Frenesí: a 50 años de la obra más macabra de Alfred Hitchcock

Con siete décadas encima, el maestro del suspense volvió a su Inglaterra natal para filmar su penúltima película, centrada en “el asesino de la corbata”. Cómo enfrentó el nuevo contexto en Hollywood y la tan injusta decadencia.

Frenesí: a 50 años de la obra más macabra de Alfred Hitchcock
Póster de "Frenesí" (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock

“Nunca un reportaje sobre un acontecimiento cualquiera en un periódico cualquiera causará tanto impacto como una película. Las catástrofes solo les ocurren a los otros, a gente que uno no conoce. Una pantalla hace entrar en contacto inmediatamente con el asesino, con su víctima, por la que uno pasa miedo, ya que se ha convertido en alguien a ojos de esa persona”.

- Alfred Hitchcock en “El cine según Hitchcock” (1974) del “iniciador” François Truffaut.

La etapa de Alfred Hitchcock posterior a “Los pájaros” (The Birds, 1963) suele ser injustamente tildada como su “ocaso” o “decadencia”, aun cuando el propio hacedor ha sido autocrítico al respecto y con motivos, en su mayoría, ajenos. Mientras la industria de Hollywood mutaba, nada frenó al maestro del suspense para que consiguiera con “Frenesí” (Frenzy, 1972) la obra más amarga y macabra de su filmografía, que le permitió gozar en vida por última vez del aplauso popular.

Como era lógico, por entonces Hitchcock no atravesaba su mejor momento. Ojo, no por su salud. Si bien caminaba con un marcapasos a cuestas, tampoco lo desvelaba demasiado. Si hasta disfrutaba la reacción de sus interlocutores cada vez que descubría su pecho. En realidad, el director británico gastaba horas en ideas que nunca se materializaron porque al cine norteamericano (y por ende, al público masivo) ya no le interesaban.

La apertura de "Frenesí" (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock
La apertura de "Frenesí" (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock

Más allá de un estilo clásico algo anacrónico para los años 60 y 70, lo cierto es que dejaron de ser excepción a la norma aquellas historias transgresoras de Hitchcock que se burlaban del devaluado código Hays y atraían espectadores meramente por el irresistible voyerismo. El New Hollywood, inaugurado con “Bonnie y Clyde” (Arthur Penn, 1967), había validado en pantalla la violencia de sus atormentados personajes, sin emitir juicios morales y haciéndose eco del malestar juvenil de la época. Lo hacía, además, sostenido por una razón económica: en plena competencia con la televisión, los estudios debieron abandonar los exuberantes presupuestos para que precoces (y talentosos) cineastas se las arreglaran con lo disponible.

Era una fase de transición para el cine, donde una figura como Hitchcock poco encajaba. A pesar de continuar su lazo comercial con Universal, el director no tenía a sus estrellas de confianza ni tampoco a su montajista George Tomasini. Además, las sádicas cuerdas de Bernard Herrmann ya no aseguraban ventas como quería el estudio. Había que buscar reemplazos. ¿Qué mantenía a Hitchcock tan interesado en el negocio, solo y replegado, cuando ni la taquilla lo acompañaba? Pues demostrar que podía vencer los 50 años de trayectoria reconciliándose con sus raíces de cineasta.

Rusk ataca a Brenda en una de las escenas memorables de "Frenesí" (Frenzy, 1972)
Rusk ataca a Brenda en una de las escenas memorables de "Frenesí" (Frenzy, 1972)

Tras “Marnie” (1964), “Cortina rasgada” (Torn Curtain, 1966) y la fallida -porque nobleza obliga- “Topaz” (1969), el maestro del suspense retornó a Inglaterra, hogar de sus primeros filmes antes de cruzar el charco con “Rebecca” (1940) y que utilizó por última vez para algunas escenas de la remake de “El hombre que sabía demasiado” (The Man Who Knew Too Much, 1955). Después de varios proyectos abortados -entre ellos, el ya mítico borrador de “Kaleidoscope”-, finalmente el realizador aceptó adaptar la novela “Goodbye Piccadilly, Farewell Leicester Square”, de Arthur La Bern, bajo el título de “Frenesí”, enfocándose en tres de sus insignias: el hombre común en el lugar equivocado, la búsqueda del criminal y la amenaza revelada al público, pero oculta a los ojos de los seres ficcionales.

Con cuentas ajustadas, Hitchcock aprovechó la libertad de un reparto relativamente ignoto para hacer explícita la violencia. Mezcló rodaje entre interiores y el Covent Garden Market, donde se había criado por el oficio verdulero de su padre. Era una lucha interior por romper la imagen de museo que la industria le había cargado y probarse ante flamantes movimientos como el New Hollywood, el giallo y hasta el exploitation.

El Covent Garden Market en "Frenesí" (Frenzy, 1972). Hitchcock creció en esa zona de Londres.
El Covent Garden Market en "Frenesí" (Frenzy, 1972). Hitchcock creció en esa zona de Londres.

Una Londres apartada de cualquier atisbo de elegancia es escenario de una serie de femicidios atribuidos a un enigmático asesino, que deja como única huella su corbata. Después del crimen de su exesposa, la agente matrimonial Brenda (Barbara Leigh-Hunt), el antipático Richard Blaney (Jon Finch, recién salido de la “Macbeth” [1971] de Roman Polanski) queda en la mira de los policías debido a pruebas circunstanciales, viéndose obligado a probar su inocencia ante las autoridades.

Desde el arranque, la película deja en claro que su creador juega en otros tiempos. Armonizada por la música de Ron Goodwin, una tradicional bienvenida a la capital de Inglaterra es interrumpida por el hallazgo de una mujer estrangulada y arrojada al río Támesis. No es la primera, ni será la última, tal como confirma la gente -con cameo de Hitchcock incluido- que observa espantada. Una vecina consulta si habrá sido obra de “Jack, el destripador”, a lo que un hombre le corrige que “él las descuartizaba”. Y cuando un funcionario se pregunta si la prenda encontrada en el cuerpo es la que viste en su club, tenemos un corte directo al desdichado Blaney que frente a un espejo dividido se está atando una corbata.

Jon Finch como Richard Blaney en "Frenesí" (Frenzy, 1972)
Jon Finch como Richard Blaney en "Frenesí" (Frenzy, 1972)

Durante las siguientes casi dos horas, Hitchcock resignifica el espíritu de su filme mudo “El inquilino” (The Lodger: A Story of the London Fog, 1927) y se encarga de manipular a la audiencia en episodios de enredos que tienen a su “perejil” zafando de las pruebas en su contra, mientras el verdadero responsable, el jocoso Bob Rusk interpretado por Barry Foster, anda suelto aprovechando la suerte a su favor.

Dijimos que “Frenesí” estaba comprometida a horrorizar. En el primer asesinato, que ejerce la misma impronta del anticlímax de la ducha en “Psicosis” (Psycho, 1960), el director muestra directamente desde los ojos de Brenda su propia violación y el posterior estrangulamiento en manos de Rusk. Sin embargo, para el tratamiento del segundo femicidio, que tiene como víctima a Babs (Anna Massey), la compañera de Blaney, emplea una elipsis magistral. Sabiendo qué le depara a la mujer, nos autoriza a seguir a Babs y Rusk al interior del departamento, pero a los pocos segundos nos expulsa de lo que sucede. En un atroz silencio, la cámara -en un único plano secuencia- baja lentamente por el pasillo y las escaleras hasta salir a la calle, donde el mundo sigue su bullicioso curso.

"Frenesí" (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock
"Frenesí" (Frenzy, 1972) de Alfred Hitchcock

Aunque la idea de un femicida suelto e impune sea terrible (”Cuando pienso en la lujuria masculina, me entran náuseas”, se oye en la película), Hitchcock habilita una cuota lograda de humor negro que permite aligerar el ritmo. Una simpática elección es la de desarrollar la relación del inspector de policía (Alec McCowen) y su esposa inexperta en la cocina a través de la comida, que genera un disgusto similar al de los crímenes. De seguir con lo culinario, otra escena recordada tiene al asesino de la corbata metido en la bolsa de papas que oculta el cadáver de Babs, donde busca el distintivo que amenaza con dejarlo expuesto ante la Justicia y no duda en romperle los dedos.

La comida tiene una constante (y desagradable) presencia en "Frenesí" (Frenzy, 1972)
La comida tiene una constante (y desagradable) presencia en "Frenesí" (Frenzy, 1972)

Aunque no compitió, “Frenesí” se estrenó en mayo de 1972 en el cierre del festival de Cannes con buena acogida. Decía Truffaut que a Hitchcock se lo veía rejuvenecido y eufórico, como si sus setenta y tantos se hubieran borrado.

El filme multiplicó seis veces lo invertido en la recaudación en cines y contabilizó cuatro nominaciones a los premios Globos de Oro (mejor director, drama, guion adaptado y música original). Tanto entre los acólitos como en la audiencia general se empezó a hablar de “la última gran película de Hitchcock”, lo que dejó opacada a su despedida oficial con “Trama macabra” (Family Plot, 1976).

“Frenesí” está disponible para ver en HBO Max.

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