Los mesías de la verdad, contra la reina de la Vendimia

A las puertas de la audiencia pública para definir si se elimina definitivamente la figura de la reina de la Vendimia de Guaymallén, llaman la atención los argumentos para borrarla de la tradición: no sólo son gratuitos, sino que el intendente califica a todo el que no los acepta como retrógrado. Incluso a las mujeres que lo defienden.

Los mesías de la verdad, contra la reina de la Vendimia
Julieta Lonigro reina Blue de Guaymalén. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

La hora crucial ha llegado para el futuro de la reina de la Vendimia de Guaymallén. Estamos hablando de su figura, no de una reina en particular: de su continuidad como tal, de su existencia en este mundo presente. Y es que, desde que el año pasado el municipio eliminó por ordenanza esta institución (exigida por ley provincial), a caballo de argumentos de supuesta cosificación de la mujer, la reina vendimial del departamento con más soberanas nacionales está en peligro de extinción.

Este miércoles 30 es la fecha elegida, cuando una audiencia pública ayudará a dirimir si pesa más esa ley provincial que la ordenanza municipal, si es más importante la opinión de un grupo de concejales y ejecutivos municipales –los que sólo por “argumentar” como a ellos les gusta, son casualmente todos varones– o es más importante la de un grupo de personas –especialmente, y con la misma lógica, sobre todo mujeres– que pugnan por el respeto a esta tradición casi centenaria.

Mientras tanto, sorprenden algunos conceptos con los que Guaymallén, en la persona de su intendente Marcelino Iglesias, fogonea las razones de su decisión. Lo que llama la atención en el jefe comunal es cierta aura mesiánico-progresista que dice encarnar,, cierta superioridad moral que da por sentada.

Se quiera o no, se valore o no, la de la reina de la Vendimia es una de las instituciones culturales más representativas de Mendoza. Sin embargo, el intendente radical ha dicho (palabras más, palabras menos) que quien se oponga a su decisión es un retrógrado. Que oponerse a él es querer “retrasar el reloj de la historia”. Que por eso confía en que la Suprema Corte de Justicia va a comprender “el signo de los tiempos”.

Parece evidente que el intendente es el único en esta discusión que tiene en hora ese reloj del futuro, o que ha descifrado la simbología del presente y por ellos son retrógradas, por ejemplo, las propias reinas que integran Coreguay (Comisión de Reinas de Guaymallén) o el grupo que hizo posible una elección vendimial “paralela” el año pasado. Todos retrógrados.

Marcelino Iglesias, el intendente que quiere acabar con la reina vendimial.
Marcelino Iglesias, el intendente que quiere acabar con la reina vendimial.

Justamente, de esa elección paralela surgió como reina “no oficial” Julieta Lonigro. Ella también alzó la voz y dijo que, si había cosificación, esta aparecía en la decisión municipal de eliminar la figura de la reina: no es el certamen el que cosifica, sino los que así lo creen, ya que las reinas se presentan por voluntad propia y sin sentirse denigradas.

Sin embargo, nadie desde el municipio le respondió: algún malpensado dirá que, tal vez, como Julieta es bonita y se puso una corona en la cabeza, no puede tener otra cosa en ella y lo que dice no vale nada. Estaríamos argumentando del mismo modo que lo vienen haciendo los propulsores de la eliminación de la reina vendimial, los que llevan en la muñeca el Rolex de oro de la contemporaneidad.

Lo que está diciendo Julieta es que, tal vez, son los que asumen sin probar esa supuesta cosificación los que están pensando que una reina de la Vendimia, sólo por ser físicamente hermosa, no puede ser más que eso: una mujer linda. Lonigro ha tenido que ponerse como ejemplo, lamentablemente,. Ha tenido que decir que estudia Enología, que habla a la perfección el inglés y el español, que es capaz de criticar y defender con argumentos lo que piensa aunque se la califique de retrógrada. Por algo será una de las oradoras en la audiencia de hoy.

Ahora bien, ¿por qué tiene que ponerse a dar explicaciones sobre eso? Porque, en efecto, hay algunos que, con mirada paternalista y aires de superioridad, le quieren prohibir un espacio en el que mujeres puedan mostrarse tan hermosas y combativas, tan bellas como inteligentes, dado que la hermosura física anularía otros atributos en una persona. ¿Es eso lo que piensan quienes insisten con eliminar la elección de la reina Vendimial que una ley provincial protege, que muchas personas (hombres y mujeres) defienden aun cuando un político con cargo público los tilda de atrasados, cosificadores, cholulos o machistas? ¿Por qué un concurso de belleza anularía otras virtudes y no lo hace un torneo de ajedrez, un certamen de fútbol o una carrera de velocidad?

Tal vez sea así: tal vez para los mesías de las mujeres, una elección de belleza no debe tener lugar porque la reina de la Vendimia sólo es una cara bonita, sea la bilingüe Julieta Lonigro, la hacedora cultural María Paula García, la comunicadora social Mayra Tous, la psicóloga Jésica Tolín o la jueza Marinés Babugia.

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