México que en Estados Unidos o India”, y atribuyó ese fenómeno a la afinidad cultural con las interfaces conversacionales: “A los latinos nos gusta charlar, cerrar una venta hablando. Por eso encaja tan bien con nuestra forma de ser”.
Campanario advirtió que el gran cambio no es la pérdida de empleos, sino su transformación. “No es que vamos a perder el trabajo, sino la descripción del trabajo. Vamos a hacer algo muy distinto”, afirmó, recordando que muchas de las profesiones actuales no existían hace apenas unas décadas. Sin embargo, reconoció que el avance de estas tecnologías genera ansiedad: “Estamos durmiendo menos por el vértigo que provoca todo esto”.
Frente a este escenario, identificó una tendencia que llamó “superhumanización”. A medida que lo digital se expande, las personas buscan reconectar con experiencias reales. “La gente nunca viajó tanto como ahora. Y las apps de citas llegaron a su techo. Hoy se prefiere conocer a alguien en persona”, ejemplificó. También mencionó iniciativas que buscan destacar lo hecho por humanos, como contenidos etiquetados o mensajes en edificios que reivindican el trabajo manual.
“La sensación es que esta vez estamos frente a un fenómeno distinto. No es como el metaverso o blockchain. Es cualitativamente distinto”, concluyó. En medio del vértigo, su mensaje fue claro: “Cuando todo se automatiza, lo que queda son las conexiones”. Una invitación a repensar el lugar que ocupamos en esta nueva era tecnológica.
Durante su exposición, Sebastián Campanario analizó cómo se ha modificado la percepción del tiempo frente a una realidad en constante transformación. “Tendemos a sobreestimar el cambio de corto plazo y a subestimar el de mediano y largo”, expresó, y explicó que “en el corto plazo tal vez no todo cambie tanto, más que mañana viene una ola gigante, tapa todo y ya todo cambia”, aunque advirtió que “de acá a dos años va a cambiar todo mucho”.
En ese sentido, recomendó adoptar una actitud equilibrada: “Hay que moverse no demasiado ansioso de cambiar 180 grados de hoy para mañana, pero sí pensar muy estratégicamente que todo va a cambiar mucho de acá a dos o tres años”. Además, resaltó que la percepción misma del tiempo también fue alterada por la velocidad de los cambios recientes: “El mediano plazo hasta hace poco era cinco o diez años, ahora es uno, dos, tres años”.
Campanario también amplió el enfoque más allá del avance de la tecnología, advirtiendo que “la tecnología es solamente una de las avenidas de cambio”, y enumeró otros vectores clave: “Hay cambio demográfico, cambio climático, cambio biológico, político”. En su opinión, existe una tendencia a reducir el debate únicamente a lo digital: “Tendemos a pensar solamente en temas digitales, en robótica, en IA, y tal vez no prestamos atención a temas demográficos porque no están pasando cosas tan constructivas”.
En línea con este enfoque multidimensional, compartió un concepto central de su trabajo reciente: “Los últimos tres libros míos son sobre cambio demográfico, la revolución senior”, y remarcó: “Por primera vez en la historia de la humanidad somos un tercio de personas que vamos a tener más de 60 años”.
Para explicar la interacción entre distintas transformaciones, citó a la futurologa Amy Webb: “Tenemos muchas tecnologías que si uno las separa, cada una es tremendamente destructiva, pero además están todas interactuando entre sí, retroalimentándose”. A lo que sumó su propia interpretación: “Además de las tecnologías, tenemos cambio demográfico, político, biológico; hay otras avenidas de cambio que no son tecnológicas”.
Finalmente, trazó un diagnóstico claro sobre el presente: “Hoy estamos en un mundo que es, en varios órdenes de magnitud, más complejo que el que había en la pandemia”, y concluyó que “la pandemia aumentó muchísimo la complejidad del mundo”.