Los gallegos y la playa

En Galicia está una de las cinco playas más bellas de Europa, también elegida como la más linda de España.

Los gallegos  y la playa
Los gallegos y la playa

Galicia es la tierra verde. Casi el 80% del territorio gallego está cubierto de vegetación. Las lluvias hacen crecer de manera explosiva, casi obscena, matorrales, bosques y praderas, e imprimen al paisaje ese color.

Esas lluvias, más que frecuentes, graban a fuego el carácter de los galaicos. A diferencia de los que viven en climas soleados, dicen que los gallegos son sombríos y melancólicos.

Pasan gran parte de su vida metidos en sus casas. Sin embargo, ellos sostienen que, a la hora de salir, son extremadamente divertidos. Incluso se auto nombran como”los amos de la fiesta”.

Este clima cambiante e imprevisible, seguramente influye en que los gallegos sean gente indecisa. Por ejemplo: a la hora de ir a la playa les surgen las preguntas: Este sol tan atípico ¿se mantendrá todo el día? ¿Merece la pena que vaya a hacer el viaje hasta la costa para disfrutar del mar? ¿Será suficiente el abrigo que llevo? Debe ser porque los gallegos son tan trabajadores que no paran de sembrar. De sembrar, en dudas en este caso.

Pero tienen razón. Imaginá la situación. Ese caluroso día de 30°, a la caída del sol, puede convertirse en una noche fresca, casi fría. Es más, si son las dos de la mañana y estás en la playa viendo las estrellas, lo más probable es que no estés en Galicia. Pero si efectivamente estás, amerita disfrutarlo al máximo porque esto no es común.

A pesar de que cuando pensamos en playa difícilmente lo asociemos con Galicia, en sus costas del Mar Cantábrico está una de las cinco playas más bellas de Europa y la más linda de España según los viajeros de TripAdvisor: La playa de Aguas Santas, más conocida como la playa de las Catedrales (Praia das Catedrais).

Está ubicada en la provincia de Lugo, en plena Mariña Lucense. Como referencia, el hermoso pueblo de Ribadeo, situado sobre la Ría del Eo, está a sólo 12 km.

Si pedís a un local que te indique cómo llegar, seguramente te responderá a la vez con una pregunta: “¿y tú adónde vas?, típico de los gallegos.

Para luego, intentar orientarte: “¿Ves tú la casa amarilla?; ¿la que está frente a la de la planta grande en el jardín?, ¿y ves que allí se abren dos caminos?, ¿Pues ves el de la derecha? Pues ése no, coja usted el camino de la izquierda y siga siempre con el mar a su derecha hasta llegar a la playa.

La Playa de las Catedrales no se destaca por sus aguas cálidas, ni por sus hermosas palmeras (obviamente inexistentes en estas zonas). En realidad, lo que impresiona es la obra de arquitectura producida a fuerza de años de erosión, por la fuerza del mar y el azote permanente del viento.

En las rocas se esculpieron una gran diversidad de formas: bóvedas profundas; grutas con cúpulas rematadas por agujas; arcos, dentro de otros arcos y pasillos de arena entre paredes de pizarra, semejando una imponente nave central de Catedral.

Esta playa tan especial, se extiende por cerca de 1.200 metros. Claro que ese largo puede variar, de acuerdo a las mareas. Es una playa en la que no es muy aconsejable planear una visita con la idea de disfrutar de una larga asoleada en sus blancas arenas. Mucho menos hacer el plan de dejar la toalla y salir a caminar.

Lo más probable es que al regresar, no encuentres tu toalla; y hasta es posible que no encuentres la playa, tampoco. Las mareas suben y bajan muchos metros y la hacen desaparecer.

Son las mareas determinantes al descubrir la belleza del lugar. Durante la marea baja, para llegar a la arena se utilizan unas escaleras que bajan hacia el mar. Las mismas que luego quedarán sumergidas al subir las aguas.

Una vez en la arena, se pueden recorrer las galerías que se abren entre los arcos de piedra, a los que los gallegos llaman “ollos” y que llegan a alcanzar hasta 30 metros de altura. En el paseo se descubren grietas, socavones y cuevas, en las que más de uno se adentra con la ilusión de encontrarse con alguna “meiga”, las brujas de los gallegos que, según dicen, “Habelas…hailas”.

Para los menos aventureros, les queda apreciar el panorama desde lo alto, recorriendo la pasarela superior que permite detenerse en diferentes miradores estratégicamente ubicados.

Allí, sólo resta esperar que suba la marea para experimentar las múltiples variaciones del paisaje, cuando las grutas se sumergen ante el impiadoso avance de las aguas del Cantábrico.

Finalmente, y para poner las cosas en su lugar, con playa o sin playa, el de los gallegos es un pueblo admirable; que ha emigrado al mundo y ha sabido, merced a trabajo e inteligencia, superar dificultades y crear proyectos exitosos.

Gente que una vez que brinda su confianza, es para toda la vida; que hace de la hospitalidad un culto y que tiene un sentido del humor propio, al que llaman: “la retranca”, una mezcla de sarcasmo e ironía, que dominan a la perfección.

Tips de interés

Es indispensable consultar la tabla de mareas que facilitan en Internet, para aprovechar de visitar el lugar durante la marea baja. En ese momento, se pueden observar los acantilados en su plenitud y caminar a través de ellos. https://ascatedrais.xunta.es

Entre julio y mediados de setiembre, el acceso a la playa está restringido. Para poder acceder al arenal será necesario reservar el acceso en forma gratuita, en el siguiente link: https://ascatedrais.xunta.es  La realidad es que, en esa época, se junta mucha gente, y se ha obligado a no recibir más de 3.000 personas por día.

Es muy importante hacer una visita sostenible. No intentar apropiarse de los mejillones y percebes que se muestran aferrados a las paredes y que son una tentación. No depositar basura fuera de los recipientes y respetar las indicaciones de la gente de seguridad.

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