Miles de hinchas de River se reunieron en Venice Beach para alentar al equipo antes del choque con Monterrey por el Mundial de Clubes. Con bombos, banderas y hasta burlas a Boca, vivieron una jornada intensa bajo el sol californiano.
Más de 20 mil fanáticos vestidos de rojo y blanco cantaron, saltaron y agitaron banderas en plena costa californiana en Santa Mónica.
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Gentileza. La pasión no entiende de fronteras ni horarios para el Millo. Mientras River se prepara para enfrentar a Monterrey por la clasificación a octavos de final del Mundial de Clubes, sus hinchas coparon Venice Beach, una de las playas más icónicas de Los Ángeles, para llevar adelante un banderazo repleto de color, emoción y folklore.
Durante cuatro intensas horas, más de 20 mil fanáticos vestidos de rojo y blanco cantaron, saltaron y agitaron banderas en plena costa del Pacífico. El sol acompañó desde las 16 hasta las 20, y el aire de fiesta fue tal que incluso apareció Jorge Brito, presidente del club, junto con la familia y el representante de Enzo Pérez.
La jornada estuvo marcada por la energía típica de los hinchas riverplatenses y por un detalle que no pasó desapercibido: mientras algunos seguían por celular el partido de Boca frente al Bayern Múnich en Miami, los gritos de gol del equipo alemán comenzaron a levantar murmullos hasta transformarse en festejos. Las burlas no tardaron en aparecer: “Un minuto de silencio para Boca que está muerto…” fue uno de los hits que retumbó en la playa, junto con otras canciones que recordaban la histórica final en Madrid.
“Fue una gran tarde”, resumió Pocho, que llegó desde Buenos Aires para reencontrarse con su primo Matías, quien vive en Ecuador. “Ahora hay que hacerla completa, tenemos que ganar”, dijo, ya con el ocaso cubriendo la costa californiana.
El evento fue organizado por la filial de River en Los Ángeles y con el apoyo de otras agrupaciones del exterior como las de Miami, Brooklyn, California, Tulum y Playa del Carmen. También dijeron presente argentinos que viven y trabajan en distintas ciudades de Estados Unidos, especialmente Seattle y Los Ángeles, muchos de los cuales se organizaron apenas conocieron las sedes del torneo.
Entre bombos, camisetas, banderas que formaban un techo sobre la multitud y cánticos ininterrumpidos, el banderazo fue una auténtica postal de pasión sudamericana exportada al corazón de California. Con la vista al océano y el ánimo al tope, los hinchas dejaron un mensaje claro: la ilusión por levantar el trofeo sigue intacta.
Ahora, el foco está puesto en el duelo con Monterrey. Y los hinchas lo saben: el aliento ya lo dejaron. Es hora de que el equipo complete la fiesta dentro de la cancha.