Antes que nada, debemos tener en cuenta que no es simplemente un complemento de la salud física; es su eje fundamental. Tal es así que, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el 34% de las enfermedades en la región están relacionadas con la salud mental.
Podríamos definirla como un estado de bienestar que nos permite llevar a cabo nuestras actividades diarias, enfrentar el estrés con resiliencia, trabajar de manera productiva, tomar decisiones fundamentadas, establecer relaciones significativas y dar forma al mundo que nos rodea. Y absolutamente todos, sin distinción, podemos atravesar momentos de dificultad mental, que pueden variar en duración e intensidad, como así también requerir diversas formas de acompañamiento, cuidado y atención.
Hay tres grandes obstáculos que podrían impedir a una persona buscar ayuda psicológica:
El primero es la negación. No admitir que algo anda mal es la respuesta más común cuando enfrentamos situaciones que nos generan malestar o incertidumbre. Sin embargo, es importante reconocer la existencia de un problema para poder buscar soluciones y mejorar la calidad de vida.
El segundo lugar, el estigma social. Es el temor a ser juzgados como “anormales” por reconocer la necesidad de ayuda. Este enfoque, en última instancia, podría empeorar la condición de una persona. Por eso, es importante dejar en claro que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía y autocompasión.
Finalmente, las barreras logísticas y geográficas. Para muchas personas podría ser inaccesible la atención de un profesional idóneo. Por eso, en Prevención Salud proporcionamos servicios accesibles y recursos informativos que respalden la salud mental de nuestros afiliados.
Ya hemos visto, entonces, que no debemos temer discutir nuestras luchas internas ni subestimar la importancia de buscar ayuda profesional cuando sea necesario; ya que nuestro bienestar emocional merece la misma consideración que cualquier otra parte de nuestro cuerpo.
Sumado a esto, es vital detenernos un momento en el día para reflexionar sobre nuestras emociones y cómo reaccionamos ante ellas. Desarrollar un sentido y propósito en la vida, mantener una actitud positiva, practicar la gratitud y cuidar nuestra salud física son inversiones en nuestro bienestar a largo plazo. Asimismo, en un mundo cada vez más digitalizado, no debemos soslayar el poder de las relaciones humanas auténticas. Además, la meditación y las técnicas de relajación son herramientas valiosas para calmar la mente y encontrar equilibrio.
En conclusión, esta fecha nos invita a comprometernos con el cuidado de nuestra salud mental, y también a fomentar un entorno de apoyo y comprensión en nuestras familias y lugares de trabajo. Juntos, podemos hacer una diferencia en la sociedad.
*El autor es psicólogo de Prevención Salud.