Por primera vez, la inscripción de divorcios superó la de matrimonios en la Ciudad de Buenos Aires: mientras 4.480 parejas disolvieron su vínculo conyugal en 2020, solamente 3.861 se casaron, es decir que por cada separación hubo menos de un enlace, según datos suministrados por el ministerio de gobierno porteño a través del Registro Civil y Capacidad de las Personas.
Y si bien la tendencia desde 2005 es de dos matrimonios por cada divorcio, la inversión de sentido del cociente estadístico lejos está de evidenciar un abrupto cambio de comportamiento social sino que es consecuencia del cierre de los registros civiles entre los meses de abril y septiembre de 2020 para la celebración de enlaces -trámite que sólo admite la modalidad presencial-, mientras que los divorcios se siguieron resolviendo mediante audiencias por Zoom.
“En el año 2020 hubo una cantidad similar de divorcios que años anteriores, lo que cambió es que mucha gente no se casó porque no podía y en realidad lo que hubo fue una postergación forzada de los casamientos”, dijo a Télam el director general del Registro Civil porteño, Facundo Bargallo.
Es que entre abril y septiembre de 2020, prácticamente no hubo turnos para matrimonios, que estuvieron “suspendidos salvo casos de excepción”, ya sea por riesgo inminente de muerte o por contrato de trabajo en el extranjero.
Como consecuencia de esto “se nos juntó un stock de 8.000 matrimonios”, es decir, de turnos que normalmente se habrían otorgado a razón de 1.000 por mes y que en cuarentena se redujeron a no más de 150.
Pero además, sólo recién en los meses de marzo/abril se empezó a normalizar el ritmo porque “se iba abriendo, escalonadamente, una comuna al mes” y “fuimos recuperando personal de a poco, teniendo en cuenta que no había escuela” y muchos trabajadores estaban eximidos de volver a la presencialidad como población de riesgo.
“Hoy nosotros estamos ofreciendo y se están tomando, más matrimonios que en la prepandemia, unos 1.400 por mes. Incluso si hoy ponemos 3.000 matrimonios por mes, puede que nos lo tomen, porque hay mucha gente que viene atrasando la fecha”, dijo.
En cambio, la inscripción de divorcios “vienen por DEOX”, es decir, por el Sistema de Diligenciamiento Electrónico de Oficios a Organismos Externos establecido por la Corte Suprema de Justicia, “y cuando tribunales regularizaron su trabajo virtual, empezaron a llegar” las sentencias a medida que se popularizaban los divorcios por zoom.
“Lo que no es estrictamente presencial de alguna manera se recuperó (durante los meses de cuarentena), pero el matrimonio no se puede hacer de otra manera”, explicó.
Las estadísticas de divorcios y matrimonios civiles desde 1975 a la fecha, muestran que la sanción de la ley de divorcio vincular sí fue un parteaguas en el comportamiento de los porteños: hasta 1987, las separaciones personales (sin disolución del vínculo conyugal) representaban un 16 % -en promedio- de los matrimonios; pero a partir de 1987 -y luego de un boom inicial que se prolongó hasta 1989- los divorcios se estabilizaron en torno a un porcentaje que duplicó el anterior.
Así, entre 1990 y 2003, se inscribieron anualmente una cantidad de divorcios igual al 35% (promedio) de los matrimonios. Es decir que por cada separación, hubo tres parejas que se casaron.
“Eso muestra que hay leyes que llegan tarde a un reclamo social y el impacto se nota inmediatamente. En proporción es inmensa la diferencia entre cantidad de divorcios antes y después de 1987, y después en los años 90 los divorcios siguen duplicando a los que se producían antes de la ley”, dijo.
“Evidentemente hubo cambios culturales muy importantes y lo que venía deteniendo estas separaciones era el retraso normativo”, dijo.
Pero la cantidad de divorcios siguió aumentando en relación a los matrimonios y desde 2004 la relación es de solo dos casamientos por cada separación, es decir, los divorcios representan el 50% de los matrimonios de cada año.
Paralelamente fue creciendo mucho la tramitación de certificados de convivencia hasta superar largamente el número de matrimonios.
“Hay parejas que vienen por el matrimonio, otras por la unión convivencia y otras por el certificado de convivencia porque cada una va eligiendo la modalidad de formalización del vínculo en función de sus necesidades o creencias”, dijo.
El número de matrimonios propiamente dichos “viene bajando sensiblemente desde fines de los ’70 y hoy estamos en la mitad (de casamientos) que hace 50 años atrás”, al punto de ser “duplicados” en cantidad por los certificados de convivencia, que es un trámite que “no genera una partida” y en caso que se termine ni siquiera hay que comunicarlo al registro.
“Pre pandemia, se tramitaban unos 25 mil certificados de convivencia al año mientras los matrimonios son unos 12 mil. Es es un cambio muy notorio y creo que tiene que ver con que las leyes han ido ampliando o equiparando derechos”, dijo.
Las estadísticas muestran que 1988 fue el año en que se registraron mayor cantidad de divorcios de la serie (18.112) -lo que es previsible en función de la demanda atrasada- pero también fue el año en que más casamientos se celebraron (27.496), lo que hace prever que muchos de esos cónyuges formaron parte de las 31.168 parejas que se disolvieron entre ese año y mediados de 1987, cuando se sancionó la ley de divorcio vincular.
Por otro lado, el promedio de duración del matrimonio entre personas divorciadas desde 1975 es de 20 años; y los divorcios se producen mayoritariamente en el grupo etario de entre 40 y 49 años (43% de las mujeres y 39% de los hombres) o en el de 30 a 39 años (30.6% de las mujeres y 24.6% de los hombres).
En cuanto a los matrimonios igualitarios, entre 2015 y mayo de este año se celebraron 3.060 bodas entre parejas homosexuales; y en el mismo período hubo solamente 88 divorcios, lo que representa un 2.87% del total de uniones registradas en los últimos 6 años.