El semáforo de las economías regionales de Coninagro (Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada) establece en qué situación se encuentran 19 economías regionales: prosperidad, crecimiento, advertencia, signos de crisis o crisis. En septiembre, 14 estuvieron “en rojo”, -5 en crisis y 9 con signos de crisis-, 4 “en amarillo” y sólo una evidenció crecimiento.
“No cambia la tendencia de este año: es uno de los meses con mayores rojos en la serie. Los datos indican que los volúmenes de producción y la superficie o stock estimada es menor que la campaña anterior en 16 actividades, como efecto del clima. Las subas de precios (al productor) por encima de la inflación que se observan en el mes de septiembre, al igual que en los meses anteriores, siguen respondiendo a faltantes temporales, más que a causas de paridad internacional. Un caso de esto es la papa o los cítricos dulces (naranjas, mandarinas y pomelos)”, plantea el informe.
También plantea que las exportaciones se recuperan en mercados puntuales y son menores en valor (precio x cantidad) en 14 de las actividades, respecto de la campaña anterior, pese a la devaluación de fines de agosto y el cambio en los derechos de exportación en algunas economías regionales. Con respecto a eventuales cambios en esta variable, deberían esperarse en la campaña siguiente.
La única economía regional que creció fue la de la yerba mate. Las que se encuentran en situación de advertencia son las de hortalizas, maní, peras y manzanas, y porcinos. Mientras que las que presentan signos de crisis son arroz, aves, bovinos, cítricos dulces, forestal, mandioca, ovinos, papa y tabaco. Y algodón, granos, leche, miel, y vino y mosto están en crisis.
La lechería, en “rojo” desde 2022
Para su análisis se sigue a nivel tambo la evolución de un modelo representativo de la lechería cooperativa (2.500 litros diarios de la cuenca Santa Fe-Córdoba), mientras que las variables de precios, producción, stock y mercados se siguen a nivel nacional. Esta actividad tiene “rojo” en su caracterización desde julio de 2022, siendo una actividad con ciclos específicos, agravados por el clima y los mercados locales e internacionales.
Se observa que la variación de los precios al tambo (promedio Siglea – sept $118,36) es menor a la variación de la inflación (+113% vs +138,3%) en términos interanuales. Por ello, este punto está en rojo. A su vez, si se observa la distribución por cuenca y composición, el análisis se complejiza (reflejando mejor la realidad), sin embargo muestra conclusiones similares. En relación a los costos, han crecido a lo largo de 2023 por encima de los precios, pero en forma dispar de acuerdo al modelo de alimentación, el impacto de la sequía, la escala y la zona.
Usualmente Coninagro sigue un solo modelo, pero para esta campaña se hizo necesario considerar variables adicionales. Los tambos más pequeños tienen costos por litro producido mayores a aquellos de mayor escala, y las cuencas con mayor disponibilidad de pasturas tienen también costos más reducidos. La gama de costos, sin considerar la sequía de los tambos cooperativos, se encuentra entre $115 y $135. Para agregar el costo de la sequía, se toma la referencia del OCLA-INTA que estima $24 pesos más para captar este efecto en el mes de septiembre. Con ello, se observa lo lejos que se encuentran los precios promedio de cubrir los costos de producción.
Algunas estrategias de supervivencia de los tambos ante esta situación son la descapitalización y la venta de hacienda, lo que resulta un punto urgente e impostergable para resolver. Estas dos consideraciones validan un rojo en el pilar micro: el negocio del tambo se está achicando. Por el lado del stock de vacas en ordeñe y número de tambos, el análisis requiere de mayor la actualización de los datos del Senasa. Sin embargo, es interesante analizar la producción, que muestra un volumen similar a nivel nacional (con leve reducción en los últimos dos meses), pese a la clara situación desfavorable mencionada. Esto agrava la situación, a nivel tambo. Por ello, el segundo pilar se encuentra en rojo.
La producción mayor no es un signo de expansión de la actividad, sino una respuesta a la crisis por la sequía. Finalmente, se monitorea el mercado de exportación, las importaciones (ambos dos en valores) y el volumen de consumo interno en litros equivalentes per cápita. Estos últimos muestran un claro estancamiento, no contribuyendo a una mejora en la situación de la actividad.
“Si le preguntamos a un tambero cooperativo, el semáforo no debería estar en rojo, sino más aún, en un bordó oscuro, o una categoría superior. Lamentablemente, el índice tiene un límite. Esperamos que este informe contribuya a la comprensión de la foto actual y que los próximos semáforos reflejen una mejor situación de este castigado sector”, concluye el informe.