La muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras, a los 47 años, sacudió al mundo del boxeo argentino. La jujeña, que fue campeona mundial en cinco categorías distintas y dejó una huella imborrable dentro y fuera del ring, falleció en Santa Fe tras estar internada durante dos semanas a causa de un ACV isquémico.
Entre los muchos homenajes que recibió en las últimas horas, uno se destacó por su peso simbólico, el de Marcela “La Tigresa” Acuña, su histórica rival.
El duelo entre ambas en el Luna Park, en 2008, marcó un antes y un después en el boxeo femenino nacional. Fue la primera unificación de títulos en la Argentina: Oliveras llegaba con el cinturón del CMB, Acuña con el de la AMB. El combate fue intenso, con polémica incluida: un golpe en la nuca desestabilizó a la Locomotora, que perdió por decisión unánime. Nunca hubo revancha, pero sí un largo capítulo de declaraciones cruzadas, rivalidad encendida y distancia personal.
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La Locomotora y La Tigresa se enfrentaron el 4 de diciembre de 2008 en el Luna Park. Estuvieron en juego los títulos mundiales de la categoría supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB -Oliveras) y Asociación Mundial (AMB- Acuña).
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Sin embargo, el paso del tiempo limó asperezas. “Estoy muy triste. Hasta ayer seguía la evolución de su salud, hablaba con su hermano... Y de repente esta noticia”, lamentó Acuña en diálogo con TN. “Con el tiempo logramos reencontrarnos, dejar atrás las diferencias. Tal vez no éramos amigas, pero sí colegas con una historia compartida”, sostuvo la púgil.
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El histórico cruce entre Locomotora Olivera y La Tigresa Acuña, se impuso esta última en las tarjetas luego de 10 rounds.
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Acuña destacó el espíritu inquebrantable de Oliveras, su entrega total al deporte y su rol pionero. “Fue aguerrida, frontal, auténtica. Su apodo le calzaba perfecto. Nos unió el amor por el boxeo. Y gracias a esa lucha que dimos, muchas chicas jóvenes hoy pueden entrenar sin prejuicios ni discriminación”.
El reencuentro entre ambas se dio el año pasado, en un evento público. Fue, según Acuña, un cierre necesario. “Nos matamos de risa, recordamos viejos tiempos. Me alegra haber podido decirle gracias. Me hubiese dolido mucho no tener esa oportunidad”.
Locomotora Oliveras no solo dejó títulos y estadísticas: dejó una actitud, una forma de plantarse en la vida.