Transitamos la ciudad con tal prisa que no la observamos

El Parque General San Martín fue concebido para recorrerlo de manera distendida y principalmente en los paseos dominicales, en carruajes tirados por caballos y a pie en determinados lugares.

Detenernos y observar son dos claves para lograr ciudades saludables e inclusivas. El Parque General San Martín fue concebido para recorrerlo de manera distendida y principalmente en los paseos dominicales, en carruajes tirados por caballos y a pie en determinados lugares. La adaptación de estos espacios a las nuevas dinámicas sociales es una necesidad, así van apareciendo intervenciones que nos permiten recuperar espacios para detenernos y disfrutar del paisaje. Lo mismo deberíamos hacer en nuestras ciudades, sin embargo ¿quiénes están pensando en ello y desde dónde?

La Quinta está siendo invadida por edificios de alta gama con unas vistas espectaculares, adquieren esos departamentos a un precio sumamente bajo comparado con los beneficios ambientales que usufructúan. Sin embargo, el costo para las familias y las casas que siguen en pie en la zona es demasiado alto, nos privan de las brisas del parque, perdemos la privacidad en nuestros jardines, perdemos el vínculo y las relaciones sociales que caracterizan a la vida urbana, aumenta el tránsito vehicular transformando un espacio público de disfrute, en un espacio peligroso, que nos obliga a la atención constante.

Hoy las calles de mi barrio desbordan de mugre, crecieron los alojamientos temporarios a la par de los edificios de alta gama, los turistas sacan la basura en cualquier horario, sin ningún tipo de selección, situación que se agrava ante el creciente deterioro social, vemos personas que revuelven la basura con la esperanza de encontrar algo que les sea útil.

Los baldíos ya no son los de antaño, donde los transformábamos en espacios mágicos: de exploración, de disfrute de las niñeces del barrio. Hoy tapiar un baldío, según manda la normativa municipal, ¿soluciona el problema o lo acrecienta? ¿Quiénes están atentos y observando estas dinámicas urbanas para que aparezcan soluciones certeras? ¿Qué pasa con las casas desocupadas o en estado de deterioro? ¿Qué hacemos para atender primero a las personas que las habitan? y luego si corresponde caer con el peso de la ley, pero anteponiendo la atención y el cuidado de la vida.

La propiedad privada es “sagrada”, sin embargo, si no tienes los ingresos necesarios para mantenerla y no pagas las tasas pensando que no te alcanza la plata para resolver las necesidades básicas, acumularás deuda y después te aplicarán el rigor de la ley, para recuperar algo, tendrás que rematar tu propiedad al primer postor. No hay anarco capitalismo atrás de esto, hay capitalismo organizado para seguir acumulando capital en pocas manos.

Les invito a los responsables de legislar los programas de renovación urbana que juntos caminemos la ciudad y luego en función de esa primera observación resuelvan la ecuación por la cual se regirán las tasas municipales. A los responsables del diseño e implementación, otro tanto, juntos marquemos los itinerarios y los problemas que encontramos en cada calle y cada manzana. Los Ojos en Alerta (programa de seguridad municipal), sean ojos que estén siempre abiertos para alcanzar el bienestar de todas las personas que habitan el territorio, sea de donde sea su procedencia, la ciudad somos quienes la habitamos, valga para todo municipio de nuestra querida Mendoza. Sólo espero a cambio que dejen de hostigarme con notificaciones para hacer obras inconducentes para los tiempos actuales y el debido reconocimiento en las tasas municipales. No sólo construyendo metros cuadrados hacemos ciudad, también quienes dedicamos nuestras mejores energías para contener y acompañar cada hecho insignificante de la vida cotidiana estamos aportando para una Ciudad Activa (programa de eximición de aforos y tasas municipales para obras nuevas).

Este cariño y amor por mi barrio lo desarrollé en las escuelas públicas, la primaria Daniel Videla Correa, y la secundaria, en el Magisterio y hoy como docente en el Isteec, terciario de Educación Superior que me cobija, (no por mucho tiempo más), desde este lugar me permito seguir contagiando esperanza.

* La autora es arquitecta. Universidad de Mendoza. Eco Hábitat. Mendoza.

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