La leyenda mendocina de Ánima Parada, el alma en pena que no descansó hasta obtener su reconocimiento

El mito de Diógenes Recuero nació en Rivadavia y trascendió a la provincia a fuerza de promesas y devoción. Afirman que el féretro quedaba siempre de pie y sólo se acostó cuando tuvo su mausoleo. En la actualidad es una de las leyendas insignia de la creencia popular mendocina.

La leyenda mendocina de Ánima Parada, el alma en pena que no descansó hasta obtener su reconocimiento
Recuero fue comisionado municipal de Rivadavia. Sus restos descansan en el mausoleo que le construyó un fiel en el cementerio local. | Fotos: gentileza

La historia que Diógenes Recuero escribió como intendente en su Rivadavia querida se convirtió en leyenda a fuerza de fe y un hecho inaudito. Son muchos los mitos de cementerios y pueblos, pero pocos trascienden entre la creencia popular como ésta, la historia del Ánima Parada, el alma que no descansó tranquila hasta tener el reconocimiento que creyó merecer.

El relato es de alrededor de 1910 y, más allá de lo que Diógenes hizo en vida, surge a partir de lo que ocurrió después de su muerte, en un traslado de sus restos de un cementerio a otro. Fue en el llamado Noé Ferreyra donde, al tirar el féretro con su cuerpo a una fosa común, ocurrió lo inexplicable. “Uno de los cajones cayó parado, lo sacaron para volver a ubicarlo y otra vez cayó parado”, cuenta Gustavo Parisi, encargado y coordinador del Museo Municipal. “En ese momento uno de los sepultureros reconoció que era el féretro de Diógenes Recuero y pensaron que estaba tratando de manifestar algo”, añade el historiador.

A partir de allí nació la historia del Ánima Parada, “que en el fondo es un alma en pena”, dice Parisi. “Algo les molesta y tratan de manifestarse de alguna manera”, agrega según la visión universal.

Lo cierto es que, mientras decidían qué hacer, los trabajadores del cementerio reubicaron los restos de Diógenes Recuero en una habitación particular. “Acá empiezan las versiones, como todas las leyendas”, advierte Parisi antes de continuar. “No se sabía qué pasaba, si había algún vivo o qué, pero cada vez que entraban al lugar, el cajón estaba parado”, manifiesta.

Entre murmullos y curiosos, el hecho inaudito se propagó rápidamente por las calles del pueblo y pronto todo Rivadavia conoció lo que estaba pasando con el Ánima Parada.

Como sucede con la Difunta Correa, por ejemplo, la gente empezó a llevarle velas, ofrendas y a pedirle favores. “Se sabía que Diógenes había sido un hombre bueno y había hecho mucho por Rivadavia”, comenta el historiador. Con la devoción popular, “los vecinos empezaron a hablar de que el cuerpo merecía un mejor trato”, narra Parisi.

Con el tiempo el mito trascendió los límites de Rivadavia y comenzaron a visitarlo desde toda la provincia. Así fue como llegó al cementerio un habitante de San Rafael, que le pidió a Diógenes sacarse el primer premio de la quiniela, favor que el Ánima Parada le habría concedido.

Como pago de la promesa, el hombre hizo construir un mausoleo en su nombre para que el difunto intendente descansara en paz. La historia cuenta que el féretro de Recuero no apareció verticalmente nunca más. Según el relato popular, a partir de allí “su alma se quedó tranquila”, aclara Parisi.

Un ejemplo de mito popular

Más de 50 años después, el Ánima Parada sigue siendo fuente de promesas, devoción popular y fe. Cientos de creyentes de esta historia desfilan al cementerio Noé Ferreyra cada año a visitar el mausoleo, que reluce con su mármol negro y una escultura de autoría anónima que lo representa parado. Llamativamente, la inscripción lleva el nombre del mito y no el de Diógenes Recuero.

Quien conoce bien esta leyenda es Gonzalo Zúñiga, uno de los integrantes del equipo “Alerta Roja”, grupo que, junto con otro llamado “Zona Paranormal”, recopilan historias mendocinas “paranormales” y supuestamente no explicadas por las ciencias. Visitan casas y lugares sobre los que existen versiones o la idea de que están “encantados”.

Para Zúñiga, que asistió al cementerio durante la noche y no encontró nada “que se pueda considerar como sobrenatural en la historia”, lo ocurrido con Diógenes “es un buen ejemplo de lo que puede generar la fe, porque mucha gente le pide favores a un hombre común que fue muy bueno, y no necesariamente a santos o figuras así”.

“Quizás los milagros o favores que concede el Ánima Parada los concede porque fue muy buena persona y no porque esté vinculada a un evento paranormal”, continúa Zúñiga. Por eso, como conclusión, opina que “es una buena leyenda que se puede abordar desde lo poderosa que puede ser la fe de las personas”.

¿Hay una explicación a lo inaudito?

Algunas versiones hablan de que el cuerpo de Diógenes Recuero se mantenía verticalmente una vez muerto, mientras que otras hablan de que el cajón, con sus restos en el interior, era el que caía de pie. En su relato, el historiador Gustavo Parisi comenta que fue el féretro el que cayó en esa posición, pero advierte que tiene su explicación “científica”.

En realidad, Diógenes no fue intendente, pero así se explica su rol a cargo de lo que en ese tiempo eran comisionados municipales. “Recuero tiene una connotación histórica importante para el departamento”, destaca Parisi antes de detallar su compromiso con la comunidad y su activa participación política y social en Rivadavia.

El hombre era oriundo de Buenos Aires, pero llegó al Este de Mendoza gracias a la participación de su padre en la campaña libertadora del Perú, como soldado del general José de San Martín y hombre de su confianza. Así como el prócer recibió tierras del departamento San Martín como premio a su defensa de la Patria, a Casimiro Recuero le dieron chacras de lo que hoy es el distrito La Reducción, en Rivadavia, donde después se asentaría su hijo Diógenes.

“Era una familia con cierto poder económico importante para la época”, dice el coordinador del museo además de relatar sus vínculos sociales. Uno de sus más cercanos fue, por ejemplo, Domingo D’Angelo, uno de los primeros boticarios del departamento y una de las personas vinculadas, tal vez indirectamente, al mito del Ánima Parada.

“Diógenes sufrió una enfermedad aparentemente terminal, no se sabe exactamente cuál, y D’Angelo le suministraba un medicamento que en teoría le iba generando una suerte de conservación en los órganos”, relata el historiador.

“Cuando abrieron su cajón, una de las cosas que descubrieron fue que el cuerpo estaba prácticamente momificado, no se había descompuesto, y muchos se lo atribuyen a esta medicación que él tomaba en vida”, continúa Parisi.

A esta situación relacionan el hecho de que, de alguna manera, se pueda explicar por qué el cuerpo de Diógenes Recuero se mantenía parado. Más allá de la veracidad de esta versión, lo cierto es que la leyenda del Ánima Parada ya trascendió los fundamentos empíricos y se sostiene en la creencia popular.

Mientras tanto, el alma parece descansar en paz y horizontalmente en el mausoleo que le trajo el reconocimiento que tanto la desveló.

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