Glenn Close debutó en Netflix y va de nuevo por un Oscar

A sus 73 años, Glenn Close está en el olimpo de la actuación. De eso no hay dudas: quienes la vean en su debut más reciente, “Hillbilly, una elegía rural”, por Netflix, se darán cuenta de su inoxidable poder frente a la cámara.

Sin embargo, ya sea por mala suerte o por factores que no entendemos del todo, la recordada “Cruella” de Disney, la Gertrudis de Franco Zeffirelli, la amante más vil de todos los tiempos, nunca pudo alzarse con un Oscar.

Una condición que comparte con Amy Adams, su compañera en esta película de Netflix: mientras Close cuenta con siete nominaciones fallidas, ella tiene seis.

Este nuevo debut es una excusa para recordar esos papeles que, premiados o no, quedarán en la historia del cine.

Atracción fatal (1987)

Si hay películas que marcaron a la generación de los 80′, ésta es una. Bajo la dirección de Adrian Lyne, Glenn Close logró su primera nominación a Oscar como Mejor Actriz (antes ya había tenido tres como Actriz de Reparto). Interpretaba a Alexandra Forrest, la amante de un pulcro e inmoral abogado (Michael Douglas), que un día no toma demasiado bien que él quiera ponerle punto final a la aventura.

Probablemente sea, para muchos, el papel por el que será más recordada. Y es que en algunas escenas del filme, como la pelea final, demostró su gran poder actoral. Y no solo eso: su caracterización, con ese peinado furioso, las hombreras de sus trajes y sus aros prominentes, la volvieron un ícono del estilo de esa década.

Está disponible en Claro Video, Google Play y Apple TV.

Relaciones peligrosas (1988)

La maximalista y super dramática película de Stephen Frears dejó a los seguidores de Close con una de sus mejores actuaciones, en piel de la maquiavélica marquesa de Merteuil. Por su fuera poco, la vimos rodeada de un firmamento de actorazos, como John Malkovich, Michelle Pfeiffer, Keanu Reeves y Uma Thurman.

Interpretaba a una noble ponzoñosa y vengativa, que se divertía manipulando las acciones de los personajes cortesanos que la rodeaban, como si fueran marionetas de su mente retorcida. Su juego llega demasiado lejos, dando ocasión a Close para derramar (en una escena inolvidable) su furia sobre los delicados decorados, su vestido y hasta su propio maquillaje, ajado por el llanto.

Se puede alquilar en Google Play y Apple TV.

Albert Nobbs (2011)

Close forma parte del reducido grupo de actrices que construyeron ante la cámara alguna vez fisonomías masculinas, como Cate Blanchett (memorable Bob Dylan). En este filme de Rodrigo García, donde actúa junto a Mia Wasikowska y Jonathan Rhys Meyers, entre otros, interpreta a una mujer que se ve obligada a hacerse pasar por un hombre para poder sobrevivir en la Irlanda de principios del siglo XIX.

Ella había interpretado por primera vez este papel en teatro, en 1982, y desde entonces había tenido el sueño de llevar la historia al cine. Ese deseo tardó mucho en concretarse, por problemas presupuestarios y en el elenco.

Quien vea la película le será difícil olvidar la caracterización que Glenn Close logra de esta mujer, travestida en un hombre pálido y desmoralizado, sometido a la servidumbre decimonónica de una Dublín desteñida y triste.

Se puede ver en Movistar Play y Amazon Prime Video

La buena esposa (2017)

Close y Jonathan Pryce tienen un duelo actoral que podría quedar escrito en la antología del cine. Dirigida por Björn Runge, en esta película ella interpreta a una mujer que ha guardado un secreto sobre su marido durante 40 años. Cuando él recibe, inmerecidamente, un Nobel de Literatura, ella tiene el gran conflicto de su vida y decide sacar a la luz la verdad.

Su personaje se construye desde sus contradicciones internas. Con gestos mínimos y miradas de impotencia se va gestando su estallido actoral, que hizo rendirse a la crítica mundial y declararla la favorita para los Oscar de 2019, galardón que finalmente se llevó Olivia Colman por “La favorita”.

Se puede ver en Netflix.

Hillbilly, una elegía rural (2020)

La recientemente película estrenada por Netflix es bastante irregular, aunque sus principales falencias vienen por parte del complot lacrimógeno y lleno de lugares comunes que perpetraron el guion de Vanessa Taylor (nominada al Oscar por “La forma del agua”) y la dirección del experimentado Ron Howard (“Una mente brillante”, “El código Da Vinci”, entre otras).

Al margen de ello, si la película tiene un fuerte, es en las notables, y oscarizables, actuaciones de Close y Amy Adams. Ambas comparten la condición de haber sido nominadas muchas veces a los premios de la Academia y no haber ganado nunca.

Aquí se unen como madre e hija en una historia que, basada en las memorias best seller de J. D. Vance, pretende narrar el interior más perdulario de los Estados Unidos.

Aun así, Close ilumina la película con su enorme oficio, que la lleva a soportar una prótesis en la nariz, una postura incómoda, y un vestuario y un maquillaje más incómodo aún. Ella logra el lucimiento a través de su andar tullido, de sus diálogos firmes. Esa grandilocuencia actoral es lo que enamora también a la Academia, que seguramente -en este año de excepción- la nominará en la categoría de Mejor Actriz de Reparto. Y quizás la octava sea la vencida.