"¡Nos quedó linda y todos trabajamos acá!", dice Gabriel Quenaya (20), mientras abre la puerta de la huerta para invitar a un paseo por los surcos.
"¡Nos quedó linda y todos trabajamos acá!", dice Gabriel Quenaya (20), mientras abre la puerta de la huerta para invitar a un paseo por los surcos.
"Es chiquita pero a veces nos podemos llevar algunas verduras a la casa".
Un cartel de madera con la palabra Kohue (jarilla en Millcayac), un espantapájaros y las verjas pintadas marcan este nuevo "espacio de responsabilidad común" en el patio de la escuela de Educación Integral 7-008 Ciudad de Tunuyán. La institución enseña oficios a jóvenes y adolescentes con algún tipo de discapacidad de entre 14 y 21 años.
No es la única. Cada vez más escuelas deciden incluir, en sus proyectos institucionales, las huertas como espacios de aprendizaje y contenidos de su programa. Sólo en Valle de Uco funcionan unas treinta huertas escolares.
El programa del INTA "Una escuela, una huerta" promueve esta práctica en todo el país. "La huerta no sólo aporta experiencias de aprendizaje y permite abordarla desde lo curricular en distintas materias. También fomenta conocimientos y saberes populares, la participación de los alumnos, la responsabilidad por el ambiente y la socialización", señala Lidia Quiroga, responsable del programa en el INTA.
La idea surgió hace años y se ha replicado con fuerza. Hay colegios con doble escolaridad que sacan de allí alimentos para el comedor. En otros casos los alumnos se llevan verduras a casa, las donan a comedores o hacen conservas.
"Uno de los objetivos es que los chicos sean multiplicadores de estos conocimientos en sus casas. Muchas familias han replicado las huertas en sus hogares", explicó Javier Castillo, jefe de Extensión de INTA Tunuyán.
El técnico destacó que el organismo provee de semillas, materiales y capacitación "pero siempre es la comunidad escolar la que debe acordar e instrumentar el riego y demás prácticas de cuidados, sobre todo durante el tiempo de vacaciones".
Inauguración festiva
Una mateada gauchesca fue la forma que eligió la escuela de Tunuyán para inaugurar su huerta. "El proyecto lo iniciamos en setiembre. La mayoría de los chicos viven en fincas o zonas rurales y fueron ellos los que nos terminaron enseñándonos la siembra y otras prácticas", dijeron los profes Guillermo Guzmán y Nora Castellanos, promotores de la iniciativa.
Los alumnos estudiaron las variedades, las cultivaron y hasta le pusieron un sistema de riego por goteo con mangueras. Construyeron los banquitos en el taller de Carpintería, la cartelería con el profe de Restauración de Muebles y los atrapasueños, la pintura de macetas y demás decoración, con las profes de Artes y de Música.
La tarea y responsabilidad es familiar y de toda la escuela. Además hay empresas de la región, como Baggio, que ha colaborado con binnes y otros elementos. Ahora, en el verano, los celadores serán los encargados de seguir con su cuidado.