"Imagina que estás parado frente a un espejo. Te ves como siempre, pero algo no encaja. No es tu ropa, ni tu rostro; es la mirada. Está cargada de miedo. De vergüenza. De ganas de desaparecer. Ahora imagina que ese reflejo no está solo en el espejo, sino en cientos de pantallas. En mensajes privados, en memes, en comentarios hirientes. Ese reflejo ya no es tuyo. Es una caricatura. Un chiste cruel. Una burla colectiva", describe al comienzo la especialista.
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Día Internacional de la Lucha contra el Bullying: cómo deben enfrentar las situaciones los "mediadores escolares". Foto: Archivo Los Andes.
Según cuenta, ese día "Florencia dejó de ser Florencia". Y lo hizo para convertirse en un meme. Una imagen capturada sin consentimiento, retorcida por el odio y multiplicada por la red.
"Ella llegó con su mochila limpia, uniforme planchado y celular apagado, dispuesta a seguir siendo una más. Pero al cruzar la puerta del colegio, se encontró con una pared de miradas, risas contenidas y gestos cómplices. Nadie le dijo nada directamente, pero todo el mundo lo sabía", continúa Mariana Savid Saravia sobre el caso de Florencia (que podría tener otro nombre, que podría también ser hombre). Porque esos detalles pueden mutar, pero el padecimiento es uno solo.
"Esa foto, inofensiva para algunos, se convirtió en una tormenta de humillación. Le pusieron apodos, la redujeron a chistes sobre su cuerpo o su forma de vestir. Y mientras las redes amplificaban su dolor, Florencia empezó a hacerse invisible poco a poco. Dejó de ir al recreo, perdió el interés por aprender, dormía mal, comía peor. Empezó a sentir que no tenía lugar. Que era mejor no existir Y aunque parezca increíble, esto no es excepcional. Es repetido. Sistemático. Invisible", concluye la especialista.
Cómo abordar el bullying
Para Savid Saravia, uno de los mayores errores que se suele cometer -a nivel sociedad- es creer que el bullying es “una cosa entre chicos”. O peor aún, considerar que es algo que “ya se les va a pasar”.
"Nada más alejado de la realidad. El bullying -y especialmente el ciberbullying- no es un conflicto social, es una crisis educativa que nos involucra a todos. Detrás de cada caso hay un adulto que no supo ver, que no quiso escuchar o que simplemente prefirió no meterse. Pero ¿sabés qué? No podemos elegir no actuar. Porque cuando nos callamos, también somos parte del daño", llama a la reflexión la psicopedagoga.
La historia de Florencia encierra también a aquellas otras víctimas que aprendieron a sobrevivir en un entorno hostil. Y así se mantuvo, hasta que alguien decidió escucharla.
"Su preceptora no le preguntó si estaba bien. Primero la vio, la contuvo y luego actuó. Convocó a docentes, a los directivos, a sus padres. Trajo ayuda externa, organizó charlas, dinámicas de empatía. Creó espacios donde los compañeros pudieran ponerse en el lugar de quien sufre. Y así, poco a poco, el grupo comenzó a entender. A cambiar. Pero no fue fácil, ni rápido, ni limpio. Fue trabajo de cuidado, de acompañamiento y de reparación", resume Savid Saravia.
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El papel de los adultos frente al bullying
Para Savid Saravia hay tres roles que los adultos responsables no pueden eludir.
"El primero de ellos es prevenir. Esto incluye hablar con nuestros hijos sobre el uso responsable de las redes sociales, educarlos en valores desde pequeños (respeto, empatía, diversidad), promover espacios seguros en casa donde puedan hablar sin miedo y establecer límites claros en el uso de dispositivos móviles", destaca la especialista.
La detección de señales tempranas es otro de los roles y obligaciones que no se puede eludir, En ese sentido, como adultos es indispensable estar atentos a cambios bruscos en el comportamiento (aislamiento, irritabilidad, evitación para ir al colegio, por ejemplo), a la pérdida de interés en actividades que antes los chicos disfrutaban y al uso compulsivo o evitación total de redes sociales. También síntomas físicos inexplicables como dolores recurrentes, ansiedad, gastritis, insomnio y otros son indicadores de una alarma que se enciende.
"Es indispensable actuar con compromiso y sensibilidad, escuchar sin juzgar y validar sus emociones. No sirve minimizar el problema con frases vacías, al tiempo que es clave intervenir en el entorno escolar (informarse, exigir abordaje integral). También hay que ofrecer acompañamiento profesional tanto a la víctima como al grupo", advierte la referente.
"Tenemos que evitar soluciones punitivas únicas. Hay que reparar, no solo castigar", destaca.
La importancia de los mediadores en casos de Acoso Escolar
Una figura que ha tomado cada vez mayor protagonismo a nivel mundial para hacerle frente e intentar contrarrestar los episodios de bullying y sus indeseables consecuencias es la de los mediadores o mediadoras. Institucionalmente en Argentina recién están comenzando a asomar y la capacitación o perfeccionamiento es por demás escaso.
"Cuando intervengo en un caso de bullying, trabajo con un enfoque sistémico. Porque el acoso no es individual, es colectivo. Requiere de múltiples voces, de estrategias articuladas, de un compromiso profundo", describe la especialista.
La labor del mediador se centra, entonces -o debería centrarse-, en realizar entrevistas individuales con víctimas, agresores y testigos, en coordinar reuniones familiares para trabajar en comunicación y contención afectiva, en diseñar e implementar estrategias grupales que fomenten la inclusión y la empatía y en capacitar al personal docente en identificación de conflictos y técnicas de intervención.
Generar planes de acción personalizados con seguimiento continuo también resulta indispensable.
"Detrás de cada historia de bullying hay una persona que, durante meses o años se sintió sola, excluida, invisible. Pero también hay un adulto que pudo haber actuado antes. Que podría haber sido esa mano tendida, ese hombro seguro, esa voz que dice: 'Te veo, te escucho., estoy aquí'. Nunca es tarde para empezar", advierte la psicopedagoga.
E insiste en que la prevención del bullying no es solo una tarea educativa, sino un acto profundo de amor, de justicia y de esperanza.
"Porque detrás de cada caso resuelto con empatía, se construye un futuro sin miedo. Un futuro en el que ningún chico tenga que sentirse solo", concluye.