26 de julio de 2025 - 23:52

Sara Rosales: "Yo necesito que el arte me conmocione"

Entrevista Central. Con una vida dedicada al arte y a la cultura, Sara Rosales ha sido mucho más que una artista: es impulsora de proyectos, mentora de generaciones y una apasionada defensora del trabajo colectivo. Su huella atraviesa instituciones, obras y memorias que enriquecen la historia cultural de Mendoza.

Dice que no le interesa explicar lo que pinta. Que prefiere que la obra hable por sí sola. Y vaya si lo logra. Basta con pararse frente a un lienzo suyo para sentir que hay algo más allá de la imagen. Sara Rosales, con más de ochenta años y una llamarada en su mirada intensa y profunda, es una de las grandes referentes del arte visual mendocino. Y no sólo por su obra: también por su impulso incansable como gestora cultural, su presencia generosa en la comunidad artística y su convicción de que el arte es, ante todo, un acto de amor.

Nacida en 1939 en la ciudad de Mendoza y formada en la Escuela Provincial de Bellas Artes, Sara Rosales se construyó desde el trabajo, la curiosidad y la rebeldía. A fines de los ‘60 ya estaba exponiendo con el grupo Numen. Para entonces, la pintura figurativa clásica le empezaba a quedar chica. Quería romper márgenes, explorar otras texturas, sacar el arte del marco. Así llegaron el collage, la cera, los papeles dorados y las veladuras. Así se fue armando su universo simbólico: mujeres que parecen salidas de un sueño, manos que hablan, instrumentos musicales, aves que miran de frente.

Sara Rosales
Una de las artistas fundamentales de la cultura mendocina.

Una de las artistas fundamentales de la cultura mendocina.

Durante décadas fue una de las grandes impulsoras de la cultura en Mendoza. Fundó y dirigió la Galería Huentala en los ‘80, formó parte del Fondo Nacional de las Artes como delegada provincial durante casi veinte años, fue socia fundadora de la Cooperativa Cultural Bitácora, junto a grandes referentes de la época como Julio Castillo, Fernando Lorenzo y Enrique Embrioni, fue directora de Cultura de Guaymallén y hasta senadora provincial. Desde cada uno de esos lugares promovió el arte local, apoyó a jóvenes artistas y ayudó a construir una escena más sólida y visible para Mendoza.

“No me considero ni artista, ni maestra, soy una persona apasionada por pintar, soy una trabajadora de la cultura y el tiempo dirá si realmente mi trabajo es importante o no, pero mientras tanto lo disfruto”, asegura.

Lejos de la solemnidad, Sara conserva un humor filoso y una ternura que se nota en cada palabra. A principios de 2024 presentó Ellas, a mi manera, una muestra que reunió más de 30 obras –muchas de ellas inéditas– en las Salas de Arte Libertad. El título no podía ser más acertado: Rosales pinta mujeres, sí, pero no como objeto, sino como fuerza, misterio, identidad. Lo hace a su modo, dejando que la materia se imponga al discurso. “He expuesto en muchos lugares, pero siempre vuelvo a Mendoza”, afirma.

Sara Rosales
La artista plástica Sara Rosales es uno de los referentes más importantes de la cultura local.

La artista plástica Sara Rosales es uno de los referentes más importantes de la cultura local.

Su obra ha recorrido países como Cuba, Brasil, Chile, Italia, Estados Unidos y Grecia. Está presente en museos, embajadas y colecciones privadas. Pero es en Mendoza donde más fuerte late. Tal vez porque nunca dejó de pintar desde acá, desde lo cotidiano, lo íntimo, lo entrañable. Esa humildad, ese gesto de entrega, es también parte de su legado. Sara Rosales no busca deslumbrar, sino conmover, logrando algo que muy pocos artistas consiguen: que el arte, más que una imagen, sea un encuentro.

-¿Cómo nació tu vocación y dónde te formaste?

-Para mí, la palabra arte incluye muchas cosas, como la moda, el gourmet, el arte del vino, las disciplinas audiovisuales… Creo que lo que me inclinó fue mi mamá que era modista, se especializaba en trajes de ceremonia. Para que yo no fuera tan terrible, porque parece que de chiquita lo era, ella me daba las telitas que se caían y yo, con gotitas de agua, las pegaba en el piso e iba armado formas. Debe ser por eso que me gusta tanto el ornato, el encaje. Creo que sin querer lo fui desarrollando y por eso en la actualidad digo, “Ellas a mi manera”, porque he pintado un solo cuadro que es mi vida. Nada más.

Sara Rosales
En su atelier, además de sus famosas obras de mujeres, se aventura con algunas de naturaleza muerta.

En su atelier, además de sus famosas obras de mujeres, se aventura con algunas de naturaleza muerta.

-¿Siempre te dedicaste a pintar?

No, empecé por la danza. Mi papá cuando cobraba el sueldo nos llevaba al teatro y me encantaba ver a los actores. Pero una vez nos llevó a ver ballet y me fascinó. Ahí empecé a aprender, tendría 9 años y consideraba que no había otra forma de expresar el arte -hace un paréntesis y aclara- en realidad no se usaba la palabra “arte”. Pero pasó algo: cuando tenía 16 años me creí una gran amazona, me subí a un sulky con otras amigas y el dueño me preguntó si sabía manejar. Yo creía que era hacerle así nada más -agita los brazos como si tuviera riendas- y seguir, pero al llegar a una esquina el caballo dobló y la rueda no. Se paró en dos patas, me tiró y me fisuré la cadera. En esa época eran 90 días de cama con un yeso de acá a acá -señala del pecho a las rodillas-. Cuando me reintegré de nuevo a las clases de danza, imaginate que era muy flaca, medía 1,70 y pesaba 47 kilos, y el maestro un poco cruel, me dijo: “Mire, niña, usted va a poder este hacer una vida normal, puede bailar cualquier cosa, pero ballet no porque tiene sus limitaciones.” Fue un bajón terrible y empecé a tener cambios en mi personalidad, me puse mala.

-¿Mala en qué sentido?

-Quería que todos hicieran lo que yo pedía, muy demandante, cuando alguien no cumplía, lo ignoraba por completo. Un día fui a buscar a una amiga a su casa para ir al cine. Al llegar estaba con un muchacho: “Te presento a Carlos Deputat, es un escultor”. Yo me enojé porque quería ir al cine, entonces ni lo miré, lo ignoré totalmente. Mi amiga trajo unos cafés y trataba de generar conversación pero insistía con el cine. En un momento él, que era mayor, tendría unos 30 años, me dice: “¿Qué le pasa que está tan enojada con la vida, una chica tan joven?” Fue terrible, como si hubiera quedado desnuda. Me enojé con mi amiga y la increpé ahí mismo pensando que ella había contado algo de mí. Entonces, el hombre me dijo: “Abra la mano. Usted va a ser un artista, pero de otra disciplina, de otra línea”. Y me preguntó: “¿No ha intentado pintar?” Para mí el arte era la expresión corporal. Así que le contesté mal, enojada. Él insistió y me invitó al otro día a hacer una prueba en la Escuela de Bellas Artes. Allí me recibieron Selva Vega y César Carrizo, ambos grandes escultores, me llevaron a una pileta con arcilla y me dijeron que hiciera una cabeza. ¡Imaginate! Trataba de darle forma a los ojos, la nariz… al final, para mí era una cabeza -Sara se ríe recordando-. Ellos la miraron y me dijeron que volviera al otro día para cursar por la tarde. Años después, Sergio Sergi me dijo, “vos empezaste haciendo escultura. El cuerpo lo tenés incorporado”, y es cierto, yo trabajo sin modelo.

Embed

-¿Por qué en tu carrera la figura de la mujer tiene un lugar tan preponderante?

-Para mí la mujer tiene algo maravilloso que es cuidar el fuego. Desde la época de las cavernas, los hombres tuvieron la fuerza para proveer la comida y pelear con los animales. La mujer tiene los tejidos más blandos, porque la primera cuna que tiene un ser es el vientre de la madre. Entonces, eso no se negocia con el feminismo. Las mujeres tenemos este fuego del hogar, de la contención. A mí me gusta que cada mujer tenga su estilo, que se respete y se conozca a sí misma, tenga independencia económica, sus espacios, que maneje su dinero, que pueda decidir cuándo, cómo, dónde. Que no sea doblegada. El 8 de marzo es un día para reivindicar lo que hemos ganado, pero no para pisotear a nadie. Porque cuando se pisotea, se crea un conflicto, y yo creo que hay que ser muy cuidadosos en esto. Hay mujeres que tienen ese fuego, y otras que no, pero es una conversación que me gusta tener porque la mujer ha sido maltratada siempre y ha sido ninguneada. Por eso tiene que aprender a defenderse y a cuidarse. El feminismo tiene varias aristas, no todo es blanco y negro, y hay que saber dónde se está yendo y qué se está reivindicando.

Sara Rosales
Sara Rosales y su arte, trasciende fronteras.

Sara Rosales y su arte, trasciende fronteras.

-¿Qué es lo que más te inspira?

La mujer, la figura femenina, la feminidad, la contención, la fuerza que tienen las mujeres. Porque es muy interesante cómo cada mujer tiene una energía especial, una luz distinta. Y eso es lo que trato de plasmar en mis obras.

-Las figuras de tus obras son silenciosas, pero hablan con los ojos.

Yo creo que la obra me pertenece cuando estoy en el silencio, en ese diálogo con ellas. Pero cada vez que está el ojo de otro espectador, deja de ser mía. Yo necesito estar rodeada de arte aunque sea un plato que lo saboreas, un vestido que te hace sentir una princesa, un libro y sentirme la protagonista, ver un ballet y pensar lo maravilloso de estar en ese lugar. He sido jurado muchas veces y puedo ver una obra bien realizada pero que no transmite nada, es algo frío y nada más. Como cuando te presentan un muchacho que es buena persona, trabajador, tiene un buen pasar, viajado, culto, pero a vos te gusta el del kiosco. Yo necesito que todo me conmocione.

-¿Cómo llegaste a la función pública?

Fue muy gracioso. Tenía una prima que trabajaba en criminología y que iba a ser nombrada jefa. Y yo, que tenía 19 años, era amiga de Luis Politti y Carlitos Polimeni. Ellos me avisan que iba a haber un acto importante -trata de recordar si era la Bendición de los Frutos- y que consiguiera entradas a través de mi prima. Cuando fui a buscar las entradas, estaba esperando en un hall y entró un hombre con un traje acerado, muy apuesto y con mucha autoridad me dice “¿Las invitaciones no están hechas? ¿Se da cuenta usted, señorita?”. Le contesté que no sabía quién era él, que yo no lo conocía y me respondió: “Yo soy el gobernador.” Era Ernesto Ueltschi. Como yo escribía a máquina con dos dedos, le dije “Mire, si usted quiere, yo se lo hago.” Entonces me dieron una máquina, habré estado una hora y se las entregué. El hombre se rió y me dijo “Mire, bueno, ya sabe quién soy yo.” Al mes, me llamaron de la gobernación porque necesitaban a alguien que pasara las actas de un congreso. Hice ese trabajo pero como pasaron algunos meses y no me pagaban fui a reclamar. “Mire, señorita, en realidad dinero no hay, pero hay una alternativa. Yo la puedo nombrar en Catastro, Dirección de Escuelas o en el Instituto de la Vivienda. Eso sí, puede ser en 24 horas”. A mí “Instituto de la Vivienda" me sonaba porque mis padres pagan la cuota y pedí entrar ahí.

Sara Rosales

-Pero tuviste cargos importantes

-Sí, después vino la democracia. Yo era amiga de Antonieta, la esposa de Roberto Tuninetti que fue el primer intendente de Godoy Cruz durante el gobierno de Llaver. A ella la pusieron de directora de Turismo y yo siempre la ayudaba con folletos y otras cosas. Un día le pedí que me ayudara a pasar a Cultura y me dijo: “Viene mala la mano para nosotros, porque está pisando fuerte Bordón.” Yo no sabía nada de política. Sin embargo, al tiempo me llamó el presidente del Instituto de la Vivienda y me dijo que pasaba a planta en el Teatro Independencia. A los tres o cuatro meses subió Bordón y tuvo un acto con los empleados del teatro, que eran todos radicales, que me gustó. Dijo: “Señora Agüero, -entraba la Pupi como nueva directora- acá empezó la democracia con un grupo de gente y hay que respetarlo porque fueron los pioneros de la democracia. Nosotros hemos tenido la suerte de seguirlos, pero no se toca a ninguna persona ni se cambia a ninguna persona de las que ya estaban. Los que vayan a estar ahora van a tener que aprender de los pioneros”.

image

Ping pong de preguntas

-¿Cuál es tu mayor defecto?

-Ser demasiado frontal al expresarme.

-¿Quién fue el gran amor de tu vida?

-No puedo decir uno, muchos amores me han contenido y hoy otros amores me fortalecen y también contienen.

-¿Un gusto o afición secreta?

-El teatro, ser actriz.

-¿Música preferida?

-El Adagio de Albinoni, y Mozart. Son los que me acompañan en el ruido del silencio cuando estoy pintando.

-¿Qué cosas te apasionan además del arte?

-Los amigos, la verdadera amistad, los irrepetibles momentos compartidos.

-¿Cómo quisieras ser recordada?

-Simplemente como alguien que luchó por el respeto y la dignidad del artista.

image

Sara Rosales: cuatro décadas de compromiso con la cultura

Con una trayectoria de más de 40 años, Sara Rosales ha sido una figura clave en el desarrollo cultural de Mendoza. Fue una de las fundadoras de la Galería de Arte Huentala (1979-1984) y de la Cooperativa Cultural Bitácora (1981-1986). Entre 1990 y 2008, se desempeñó como delegada provincial del Fondo Nacional de las Artes, impulsando proyectos y apoyando a artistas locales.

Simultáneamente, fue asesora cultural de la Fundación Roberto Zaldívar (1995-1998), directora artística honoraria del centro cultural “Ruth Santander de Vila” en Canal 7 Mendoza (1996-2013), y socia fundadora de la Fundación Mujer y Salud (1996-1999).

En 1998, recibió el Premio Raíces otorgado por LV10 Radio de Cuyo. Ese mismo año asumió como directora de Cultura y Educación de la Municipalidad de Guaymallén, hasta 2002. Luego fue senadora provincial (2002-2006), y presidió la Secretaría Temática de Cultura de la Unión de Parlamentarios del Mercosur. Además, dirigió el ciclo “La Legislatura junto al arte” entre 2003 y 2007.

Sara Rosales
Su casa es, además de taller, una galería donde apreciar sus obras.

Su casa es, además de taller, una galería donde apreciar sus obras.

Tuvo presencia en televisión, conduciendo un segmento cultural en Canal 4 Supercanal (2003-2005), y fue jurado de los Premios Escenario de Uno Medios durante una década. En la Vendimia, diseñó vestuario en seis ediciones (1989 y 1993 a 1997) y dirigió la fiesta de Guaymallén en tres ocasiones (2000-2002).

Expuso en Chile y en la SIGEN, y recibió múltiples distinciones entre 2010 y 2019. Su obra forma parte de colecciones y museos de varios países, y ha sido publicada en libros y revistas literarias.

LAS MAS LEIDAS