Encuentro con aliens: el caso de dos mendocinos que dijeron recibir mensajes de extraterrestres

En septiembre de 1968, dos empleados del Casino (Peccinetti y Villegas) contaron haber sido abordados por cinco extraterrestres, quienes les transmitieron mensajes. El relato se convirtió en un caso de enorme difusión nacional e internacional. Lo recordamos en el Día Mundial del OVNI.

Encuentro con aliens: el caso de dos mendocinos que dijeron recibir mensajes de extraterrestres
Los mendocinos que dijeron tener un contacto con extraterrestres en Mendoza, en 1968.

Es probable que si hoy un par de muchachones que no llegan a los 30 años arriban a una comisaría de Mendoza para denunciar que acaban de ser abordados por una pandilla de extraterrestres, estos muchachos serían objetos de burlas e invitados a irse más rápido de lo que lo que una nave extraterrestre atraviesa el sistema solar. Sin embargo, 55 años atrás (con un país en dictadura y un mundo en guerra fría), la atención y el interés que despertaría ese relato sería muy distinto: y así sucedió.

Para quienes no lo sepan, en 1968 la Ciudad de Mendoza fue el epicentro de lo que Josef Allen Hynek llamaría pocos años más tarde un “encuentro cercano del tercer tipo”, esto es, el contacto directo con una nave extraterrestre y “seres animados”, por supuesto, venidos de otro planeta. El caso, protagonizado por Juan Carlos Peccinetti y Fernando “Nene” Villegas, dos empleados del Casino de Mendoza, resultó uno de los más espectaculares y difundidos encuentros supuestos con alienígenas, y derivó en la intervención de la Policía, de un juez, de la Comisión Nacional de Energía Atómica y de la Fuerza Aérea. Más de medio siglo más tarde, sigue fascinando.

Son tantos y tan atrapantes los sucesos principales ―tal como los contaron Peccinetti y Villegas, y como fueron divulgados por entonces― que bien merece la pena reproducirlos en un relato que, en principio, no tenga ambición de juzgar su veracidad. Para ello, hay que apelar a numerosas fuentes, incluidos los testimonios de los protagonistas.

Fernando Villegas (con la mano en el rostro) y Juan Carlos Peccinetti hablan con la prensa el día después del supuesto encuentro con aliens, en 1968. Foto del 1 de septiembre de ese año en Los Andes.
Fernando Villegas (con la mano en el rostro) y Juan Carlos Peccinetti hablan con la prensa el día después del supuesto encuentro con aliens, en 1968. Foto del 1 de septiembre de ese año en Los Andes.

Eran las 3.42 del sábado 31 de agosto de 1968 cuando Villegas, acompañado por su colega Peccinetti, manejaba su Whippet 1929 con carrocería de Chevrolet 1934. Era un auto ya muy viejo para esa época y le había deparado burlas al dueño, además de algunos problemas mecánicos: el día anterior había estado en un taller por un desperfecto, y el propio Peccinetti había intervenido para ayudarlo.

De pronto, cuando circulaban por la calle Neuquén de la Sexta Sección, en la Ciudad de Mendoza, poco antes de llegar a Laprida y frente a un baldío, el coche se detuvo. En ese momento, algunos dicen haber escuchado una explosión. Pronto, Villegas y Peccinetti se bajaron para revisar el motor, suponiendo que los problemas mecánicos no habían sido resueltos. Pero no tuvieron tiempo de comprobarlo: “Antes de levantar el capot quedaron inmovilizados, en presencia de cinco humanoides de un metro y medio de altura, poco más o menos. La penumbra y sus nervios impidieron a Peccinetti y Villegas tener una imagen clara de sus caras: sólo recuerdan que sus dos ojos brillaban con intensidad y que sus voluminosas cabezas no tenían pelos”, apunta un artículo de Los Andes (que entrevistó a los dos empleados del Casino y a las autoridades) en su edición del domingo 1 de septiembre.

El Andino, que también reflejó el caso, citó lo que dijo ver el dúo: “Cuando nos vimos rodeados por esos individuos, miramos hacia un costado y vimos, sobre un amplio baldío de la calle Neuquén (...), que estaba suspendido en el aire un ob­jeto lenticular de unos 5 metros de diámetro, del que salía por una abertura de unos 0,50 m. ubicada en su parte inferior, un potente haz de luz dirigido al suelo, con una inclinación de unos 45 grados. El ovni se mostraba como una masa opaca, en la que des­tacaba esa fuerte luz blanca, y estaba situado a 1,70 m. de altura como flotando en el espacio, a unos 30 metros de distancia de nosotros”.

Pero la cosa no terminó en la visión y en la extraña inmovilidad que sufrieron Peccinetti y Villegas. Y es que ambos, dijeron, comenzaron a recibir de manera telepática (aunque “en un castellano deficiente”) mensajes de los extraños seres. Primero, les dijeron repetidamente la frase “no temer, no temer”. Luego, contaron que esta era una parada de un largo viaje, que incluía “tres vueltas al sol”, en una misión antropológica que les había permitido aprender los diversos idiomas. También, les dijeron que “el sol alimenta bondadosamente el sistema”, que “las matemáticas son el idioma universal” y una oración unimembre tal como “dominio de la gravedad”.

Mientras decían eso, tres de los seres evidentemente no humanos, se acercaron al dúo de empleados para extraerles sangre del dedo índice de la mano izquierda. Y luego, los mensajes continuaron, esta vez de manera mucho más espectacular, si cabe. Uno de los “alienígenas” puso delante de ellos una pantalla redonda que, en tiempos de TV en blanco y negro, emitió imágenes en color. Como cuenta Los Andes, “en la pantalla de ‘una esfera brillante’, se pudo ver la sucesión de varias imágenes, entre ellas una corriente de agua, una cascada, una explosión atómica y la misma cascada completamente seca. Esta nueva versión de ‘El Aleph’, de Borges, propuso a los dos muchachos fáciles interpretaciones de tipo pacifista: la vida, la paz, detenidas o destruidas por una explosión, por la violencia, sería la más obvia”.

Como si tantos mensajes no fueran suficientes, Peccinetti y Villegas dijeron que, mientras ellos asistían a la función cinematográfico-telepática, vieron que salían chispas junto al coche, ya que otro de los seres se encargó de dejar un grafiti interestelar en la puerta de su auto. Otra vez Los Andes: “Las marcas resultantes son muy extrañas: semicírculos en los que algunas circunferencias están grabadas, recordando fugazmente la órbita de planetas; cruces; líneas paralelas; signos, en fin, de diverso tipo y que se prestan a complicadas explicaciones, ejercicio que los vecinos practicaron con entusiasmo”.

Terminado el diálogo, los empleados del Casino vieron que los tres seres que se acercaron a ellos se alejaron para subir a su nave, estacionada en el baldío, y se alejó a toda velocidad por el cielo mendocino.

Una historieta publicada en 1974 reflejó el caso Peccinetti-Villegas sucedido en 1968. Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.
Una historieta publicada en 1974 reflejó el caso Peccinetti-Villegas sucedido en 1968. Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.

Liberados de su congelamiento, los empleados corrieron espantados (Villegas fue mucho más veloz), llegaron hasta la guardia del Liceo Militar y denunciaron el hecho. Fueron trasladados a la Comisaría Sexta y de ahí, al Hospital Lagomaggiore. Se comprobó que no estaban alcoholizados, pero sí que sufrían un “cuadro de excitación psicomotriz y tres pequeñas punciones en pulpejos dedos índices y mayores mano izquierda”.

Lejos de que su caso fuera descartado o atribuido a una broma, lo que Peccinetti y Villegas narraron tuvo enorme repercusión. Por esos días habían aparecido varios “avistamientos” (los medios contaron que, en Dorrego, algunos vecinos dijeron ver ovnis), así que pronto todos los diarios de Mendoza y del país reflejaron el hecho y a los pocos días, los mendocinos viajaron a Buenos Aires para ser entrevistados por los diarios porteños y por el exitosísimo “Sábados circulares”, donde el conductor, Pipo Mancera, exhibió la puerta del auto por varios programas.

Portada de la revista Flying Saucer Review, que muestra una imagen de peritos que trabajaron en la puerta del auto de Villegas, contactado supuestamente junto con Peccinetti, por extraterrestres. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.
Portada de la revista Flying Saucer Review, que muestra una imagen de peritos que trabajaron en la puerta del auto de Villegas, contactado supuestamente junto con Peccinetti, por extraterrestres. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.

También hubo otros intervinientes. El periodista Miguel Títiro, en un artículo que repasaba el caso a 40 años de sucedido, decía en Los Andes: “Experiencia real, imaginada o fábula urdida, la Policía juntó evidencias y la Justicia se hizo cargo a través del juez de instrucción Jorge Marzari Céspedes (...). Hasta la Fuerza Aérea nombró un perito, tarea que recayó en el teniente Luis Cunietti, de 27 años”.

A esos actores se sumaron otros, como los miembros de un Centro de Investigaciones Espaciales que funcionaba en Mendoza, liderado por Victorio Corradi, Carmelo Rati y el abogado Ignacio Correa Llano, quien asumió como defensor de Peccinetti y Villegas cuando la Justicia, descartando muy rápido la hipótesis alienígena, empezó a sospechar “fines inconfesables” (palabras de Marzari Céspedes) detrás del complicado relato.

Alejandro Agostinelli, periodista de larga trayectoria y director de la colección La Marciana, publicada por el Centro de Investigaciones Fantásticas Editores (CIFE), investigó exhaustivamente el caso. De las muchas ocasiones en que escribió sobre él destaca el magnífico capítulo titulado “Mensaje de Ganímedes” en su libro Invasores (Sudamericana, 2009).

Para Agostinelli, “una de las razones por las que obtuvo tanta notoriedad fue porque los empleados consiguieron el permiso de las autoridades del Casino para viajar a Buenos Aires, donde fueron entrevistados por la televisión, la radio y los medios gráficos a lo largo de varios días. En 1968, la cuestión ovni venía debatiéndose acaloradamente”.

Para el también autor del blog Factor 302.4, este es uno de los casos más importantes en la historia OVNI del país: “Su importancia es notable: por más de cuatro décadas fue uno de los tres o cuatro casos más extensamente citados en la bibliografía especializada. Ahora podría haber dejado de tener importancia. Desde 2009, cuando se publicó Invasores, ningún ufólogo volvió a defender ni atacar el caso. Simplemente, dejó de existir. Perdón, Fabio Zerpa sí. Él siguió difundiendo el caso, publicando en sus libros la misma historia que escribió en 1975, sin tocar una sola coma”.

Ahora bien, ¿qué pasó con Peccinetti y Villegas luego de que los diarios y canales de TV abandonaran el caso? Muchas cosas, tantas que merecerían todo un libro. Villegas dejó de hablar del asunto por décadas: él, que había sido como el más susceptible e impresionado por todo, se alejó el tema y vivió una vida increíble, que incluyó un gran compromiso sindical que lo llevó a ser detenido por la dictadura. Falleció, no hace mucho, según le confirmaron a Títiro algunos allegados.

No menos cinematográfica fue la vida de Peccinetti: fue detenido al año siguiente por una estafa en la venta de unas aceitunas. Se fugó a Chile, donde la cosa empeoró. El 3 de noviembre de 1970, Los Andes informaba: “En Chile tres mendocinos mataron a un contador”. Entre los acusados estaba el intermediario de los aliens. Fue encarcelado, pero luego protagonizó una cinematográfica fuga. Como cuenta Agostinelli en su libro, posteriormente huyó a Mar del Plata, donde vivió con una identidad falsa por mucho tiempo.

El periodista contactó y entrevistó a Peccinetti y a Villegas, sin que en principio ninguno quisiera hablar extensamente del tema, pero sin negar la verdad de lo que dijeron haber vivido en aquel invierno de 1968.

En 2008, Títiro publicó la primera entrevista con Peccinetti en años. “Pero, en el último encuentro que tuvimos ―recuerda el colega―, en la sala de recepción del diario, me dijo sin preámbulos y de manera directa que ‘lo del ovni en la Sexta fue una broma’. Igual, él no quería hablar más de eso, sino que quería hacer una película sobre su fuga de la cárcel”.

El periodista Alejandro Agostinelli (derecha) entrevistó a Fernando Villegas en 2007, en Mendoza. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.
El periodista Alejandro Agostinelli (derecha) entrevistó a Fernando Villegas en 2007, en Mendoza. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.

Agostinelli dice creer también que lo del encuentro con aliens “fue una broma urdida entre ambos”, pero al mismo tiempo, afirma: “Realmente, creo que ese veredicto es el comentario menos interesante que puedo hacer sobre la historia. En plan de conjeturar, digamos que ambos no previeron que iba a ser tan grande el impacto de la noticia”. “Para mí ―se explaya― estudiar los colores de la madeja de estas historias, tratar de comprenderlas en su horma histórica y cultural, es más instructivo. Mucho más, incluso, que determinar si la historia es verdadera o falsa”.

El periodista Alejandro Agostinelli (izquierda) entrevistó a Juan Carlos Peccinetti en Mar del Plata, en 2008. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.
El periodista Alejandro Agostinelli (izquierda) entrevistó a Juan Carlos Peccinetti en Mar del Plata, en 2008. / Gentileza: archivo de Alejandro Agostinelli.

Sin embargo, Agostinelli tiene un dato más para aportar, que bien puede servir de cierre para los que siguen con la pregunta en la cabeza: “Cerca de 2011, la última vez que hablé con Peccinetti sobre la película que quería hacer sobre la fuga, grabé nuestra conversación. Bueno, no le avisé y admito que estuve mal. Juan Carlos falleció y nunca supe si corresponde o no difundir ese testimonio. Tengo un dilema ético ahí. En esa charla me confió que el ideólogo del caso fue Villegas. ‘Nené fue el genio’, dijo”.

Un genio de la fantasía, sin dudas, ya que ese encuentro con extraterrestres todavía persiste en la memoria de todos. Que haya sido falso es, como queda claro, lo que menos importa.

Planean una película

El guionista mendocino Gabriel Deputat acuna desde 2020 la idea de hacer una película sobre el caso Peccinetti-Villegas. “Al terminar la pandemia terminé el guion. Sigo adelante con esa idea, aunque por ahora resulta difícil encontrar un productor. Hay que darles tiempo a esas cosas”, reconoció.

“La superficie del caso la conocí de niño porque vivía cerca y mi viejo era creyente en el tema. Cuando me metí a fondo y vi la envergadura, me convencí de que merece un documental”, aseguró.

Lo importante para Deputat es la cantidad de intervinientes oficiales que participaron del caso. “Se articularon un montón de áreas del Estado y nunca se levantó el secreto de sumario. El juez nunca determinó nada, y creyó que era una broma de Peccinetti a Villegas, pero nunca lo acusó de nada”, agregó.

La gran difusión y la falta de explicaciones definitivas, además de la insistencia de los protagonistas en que todo fue real es lo que terminó decidiendo a Deputat por retratar en una película la historia. “Tiene ribetes que lo convierten en mito”, dijo, “más allá de la historia que ellos cuentan”.

La idea de Deputat es mezclar ficción y documental en un estilo “work in progress” (trabajo en proceso”), con testimonios reales y otros ficcionados.

¿Cuándo es el día del OVNI?

Por Alejandro Agostinelli

Desde el 24 de junio de 1947, cuando el empresario Kenneth Arnold observó desde su avión el vuelo a gran velocidad de nueve extraños objetos, los medios de difusión y los grupos y personas interesadas en el tema celebraron esa fecha como “el Día del OVNI”. Fue un acontecimiento importante: ese mismo día el periodista Bill Bequette bautizó a los objetos que vio el piloto como “platillos volantes” (no por su descripción sino por la forma en que se desplazaban). Y así se les llamó antes de que el oficial Edward J. Ruppelt, jefe del Proyecto Libro Azul de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, los rebautizara Unidentified Flying Object (UFO) u Objeto Volador No identificado (OVNI). Desde 1995, el llamado “incidente Roswell”, la supuesta caída de una nave alienígena en el desierto de Nuevo México el 2 de julio de 1947, cobró enorme notoriedad. A partir de ahí, la inmensa mayoría de los medios de EE.UU. adoptó ese día como “Día Internacional del OVNI”. El resto del mundo copió la tradición estadounidense. Como ocurre con tantas otras cosas, sin que casi nadie se dé cuenta.

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