12 de mayo de 2025 - 00:00

Mendoza y Phoenix, de nuevo

La ciudad de Mendoza en Argentina con la de Phoenix (Arizona, USA) se encuentran en latitudes sur y norte equivalentes, 32° y tuvieron un origen histórico similar. Ambas se desarrollaron sobre asentamientos indígenas previos que habían creado una agricultura a partir del riego por acequias.

Estos días he recordado un artículo que publiqué en Los Andes, hace ya más de diez años, titulado Mendoza, ciudad de árboles y acequias. En él comparaba la ciudad de Mendoza con la de Phoenix (Arizona, USA) ya que se encuentran en latitudes sur y norte equivalentes, 32° y tuvieron un origen histórico similar.

Destacaba el hecho de que ambas se desarrollaron sobre asentamientos indígenas previos que habían creado una agricultura a partir del riego por acequias.

Huarpe por un lado y Hohokam por el otro, ese sistema hizo posible sustentar poblaciones crecientes.

En el caso mendocino, mantenido en el tiempo, después del terremoto dio lugar a la incorporación sistemática de las anchas veredas y acequias para regar la arboleda plantada en todas las calles. Al principio el agua de las acequias abastecía todas las necesidades de la población.

Cuando progresivamente pudo incorporarse el sistema de cañerías, la persistencia de las acequias pasó a ser el gran componente de la creación de una ciudad paisajística que culmina con el Parque del Oeste donde el criterio es la vez vital y estético. Por el contrario, como lo señalaba en el artículo de referencia, la modernización de Phoenix supuso el abandono del riego por acequias y por ende la desaparición de los árboles. Pasó a ser una ciudad de tantas, con construcciones en altura dependientes de artefactos para soportar las temperaturas extremas.

Las noticias de los últimos veranos en el hemisferio norte, señalaban a diario el caso de Phoenix que registraba las temperaturas más elevadas de la historia.

Así, decía del condado de Maricopa, “4.5 millones de habitantes en el infierno. 22 de julio de 2023”.

Mendoza mantuvo con éxito su sistema de regadío que le otorga no solamente valo res ambientales, también -y, sobre todo- una calidad estética que exige el compromiso de toda una sociedad.

* Rosa Guaycochea de Onofri. Docente universitaria jubilada.

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