Daniel Oldrá dejó Godoy Cruz, donde formó infinidad de jugadores que llenan la Liga Profesional, y marcó un estilo de trabajo.
Daniel Oldrá se va de Godoy Cruz, pero deja una huella imborrable
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Getty Images La historia de Daniel Oldrá y la de Godoy Cruz se entremezclan, caminando de la mano entre momentos buenos y malos. Explicar los últimos 20 años del Expreso sin hablar del Gato sería imposible, y viceversa. El crecimiento institucional y deportivo tiene mucho que ver con el ojo clínico del ahora ex Coordinador.
Cuando se retiró del fútbol profesional, Daniel Oldrá recibió una propuesta que significó la piedra fundacional para el proceso más exitoso de un club a lo largo de la rica historia futbolera mendocina, que toca su punto cúlmine con participaciones en Copa Libertadores y Sudamericana, la vuelta al Feliciano Gambarte, el descubrimiento de jugadores que alimentan el deporte nacional, y la construcción de un predio en Coquimbito y un instituto educativo. Sin dudas, un salto de calidad impensado en los comienzos de este siglo.
En la actualidad, el término "Scouting" tomó fuerza en el ambiente para referirse al proceso de búsqueda y selección de talentos, y es la representación más fiel del trabajo que Godoy Cruz comenzó hace dos décadas. De entrada, el método quedó claro: estar atentos a los rumores de jugadores, y chequear cada uno de ellos yendo a ver los partidos. "Era un trabajo más artesanal. Nos decían que en La Rioja había un pibe que la rompía e íbamos, nos avisan de otro en Lavalle y allá íbamos. Se hacía todo a pulmón" contaba hace un tiempo el propio Oldrá en charla con Los Andes.
El primer caso emblemático de esa búsqueda exhaustiva es Enzo Pérez. Cuenta la leyenda que el Gato vivía a escasos metros del Deportivo Maipú, y se sorprendió al mirar a un jovencito que sacaba diferencias con la pelota en los pies. Ni lerdo ni perezoso, fue a buscarlo y le ofreció llevarlo al Tomba. El resto es historia: Multicampeón e ídolo en River Plate, y Estudiantes de La Plata, finalista del Mundial 2014 con Argentina, y un paso por el fútbol de Europa.
Un poco más adelante en el tiempo, ocurrió lo mismo con otro volante mendocino de altísimo nivel en el fútbol argentino. "A mí me vio jugando en Luján y la Selección Mendocina, y ahí me llamó para ir a Godoy Cruz, adonde llegué con 17 años. Gracias a él tuve el sueño de poder jugar en el Tomba", cuenta Fernando Zuqui del otro lado del teléfono.
Este proceso se repitió infinitas veces, siendo el método Oldrá replicado por otros integrantes de los cuerpos técnicos de las inferiores de la institución. Así, por ejemplo, llegó el mediocampista devenido en lateral por izquierda Fabrizio Angileri, parte del exitoso proceso de River Plate. "Estaba entrenando solo en Junín sin rumbo. El DT de la Reserva de AFA, Alberto Salomón, que me conocía de San Martín, hizo el nexo para poder ir a jugar. El Gato fue el que dio el ok en el 2011", expresó.
Conocida pero no menos curiosa es la historia de Carlos Sánchez, uruguayo que dejó un grato recuerdo de su paso por Godoy Cruz, y que llegó a jugar el Mundial 2018 con su selección. A Oldrá le había llegado el dato de un nueve de área potente, Emiliano Alfaro, y viajó a verlo a un amistoso contra Liverpool de Uruguay. Quiso el destino que el ojo clínico del Coordinador se pose en su lugar sobre Sánchez, a quien rápidamente hizo explotar.
Esa capacidad para reconocer con rapidez si un jugador tiene el potencial se combinaba con la humildad para prestar atención a las conversaciones cotidianas sobre pibes con un promisorio futuro. En 2017, una persona paró a Oldrá en una agencia de autos, y le hizo saber que su hijo jugaba muy bien al fútbol. Lejos de reírse, o no tomarlo en serio, el Gato lo citó en el predio para verlo. Así, Facundo Altamira tuvo su chance y quedó en el Tomba, donde hoy es titular y uno de los pilares del equipo.
La lista es eterna, y desarrollada en pleno llenaría cada espacio de la presente edición con nombres como Miguel Merentiel, Martín Aguirre, Zaid Romero, Lucas Arce, o Nicolás Fernández, entre otros. Además, se podría sumar a aquellos que no descubrió, pero que recibieron su primera chance con él. Allí aparecen nombres como Mateo Mendoza o Santino Andino. Una locura.
Otro aspecto destacado del paso del Gato por el Expreso es la cantidad de veces que tuvo que ponerse el buzo de director técnico para aliviar situaciones complicadas, lo que sucedió en 13 ocasiones, según su propia cuenta. Hacer una estadística de encuentros ganados, empatados y perdidos sería injusto, teniendo en cuenta que no fueron procesos sino momentos específicos.
Sin embargo, su capacidad táctica y técnica se vio reflejada en este último tiempo, cuando fue oficializado como DT. Después de agarrar a un plantel complicado con los resultados en la Liga Profesional, que miraba de reojo el descenso, Oldrá levantó el nivel y logró quedar entre los primeros puestos.
Así, sin saberlo, cerró su etapa en el Bodeguero, dejando la vara alta y marcando un estilo de trabajo en primera e inferiores que es modelo en todos lados. Que nadie se confunda, irá a Instituto como profesor, y no como alumno.