En el césped sagrado de Wimbledon, Amanda Anisimova escribió un capítulo que va mucho más allá del deporte. Al vencer a la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, por 6-4, 4-6 y 6-4, no solo se ganó un lugar en la final del torneo más tradicional del tenis, sino que se reencontró con una versión de sí misma que parecía haber quedado en el pasado.
La joven estadounidense, hija de inmigrantes rusos, supo ser una promesa precoz. Con apenas 17 años, sorprendió al mundo al eliminar a Simona Halep en Roland Garros 2019, alcanzando las semifinales del Grand Slam parisino. Todo parecía apuntar a una carrera en ascenso. Pero el destino le tenía preparado un golpe brutal, dos meses después de aquella gesta, falleció su padre y entrenador, Konstantin. Tenía 18 años y su mundo se desmoronó.
Anisimova, que siempre se había movido al ritmo de las raquetas y los sueños familiares, cayó en una profunda crisis emocional. La salud mental dejó de ser un tema lateral y pasó al centro de la escena.
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En 2023, tras una racha de resultados flojos, decidió poner un freno. “Se volvió insoportable estar en torneos de tenis”, escribió en un posteo sincero donde anunciaba su retiro temporal. Tenía apenas 21 años, pero una mochila demasiado cargada.
Durante su pausa, se refugió en actividades que nunca antes había explorado con tanta profundidad. Viajó, hizo voluntariado y descubrió en la pintura una manera de sanar. Empezó por curiosidad, siguió por necesidad, y terminó vendiendo sus obras para causas benéficas. “Era algo que tenía que hacer por mí misma”, confesó más tarde.
El regreso a los court
Su regreso, sin estridencias, se produjo a comienzos de 2024. Lo hizo desde muy abajo en el ranking (373°), sin la presión de las expectativas ajenas. Pero con una convicción nueva, disfrutar del proceso. Poco a poco, los resultados volvieron. Ganó un título en Qatar, alcanzó finales y se metió nuevamente entre las mejores del circuito. Hoy, con 23 años y más de seis millones de dólares en premios, ya aseguró su ingreso al Top Ten por primera vez en su carrera.
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Amanda Anisimova definirá el título sobre el sagrado césped de Wimbledon frente a Iga Swiatek.
Gentileza.
En Wimbledon encontró su revancha emocional y deportiva. Derrotar a Sabalenka no fue solo una hazaña técnica, sino una victoria de alguien que se reconstruyó desde el dolor. “Ganar un Grand Slam es una de las cosas que todavía quiero lograr”, dijo recientemente. Está a un solo partido de hacerlo.
Más allá de lo que suceda en la final ante Iga Swiatek, Amanda Anisimova ya dio su mayor golpe: demostrar que es posible volver a empezar, incluso cuando todo parece perdido.
En un deporte que suele exigir resultados inmediatos, ella eligió sanar primero. Y desde ahí, construir un regreso inolvidable.