Degradación de la política en el tiempo de las redes

Hasta los jefes de estado y de gobierno ahora recurren a estas tecnologías para opinar sin la prudencia que los cargos que ocupan en representación del estado les obliga a seguir.

López Obrador y Milei, presidentes de México y Argentina.
López Obrador y Milei, presidentes de México y Argentina.

Las redes sociales sirven para “democratizar” la información y posibilita que todos opinen, los que saben, los que creen que saben y los que no saben nada, aunque con los años uno comprende que de todos se puede aprender algo.

También las redes son una gran polémica en el Bar, con expertos de mesas de café como se dice vulgarmente. La diferencia es que en esas mesas no hay anonimato, se discute cara a cara; en cambio en las redes escudados en la obscuridad con identidades falsas se divulgan mentiras, se orquestan operaciones desestabilizadoras, como ha sucedido en las elecciones europeas y en Estados Unidos, en perjuicio de los partidos democráticos, se miente, agravia, insulta, calumnia.

El problema se agrava porque hasta los jefes de estado y de gobierno ahora recurren a estas tecnologías para opinar sin la prudencia que los cargos que ocupan en representación del estado les obliga a seguir. Lord Palmerston cuando se inventó el telégrafo dijo que era el fin de la diplomacia. Qué hubiera dicho con gobernantes agraviando a otros desde las redes sociales.

En nuestra región se impuso una tradición de no injerencia en los asuntos internos de otros países y el derecho de asilo para los perseguidos políticos. Este principio de no intervención a veces se ha usado de manera equívoca protegiendo a regímenes que someten a sus pueblos restringiendo sus derechos y libertades. Hay una frase magnífica de Hipólito Yrigoyen que debería rescatarse, “las autonomías son de los pueblos no de los gobernantes”.

Desde hace un tiempo los gobernantes se creen con derecho a dar su apoyo a candidatos opositores al gobierno de otro estado, a expresar sus preferencias olvidando que las relaciones exteriores son de Estado a Estado y no de facciones o grupo políticos afines.

El lenguaje vulgar utilizado por los presidentes latinoamericanos es una contradicción de tradiciones y acuerdos que vienen de principios del siglo pasado y que se respetaron hasta hace poco tiempo.

Posiblemente, el primer hecho que mostró un cambio de las buenas costumbres y maneras fue la conferencia interamericana de Mar del Plata en los inicios del kirchnerismo. Vimos la rusticidad del entonces presidente y su incapacidad para ser un anfitrión responsable. Ese foro tuvo consecuencias negativas para la región y el país que adoptó una política de segundón de Lula y Chávez, en desmedro de los intereses nacionales.

El reciente episodio de violación de la soberanía territorial de México, con la policía entrando en la embajada de este país en Ecuador, es otro hecho que confirma la degradación del sistema de relaciones siendo una clara y flagrante violación de la Convención de Viena y que señala que ciertas malas prácticas y modales son comunes a distintas facciones ideológicas.

Son escasos los antecedentes de ataques a embajadas. Uno de ellos sucedió en nuestro país luego del intento revolucionario de los generales Valle y Tanco en 1956, cuando un grupo de la Side entró violentamente en la embajada de Haití para capturar a varios allí refugiados entre ellos el general Tanco.

La agresividad también se soporta en la política interna. Desde la llegada al poder del matrimonio santacruceño se incrementó la descalificación, el agravio, los carpetazos, cada vez más potenciados por los nuevos medios tecnológicos que han sustituido el debate de ideas y propuestas. La intolerancia hacia el que piensa distinto se ha extendido a otros sectores que se asumen diferentes, pero muestran las mismas actitudes ante la crítica. La idea que unos son el bien y los otros el mal es lo que pretenden hacer prevalecer en una regresión primitivista en que el pensamiento es sustituido por los instintos primarios.

Las hubo duras críticas en otros tiempos, basta leer la polémica entre Alberdi y Sarmiento en las Ciento y Una y las Cartas Quillotanas. Se dijeron de todo, se agraviaron, pero había ideas, pensamiento, cerebro. Claro contraste con los mensajes en las redes en los que solo se vocifera a favor o en contra de alguien sin aportar nada porque poco puede hacerlo quien se niega a escuchar al otro. Es cierto que los formatos tecnológicos actuales potencian simplificaciones, la difusión de slogans, lugares comunes. Hay un presidente en México que a todos los que no piensan como él los califica de fascistas, justo él un gobernante cuyas credenciales democráticas son dudosas. A su vez nuestro presidente mete en la bolsa de socialistas a todos los que no coinciden con sus ideas anarquistas. Ambos no soportan las críticas y a los periodistas independientes. Solo reciben a los complacientes del poder que incluso callan cuando estos energúmenos atacan y difaman a sus amigos.

Hoy los aspirantes a liderar los Estados no se preparan para ser figuras de Estado, son alborotadores. Siempre los hubo, pero no llegaban al poder, las estructuras políticas hacían de filtro, la disolución de las mismas ha erosionado esa barrera. Ignorancia y fanatismo están estrechamente vinculados. Cuando se invocan fuerzas del cielo estamos negando la razón y todos los avances del mundo occidental desde Baruch Spinoza, Milton y Locke.

* El autor es Presidente de la Academia Argentina de la Historia. Miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar.

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