Rumbo al centenario de Godoy Cruz: el primer bicampeón del linaje bodeguero

Fútbol. Tal como había sucedido un año antes, en 1951, Godoy Cruz definió el título con Gimnasia en dos finales y se coronó por cuarta vez en su historia.

En el hall de la fama. Los once de Godoy Cruz en el duelo definitorio ante el Lobo: Elso, Izpura, Frigolé, Méndez, Garín, Unanua, Carabajal, Godoy, Rocco y Amaya. Secundino Arrieta era el DT y Arcadio Alonso el preparador físico.
En el hall de la fama. Los once de Godoy Cruz en el duelo definitorio ante el Lobo: Elso, Izpura, Frigolé, Méndez, Garín, Unanua, Carabajal, Godoy, Rocco y Amaya. Secundino Arrieta era el DT y Arcadio Alonso el preparador físico.

Un año después de esa celebrada e histórica consagración ante el Lobo tras una maratón de tres finales, en 1950, al año siguiente Godoy Cruz y Gimnasia experimentaron un verdadero déjà vu (vocablo francés que hace alusión a una experiencia ya vivida).

Una vez más, ambos elencos fueron animadores del certamen, terminaron empardados en el primer puesto de la tabla de posiciones y tuvieron que resolver al campeón en un desempate que el Tomba ganó luego de dos finales -y no tres, como había sucedido en el torneo anterior-.

Idéntico recorrido de 18 fechas e igual desenlace: Godoy Cruz campeón tras vencer en la final a Gimnasia. En realidad, el Tomba era bicampeón. El primero del linaje bodeguero, pero no el único. Porque casi cuatro décadas después, el Expreso ganaría otros dos títulos de la Liga Mendocina en forma sucesiva, aunque esa esa otra historia que contaremos más adelante.

Estaba claro que en el amanecer de la década del 50, el Tomba y el Mensana eran los actores principales del fútbol mendocino. Tal aseveración se sostiene en que ambos fueron los exclusivos dueños de los dos primeros puestos de la tabla de posiciones a lo largo de las dieciocho jornadas. Godoy Cruz, que lógicamente mantuvo la base del campeón anterior, logró llegar a la cima en soledad en dos oportunidades: en la sexta fecha, luego de vencer 2 a 0 al Blanquinegro y dejarlo sin invicto. Y en la décima jornada, después de golear a Atlético Argentino por 5-2 en la vieja cancha de Castelli y Las Heras.

A la decimoctava y última fecha del campeonato, el domingo 23 de septiembre, Godoy Cruz y Gimnasia llegaron compartiendo la cima con 24 unidades cada uno. Detrás de ellos, Argentino sumaba 21 puntos. Y si bien en esa última fecha la Academia se enfrentaría al Lobo, ya no tenía chances matemáticas de alcanzarlos porque en ese entonces se contaban dos puntos por triunfo. En tanto, “La Pandilla”(así se lo apodó a ese histórico elenco tombino) se enfrentaría nada menos que a Andes Talleres en el clásico.

La historia cuenta que sendos duelos terminaron empatados. En San José, fue 1 a 1 entre Argentino y Gimnasia. Y en terreno cervecero, fue empate en cero pese a la superioridad del histórico elenco godoicruceño comandado por Elso, Frigolé, Garín, Godoy, Amaya, Cipolla y compañía.

Casi como un guiño cómplice del señor destino, había que dirimir la copa en cruces mano a mano. En un Gargantini repleto, catorce días después de la primera final (terminó 1-1), el 28 de octubre de ese 1951, el Tomba sacó a relucir toda su jerarquía individual y colectiva ante otro gran conjunto de la época, que al año siguiente se sacaría la mufa de las dos finales consecutivas perdidas y se coronaría como el mejor de 1952. Con goles de sus wingers José Bartolucci y Roberto Carabajal -había llegado el año anterior desde Talleres-, el Tomba se impuso al Lobo con un contundente 3-0 y festejó por cuarta vez en su historia el título de campeón de la Liga Mendocina de Fútbol.

Un grande comenzaba a gestarse...

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