24 de mayo de 2025 - 00:00

Toribio de Luzuriaga, amigo fiel de San Martín y prócer de dos naciones

En 1815 Toribio de Luzuriaga viaja a Mendoza y se pone al servicio de San Martín, brindando un inestimable apoyo en la gestión de gobierno como en la formación del Ejército de los Andes. Asume la Gobernación Intendencia, dedicándose San Martín de lleno a la conformación de su ejército.

Los restos mortales de Toribio de Luzuriaga nunca fueron encontrados, pero la fuerza de su espíritu vive en plazas, ciudades, avenidas, escuelas, instituciones civiles y militares, tanto en Perú, su tierra natal como en Argentina por la cual luchó y dedicó gran parte de su vida, tanto es así, que él y su descendencia gozan de la nacionalidad argentina perpetua, declarada por nuestro país.

Fiel amigo del general San Martín, se manifestó en una férrea colaboración que Luzuriaga brindó cuando aquél organizaba el Ejército de los Andes en el Campo de Instrucción de El Plumerillo.

Nació en 1782 en Perú, hijo de hacendados tradicionales del lugar. Estudió en Lima y fue funcionario del Virreinato. Viajó a Chile y luego a Buenos Aires en 1798 acompañando al nuevo virrey Gabriel de Avilés. Incorporado al ejército, fue destinado a la región de las Misiones a defender las posesiones de España de los ataques de los portugueses.

Estuvo en la defensa de Montevideo y Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807 alcanzando el grado de capitán. Se enroló luego en el Ejército del Norte participando en la Batalla de Suipacha, primera victoria patriota en 1810. Luego en otras acciones de guerra.

En 1812 se incorporó a la Logia Lautaro, donde conoció a San Martín, naciendo una estrecha amistad. El primer Triunvirato lo nombra Teniente Gobernador de Corrientes para ordenar los conflictos internos revolucionarios. Fue un gran administrador y ejecutor de obras que por su cuantía su recuerdo está vigente en expresiones de gratitud.

Regresa a Buenos Aires los últimos días de mayo de 1814.

En 1815, Alvear lo nombra ministro de Guerra, cargo que ejerció hasta la destitución de aquél.

En ese año viaja a Mendoza y se pone al servicio de San Martín, brindando un inestimable apoyo en la gestión de gobierno como en la formación del Ejército de los Andes. Asume la Gobernación Intendencia, dedicándose San Martín de lleno a la conformación de su ejército.

En 1818 durante su gestión de gobierno, le cupo la responsabilidad de ordenar juzgar y condenar a los hermanos Carrera, Juan José y Luis, quienes conspiraban y planeaban matar a O´Higgins y San Martín y hacerse del gobierno de Chile. Fueron acusados de los delitos de lesa patria, siendo fusilados. Tres años más tarde corría la misma suerte José Miguel, el tercero de los hermanos Carrera.

Permaneció en el cargo hasta 1820, renunciando ante la anarquía creciente que acabó con el orden institucional.

Viajó a Chile para ponerse a las órdenes de Libertador, quien ajustaba los preparativos de la expedición por mar al Perú.

San Martín lo nombra jefe del Estado Mayor del Ejército Unido.

Fue comandante del desembarco en Paracas el 8 de setiembre de 1820.

En noviembre queda a cargo de la expedición naval en apoyo de la revolución independentista de Guayaquil. Regresa y es ascendido a general de División.

Es reconocido como gran mariscal del Perú por San Martín.

Viaja a Buenos Aires como ministro plenipotenciario a solicitar apoyo para la campaña de puertos intermedios, sin éxito.

Cuando toma conocimiento de la renuncia de San Martín, luego de la entrevista de Guayaquil, renuncia a su cargo e intenta reincorporarse al Ejército de Perú, pero Bolívar por desconfianza le prohíbe ingresar a su Patria. Desconfiaba de los oficiales argentinos.

Decide alejarse de la vida militar en 1823 y se instala en el pueblo de Pergamino, Buenos Aires, para realizar tareas rurales junto a su familia. Se dedica a la cría de ganado vacuno. Su situación económica empeoraba, tomó deudas, hasta vendió sus condecoraciones. Hubo gran sequía en el comienzo de la década de 1840.

A los 60 años de edad, el 1 de mayo de 1842, vestido con su uniforme de mariscal del Perú, se dispara en la cien con la pistola que lo acompañó toda su vida. Lo sepultaron fuera del campo santo, por lo que nunca se localizaron sus restos. Perú deseaba que sus despojos descansaran en el Panteón de los Próceres de Lima. Lugar éste en que se levantó un busto en 1962.

* El autor es médico. Secretario de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Luján de Cuyo.

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