Forestales: buscan asociar cultivos para generar sinergia productiva

La superficie con forestales para industrializar ha crecido en Mendoza. Sin embargo, referentes del sector afirman que es una inversión a largo plazo que requiere de cultivos consociados para poder sostenerla en el tiempo.

La producción forestal quiere y tiene condiciones de sobra para crecer en Mendoza. Sin embargo, los largos años (diez como mínimo) de costos sin rentabilidad y lo incierto del precio del mercado al momento de la venta, desalientan hoy a los productores locales.

Apostar a los sistemas integrados, donde los forestales convivan con otras actividades agrícolas o ganaderas en la misma unidad productiva, se alza como la salida más auspiciosa.

Por su parte, la industria maderera -dependiente en gran medida de otras cadenas productivas de la región- busca abrirse a nuevos mercados. Sobre todo los aserraderos, que intentan sobrellevar con altura la fuerte competencia que hoy les libran los envases plásticos y/o de cartón corrugado, una tendencia instalada y en crecimiento.

Una producción que intenta, pero aún no seduce.

"Dedicamos buena tierra. Hacemos poda en altura, para que el tronco sea parejo. Cuidamos las distancias recomendadas. Invertimos años y años en mano de obra, para los cuidados de plagas y raleo. Al final, estamos convencidos de que tenemos un jamón pero, a la hora de venderlo, el mercado nos lo paga a precio de mortadela”, reflexionó un productor forestal de San Carlos y el resto de sus colegas asintieron.

Un interesante debate tuvo lugar -la semana pasada- en el centro de un macizo de álamos, cercano al turno de corta, a la vera de la ruta 40 en Tunuyán. El III Encuentro Foresto Industrial -organizado por el ministerio de Agroindustria de la Nación- reunió allí a productores, industriales, técnicos y estudiantes de distintos puntos de Cuyo para discutir los desafíos, necesidades y problemáticas del sector.

Desde la Subsecretaría de Desarrollo Foresto Industrial, el gobierno busca aumentar la producción de forma competitiva y sustentable. En este sentido, promociona la madera para construcciones de viviendas de fácil y rápido armado, más económicas y amigables con el medio ambiente. También, promueve la biomasa forestal como una solución energética.

Para los productores, el problema es la “espalda que hay que tener” para afrontar los 10 o 12 años que distan de la 'tala'. “Hay un interés por lo forestal, que se desvanece cuando los altos costos laborales y operativos de años acortan el período en que hay que resistir para llegar al fin del ciclo”, explica el técnico y asesor forestal, Alejandro Tosso.

El ingeniero lleva unos 30 años guiando a productores de todo Cuyo. Para él, “la única solución radica en un sistema integrado sólido, donde las plantaciones de álamo estén bien manejadas, pero que haya otro ingreso anual para el productor”, apuntó.

Por su parte, la técnica del sector forestal del Ministerio de Agroindustria, Natalia Naves, reconoció que “uno de los objetivos locales es lograr que la actividad sea rentable, mediante la diversificación agrícola con posibilidades agroforestales (agricultura y álamos) y silvopastoriles (consociados con pasturas y ganadería). Ambas experiencias, ya se llevan a cabo en la provincia”.

En números

Mendoza hoy tiene una superficie cultivada con forestales bajo riego de 6.197 hectáreas y 3.634 kilómetros, en macizos y cortinas respectivamente. Son datos que arrojó el Inventario Forestal Nacional Cuyo, publicado meses atrás. Es difícil saber si la incidencia de este cultivo creció o disminuyó en la región, porque no han sido publicados inventarios previos.

Dentro de la provincia, la zona de mayor producción es el oasis centro con el 60 por ciento de la superficie implantada. El oasis norte tiene 1.015 hectáreas de forestales; el Sur, 1.482 has. y el Valle de Uco se alza con 3.699,3 has. Dentro de la región, Tunuyán y San Carlos son los que tienen mayor presencia de estos cultivos.

Las familias que hace tiempo apuestan a esta economía, sostienen que el interés por la misma ha decrecido. "Hoy, al que tiene tierra en el Valle de Uco le conviene alquilarla para chacra. No corre riesgos y tiene un ingreso mensual. Es una competencia muy desleal”, apunta Osvaldo Leonángeli, un valletano que lleva más de 15 años en el rubro.

Pese a que existe un fomento de la actividad, bajo el incentivo de la Ley 25.080 de Inversiones en Bosques Cultivados, los productores sostienen que no es suficiente. “Otro de los problemas es nos quedan tierras más marginales, las que están en sitios muy fríos o anegadas o contaminadas con plagas”, refirió Leonángeli.

"En general, se seleccionan tierras por defecto, las que no son aptas para otras actividades agrícolas", comenta Naves. Mayoritariamente, se trata de unidades productivas chicas en Mendoza: el 47% posee menos de cinco hectáreas y el 43% menos de diez.

El 99 por ciento de la madera que se trabaja y cultiva en Mendoza es el álamo. "Existen otras especies factibles de usar, pero siempre vinculándolas a los destinos industriales posibles dentro de los oasis bajo riego. También existen especies adecuadas para zonas de secano, como pueden ser los Prosopis (algarrobos)", explicó Naves.

Articular producción e industria

La incertidumbre del mercado actual es uno de los factores que siembran más temor en los productores. Sucede que al final es el juego de la oferta y demanda la que termina definiendo el precio. Mientras que los industriales sostienen que falta materia prima, los productores se quejan de que "están trayendo álamo de Neuquén". Al parecer, el cierre de industrias en el Sur lleva a que -aun con los costos de transportes- sea más barata la mercadería de allá.

“No se invierte en producir madera de calidad porque la industria no paga precios compensatorios y las industrias que podrían pagarlo no se instalan, porque no hay cuencas de abastecimiento con oferta de la calidad buscada”, señala Naves.

En general, se dice que falta materia prima. La demanda del mercado en Mendoza se autoabastece con su producción. Sin embargo, la ecuación no es tan sencilla. En el último tiempo, un gran número de aserraderos tradicionales en la provincia han cerrado sus puertas.

“Hay cierto equilibrio. Hasta hace dos años comprábamos materia prima; hoy nos autoabastecemos. La minería era una gran salida pero está paralizada”, señaló Leonángeli, quien también es industrial.

“La industria está como estancada, es muy cara la mano de obra y los costos. Nos falta automatización para buscar nuevas oportunidades en el mercado, como la construcción de viviendas industrializadas en madera o el pellet para energía calórica”, comentó Eduardo Álvarez, vicepresidente de ADEMA.

Lo cierto es que los subsectores de la industria forestal dependen de otras cadenas productivas. Por ejemplo, la venta de postes para vitivinicultura es una de las que más creció. A este mercado, le sigue el de los fabricantes de muebles, que viene creciendo de mano de la demanda interna.

Los aserraderos, dedicados a la fabricación de envases, presentan una caída importante, ya que enfrentan una fuerte competencia de los envases plásticos y cartón corrugado.

Estudian técnicas con feromonas contra el taladrillo

El taladrillo es un insecto coleóptero, nativo de Sudamérica, que constituye la plaga que trae mayores dolores de cabeza a los productores de forestales.

Según el Iscamen, 50 por ciento de las plantaciones de más de ocho años de antigüedad tiene presencia de taladrillo. El 86% de los daños se registran en plantas de 6 u 8 años, es decir cuando su tronco tiene más de 15 centímetros de diámetro.

Esta pérdida de calidad en los últimos estadíos de la producción, más cercano a la venta, es lo que busca disminuir el sector. Sin embargo, su erradicación no constituye una preocupación central, porque hoy la industria no reconoce los buenos índices de calidad con precios compensatorios.

El control químico es el más extendido entre los productores locales. Los agrotóxicos se utilizan en la época estival, cuando los machos salen, seleccionan un árbol y realizan el “cono llamador”, un orificio de 3 centímetros de profundidad con el que atraen a la hembra para fecundarla y que se convertirá luego en galerías internas.

Como este orificio es el mismo que utilizan como salida, una de las técnicas de control de plaga es la obturación manual del mismo con un palito. Pero los productores señalan que esta práctica tiene altos costos en mano de obra.

Héctor Rodríguez, del Iscamen, contó que hoy estudian la efectividad y adaptación al país del control con feromonas, método que se aplica con éxito en otros sitios del mundo. Estos compuestos, aplicados en el momento óptimo, actúan a través de la confusión sexual, pues simulan el olor que libera el macho, engañando a la hembra para que no entre en contacto con él y se interrumpa el ciclo vital.

“Hay experiencias que han funcionado muy bien en Italia y Buenos Aires. Sólo estamos afinando la dosis a las condiciones del cultivo en Mendoza, a través de monitoreos”, explicó Rodríguez, quien -ante la ansiedad de los productores- advirtió que los tiempos para que esté disponible en el mercado nacional se pueden extender por los obstáculos que están teniendo para ingresar al país los compuestos originados en Estados Unidos, entre otras cosas.

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