La conmovedora historia de Agustín, el niño de La Paz que nació sin piernas y sueña con ser superhéroe

Orgullosa de su hijo, que nació con una malformación genética, Aldana Salas habló de la determinación y la felicidad que demuestra “Agus” en un mundo en el que aprende día a día a enfrentar los obstáculos.

Agustín Torrales y su traje que más le gusta, el del hombre araña. El niño asiste a segundo grado de la escuela Ladislao Navarro, en La Paz. / Archivo
Agustín Torrales y su traje que más le gusta, el del hombre araña. El niño asiste a segundo grado de la escuela Ladislao Navarro, en La Paz. / Archivo

“Diosito le regaló tus piernas a otro niño para que pudiera caminar y a vos te dio inteligencia y simpatía”.

Cuando Agustín Torrales comenzó a tener uso de razón y, por lo tanto, a preguntar por qué había nacido sin sus extremidades inferiores, su mamá le respondió de esa manera. Con dulzura y sencillez.

Y así fue creciendo “Agus”, que nació el 18 de enero de 2014 en el Hospital “Dr. Arturo Illía” de San Martín para sorpresa de sus padres, que nunca sospecharon ninguna situación extraña y jamás este cuadro de origen genético había sido detectado en una ecografía.

Curioso, comprador, familiero y sociable al extremo, Agustín, que vive con su mamá y una hermanita menor, es fanático de Spiderman y concurre al segundo grado de la Escuela 1-701 Ladislao Navarro, en La Paz.

Hasta cuando pudieron, se desplazó en changuito de bebé, aunque más tarde, gracias a su obra social, pudo acceder a una silla de ruedas adaptada a su cuerpo.

Claro que en muchas ocasiones se desplaza solo por el piso o alzado de algún amigo o compañero, cuenta su mamá.

Agustín el niño sin piernas de La Paz
Agustín el niño sin piernas de La Paz

“Así anda todo el día, libre y feliz, sin quejarse jamás ni sufrir por su condición. Lo eduqué dándole seguridad, recordándole lo inteligente que es y nunca se sintió menos que nadie ni le han hecho bullying”, sostiene su mamá en la primera entrevista desde que nació su hijo.

Aldana Salas tenía 17 años cuando Agustín llegó al mundo y, según repasa, resultó un verdadero “shock”.

“Pesó 1,800 kilogramos, aunque me habían dicho que sería un bebé grande”, recuerda.

Luego pasó un tiempo para subir de peso en Neonatología del Hospital Dr. Alfredo Perrupato y, más tarde, empezó, ya en su hogar, una forma de vida distinta a la de otros niños.

“Pero ojo, no por eso menos normal”, aclara Aldana, mientras cuenta que cuando el niño crecía ella no dejaba de pensar en la respuesta que iba a darle cuando el niño indagara.

Es muy inteligente y apenas percibió que no podía caminar, me preguntó por qué. Somos muy creyentes, por eso le respondí que ´Diosito’ a veces quita las piernas a un niño para dárselas a otro, pero que él continuaba con su inteligencia y su gran simpatía, ques es lo más importante”, graficó.

Con ese pensamiento y su sonrisa dibujada en el rostro, “Agus” transita una vida feliz y sin mayores problemas, salvo los de cualquier niño.

Dueño de una gran personalidad, demuestra un cariño inmenso hacia sus amigos y admiración eterna hacia El Hombre Araña, conocido como Spiderman.

La silla esperada

Si bien tiene su silla de ruedas, hace unos días probó un carrito infantil perfectamente ideado para su físico, el móvil de sus sueños, de Spiderman, mucho más bajo.

Fue gracias a una gestión realizada por una ortopedia de Dorrego, en Guaymallén, que puso a disposición especialistas –kinesiólogos y fisiatras- para que evaluaran a un grupo de niños y jóvenes de La Paz entre los que se encontraba Agustín.

“Este carrito es simplemente una opción, ya que él tiene su silla, solo que como es innovador demoraríamos muchísimo tiempo en obtenerlo a través de la mutual”, aclaró su mamá.

También dijo que la obra social de empleados públicos OSEP ha cubierto todos sus tratamientos y también su actual silla de ruedas.

Lo cierto es que por ahora “Agus” se conforma con los disfraces y la mochila de Spiderman. El carrito representa, al menos por ahora, un lujo.

Nunca me puse triste por lo que Dios nos puso en el camino, simplemente lo alenté a seguir adelante con las posibilidades que teníamos”, evoca la mamá.

“Jugaba en la tierra, con el barro y el agua y luego comenzó a desplazarse en el piso. Es un niño feliz y eso, por supuesto, me hace muy feliz a mí también”, reflexiona.

Sí, en cambio, asegura que a sus 17 años y habiendo transcurrido un embarazo totalmente normal, el impacto de ver nacer a Agustín sin piernas fue inmenso y que, como toda mamá primeriza y sin experiencia, le costó sobrellevar la situación.

Sin embargo, la mamá advierte que hoy la vida se presenta distinta, agradable, llena de alegría y desafíos por delante. “Porque él es alegría pura. Jamás se sintió enojado y mucho menos discriminado”, sostuvo, para enfatizar: “Estoy orgullosa de mi hijo y por eso lo muestro al mundo”.

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