Una pesada Lexikon con las teclas de letras que el uso y el tiempo desdibujaron, la X como borrador y redacciones nubosas por el humo de los cigarrillos. De a poco las máquinas de escribir son reemplazadas por computadoras, el fax intentó con los cables. Ya todo parecía efímero. Hablamos de la prensa escrita, claro, de la mitad a fines del siglo XX pero los cambios tecnológicos avanzaban a la par en los medios audiovisuales. Y el XXI llegó entre temores por el ya olvidado y peligroso Y2K: fallos informáticos en programas y sistemas que fuertes inversiones evitaron.
El ”efecto 2000” descubre la irrupción de las nuevas tecnologías que van transformando los medios, cambios que acelerados se suceden, tal como las formas de hacer periodismo. Internet primero y, luego, la revolución del celular. Las redes sociales parecen imponerse. (Y se imponen). La televisión en la década del 60, fue despojando a la cultura letrada y estructurada. Y en los 80 se discute quién impone la agenda: el diario, la radio, la tele. ¿El poder por otros medios?
La impresión se había modernizado, de piezas móviles se pasó al off-set. Sobrevivió con escasas variantes la tipografía (del siglo XV). Triunfo de Gutemberg. Los medios gráficos se diluyeron: la reestructuración llegó a diarios y revistas pero las redacciones se fueron despoblando al igual que la geografía urbana de loa kioscos. Lo digital va desplazando al papel, aunque las principales plazas se resisten. Pareció demorarse la adaptación a las tecnologías. Un medio pasó a contener otros medios.
¿Y el periodismo? ¿Y los públicos?
El periodismo siempre fue un actor político. Desde fines del siglo XIX. Y el mandamás (político, económico, religioso, etc) lo fustigó o tentó según sus intereses. Tanto en épocas de diarios facciosos como cuando el aspecto comercial se impuso. En gran medida el periodista perdió la calle primero y después el medio. La separación no fue consentida pero se extendió como meandros de un río. El periodista debió reinventarse. El periodismo siempre fue un actor político. Desde fines del siglo XIX. Y el mandamás (político, económico, religioso, etc) lo fustigó o tentó según sus intereses. Tanto en épocas de diarios facciosos como cuando el aspecto comercial se impuso. En gran medida el periodista perdió la calle primero y después el medio. La separación no fue consentida pero se extendió como meandros de un río. El periodista debió reinventarse.
Algunos pocos se transformaron en medio y mensaje; otros iniciaron programas en FM o se refugiaron en blogs, sitios digitales, escribiendo libros, en podcast (un tipo de programa de radio para ser escuchar en cualquier momento). O al streaming por youtube o facebook u otras plataformas, una especie de noticiero permanente con programación, dinámica y objetos de la política o el entretenimiento. No lo tienen muy diferenciado. Se puede preferir instagram o tiktok. Netflix ¡Disney! Quizá no importe. Para protegernos decimos que hacer periodismo demanda mayor profesionalismo.
Los periodistas ahora, no todos por supuesto, no salen a buscar la noticia. La obtienen por X (ex Twiter) donde llegan calientes y directas. Así gobernantes y políticos se convierten en medios cuando no tienen sus voceros o trolls que arman las informaciones (o desinformaciones). Todo puede ser repiten periodistas. Ahora nosmata la inteligencia artificial. La información ya no llega por una prensa muy estructurada. Y de esta se cansaron los jóvenes y gran parte del público que prefiere espectáculos, películas, series, videos, telenovelas o grandes hermanos.
Pero es el Día del Periodista. No bajar los brazos. Reciclarse. En un mundo complejo y cambiante, el periodismo persiste que no es poco. La deshilachada democracia que supimos conseguir lo requiere.