En el Gran Mendoza no hay sitios públicos para nadar

Solo El Carrizal, El Nihuil y Los Reyunos tienen sectores habilitados para nadar, pero ninguno está en el Gran Mendoza. Por eso la gente que no puede pagar un club recurre a los cauces, donde está prohibido. Admiten que es muy difícil controlar a los bañi

En épocas de calor insoportable, los cauces mendocinos son tan tentadores como peligrosos. Cada siesta y tarde, mientras el mercurio no baja de los 30° en el termómetro, es muy común encontrar a niños -y no tan niños- nadando, saltando y refrescándose por varias horas en cauces y zanjones mendocinos, que no tienen precisamente esa función. Pero que asoman como bálsamo ante las altas temperaturas.

“Se ve hondo, pero si uno se mete con cuidado y no se anda haciendo el loquito, no pasa nada”, contó a Los Andes ayer Abraham (14), un chico que vive en las inmediaciones de la rotonda del Corredor del Oeste y Carola Lorenzini, Godoy Cruz, sitio donde hay un cauce que es el predilecto de muchas personas para darse un chapuzón y paliar el calor.

“Venimos siempre. Está bueno, pero hay que meterse con cuidado”, acotó Brian, quien junto a otros amigos usaban la bajada del cauce como un tobogán.

Lo cierto es que, desde que empezó el verano y las altas temperaturas se instalaron en Mendoza, dos personas han fallecido ahogadas por bañarse en lugares no permitidos (en un cauce que desemboca en el dique Cipolletti y en el dique Potrerillos). A esto se le suma otra realidad, y es lo difícil -por no decir imposible- que resulta para las autoridades tener inspecciones y controles permanentes en los más de 12.000 kilómetros de canales que tiene la provincia.

“Es una tarea faraónica, porque hay cientos de canales. Y uno llega y le dice a la gente que tiene que salirse, porque no se pueden bañar ahí, y -en el mejor de los casos- nos escuchan y salen. Pero a los 10 minutos, cuando nos vamos, se vuelven a meter. O si no nos pasa como hace unos días en calle Armani, de Godoy Cruz, donde la gente nos empezó a tirar piedras porque se enojaron cuando los queríamos hacer salir”, destacó José Capdevila, jefe de Bomberos de Mendoza.

Asimismo, el uniformado se refirió a una realidad de la que poco se habla: “Debería haber mayor gestión, no sé si de cada municipio o de la Provincia, para que haya más natatorios públicos. Para que la gente que no pueda acceder a piletas o clubes pueda bañarse en un lugar seguro gratis o por muy poco dinero”.

En lo que se refiere a diques y espejos de agua, sólo El Nihuil, Los Reyunos y El Carrizal tienen áreas boyadas para nadar en Mendoza, mientras que hacerlo en el resto de los espejos de agua está prohibido. Pero el control en ellos también se torna complicado. En tanto, la bajada pública al Río Mendoza de Blanco Encalada -a la que cada fin de semana llegaban miles de personas en sus vehículos, también con la idea de aliviar el calor- fue cerrada por Irrigación el pasado fin de semana, justamente para evitar tragedias y para que no prolifere la contaminación en el lugar.

Falta de lugares

Las piletas, natatorios y espacios públicos para poder nadar y refrescarse sin costo son un fuerte déficit en el Gran Mendoza. Los mendocinos más experimentados quizás recuerden la famosa pileta que estaba ubicada en lo que hoy es el Espacio de los Maestros (calle Pueyrredón de Chacras de Coria) o el legendario Saucelandia (El Bermejo, Guaymallén). Ambos eran balnearios muy concurridos.

También se destacaba uno en el carril Cervantes, cerca del Puente Olive, en Godoy Cruz. Maipú también tuvo muchas piletas, aunque la mayoría están cerradas ahora.

El Luján Sport Club, en tanto, exhibía una pileta muy activa en los veranos de los años ‘60, ‘70 y ‘80, así como también un balneario muy visitado en la calle San Martin de Drummond, frente al Colegio San Pablo. En el mismo departamento, Luján de Cuyo, estaba uno de los más famosos y recordados: un gran piletón habilitado para bañarse ubicado en el predio del dique Cipolletti (justamente, uno de los sitios donde más accidentes fatales hay año tras año).

Todos estos lugares hoy no son más que recuerdos nostálgicos de los mendocinos más adultos. Y que, según Capdevila, sería una buena iniciativa recuperarlos para evitar casos de personas ahogadas por bañarse en lugares que no están habilitados para tal fin.

#De forma alternada hacemos controles en la ruta 82 -que va de Luján a Cacheuta-, en especial los feriados y fines de semana, que es cuando la gente va al río. También hacemos recorridos en el Parque San Martín (mucha gente se baña en el lago, a la altura de la isla) y los canales, y cuando encontramos a gente que se está bañando donde no se puede les pedimos que salgan. Se hacen campañas de concientización e información al inicio de la temporada y se está haciendo un gran esfuerzo para disminuir los riesgos”, indicó Capdevila.

“Sabemos que es peligroso, lo hemos escuchado. Pero es la única forma que tenemos de refrescarnos un poco. Además, nos metemos con cuidado y si viene muy agitada el agua, no lo hacemos”, agregó con honestidad brutal Martín, otro de los menores que se bañaba ayer por la siesta en la rotonda del Corredor y Lorenzini.

Controles ¿insuficientes?

Desde el Departamento General de Irrigación indicaron que, por estos días, han incrementado los controles en las subdelegaciones de todos los ríos, a fin de evitar por un lado las tragedias y, por el otro, daños a la red de riego (puesto que esa es la función del agua que producen esos cauces).

“Tenemos una guardia permanente con la cual acudimos cuando recibimos alguna denuncia o vemos el accionar indebido de ciudadanos que taponan los canales con cuanta chapa, plástico o cosa tienen a mano a fin de embalsar el agua para luego refrescarse, en sitios no aptos para bañarse. Y si la situación se torna difícil, pedimos ayuda a la Policía de Mendoza, quienes intermedian en el 50% de los casos”, destacó Favio Chiacchio, subdelegado de aguas del Río Diamante.

En lo que se refiere al Río Mendoza, una de las medidas adoptadas ha sido impedir el ingreso en vehículos a las márgenes del río Mendoza en la Ruta 82 (en la bajada pública), con la finalidad de resguardar el lugar de la contaminación ocasionada por los vehículos y por la dificultad de un rápida evacuación ante una contingencia.  Además, según especificaron desde el DGI, han emplazado a particulares instalados en ese lugar a que presenten los documentos que acrediten derechos adquiridos y se le exige el cumplimiento de la normativa para este tipo de explotación.

En lo que se refiere a los diques, Bomberos tiene operativos permanente con patrullaje -terrestre y náutico- en El Carrizal, Potrerillos y El Nihuil. Aquí trabajan en conjunto con el Ministerio de Tierras y Ambiente.

“El problema de Potrerillos (donde murió un joven el último fin de semana) es que ni siquiera tiene infraestructura. Y el agua ha bajado casi un kilómetro, por lo que si un efectivo va a decirle a alguien que salga porque está prohibido bañarse, esa persona sale y se mete por la otra costa. Hay todo un problema de conducta también que hay que cambiar”, sentenció Capdevila.

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