Nuestra inflación indominable: inoperancia de Massa

Me propongo demostrar que existe una sola causa de inflación que nos ha destruido y sigue destruyéndonos como país durante las últimas décadas. Y que el populismo no solo no puede resolver este problema sino que tampoco lo quiere.

Nuestra inflación indominable: inoperancia de Massa. / Foto: Gentileza
Nuestra inflación indominable: inoperancia de Massa. / Foto: Gentileza

La inflación es un fenómeno monetario y no existe ninguna otra circunstancia que la cause. El populismo que nos gobierna intenta introducir con su relato una “multicausalidad” porque así justifica los “precios cuidados, precios justos, precios máximos, malos empresarios especuladores formadores de precios, poder económico concentrado” y otras falsas causales. De esta forma persiste la demagogia al engañar al pueblo colocándole dinero en el bolsillo emitido sin respaldo, planes sociales, subvenciones, mayor consumo y otras argucias que permitan el voto incondicional a “Cristina eterna” y ahora al “clamor por Cristina presidente” en 2023. La mala o falta de educación induce a que el pueblo reclame y vote a Cristina, como la única que puede hacerlo feliz y resolver sus problemas.

Me propongo demostrar que existe una sola causa de inflación que nos ha destruido y sigue destruyéndonos como país durante las últimas décadas. Y que el populismo no solo no puede resolver este problema sino que tampoco lo quiere.

El déficit fiscal que padecemos es producto de las pésimas administraciones sucesivas desde hace ocho décadas. Los gobiernos gastan más de lo que ingresa y este déficit, que no lo pueden manejar con inversiones, producción y crecimiento porque con los impuestos asfixiantes y pésimas políticas lo impiden, lo sustituyen con emisión monetaria que desvaloriza el dinero y provoca inflación. Conocen este fenómeno macro económico y crean un sustituto más pernicioso.

Carecemos de reservas internacionales en especial de dólares, nuestro riesgo país asciende a 2.500, no tenemos ni los países nos dan crédito internacional y aconsejan a sus empresarios no invertir en Argentina porque es de alto riesgo. Por ello la única “solución” es la emisión sin respaldo que produce inflación. Pero ahora sustituyen parcialmente la creación de dinero desvalorizado por otras maniobras monetarias: letras del Banco Central (BCRA).

El BCRA emite letras que licita, antes entre particulares y bancos con las Lebac, Letras del Banco Central, y ahora entre bancos solamente, con Leliq, Letras de Liquidación, para absorber y retirar el dinero en exceso del circulante. El gobierno monetiza el déficit fiscal pagando a sus acreedores con emisión, que ingresa a plaza en enormes cantidades y que se deposita en los bancos.

Para no emitir, se crean letras que se licitan entre bancos pagadas con plazos fijos y demás inversiones inmovilizadas y así intentan bajar la inflación. Este procedimiento ha creado una nueva deuda pública, esta vez interna, con moneda local. Con Leliq y Lebac los bancos han acumulado acreencias cuantiosas contra el Estado. A fines de 2022 los bancos poseían $ 10,1 billones, diez millones de millones que le refinancian al Estado mediante el pago de cuantiosos intereses, que son colocados y engrosan los plazos fijos e inversiones particulares, para seguir la ronda de más deuda y mayor inflación.

Banco Central de la República Argentina.
Banco Central de la República Argentina.

Así tenemos que los bancos pagan intereses de más del 100% a los inversores cuyos dineros inmovilizados los prestan al Estado a intereses más superiores aún. ¿Cómo mantiene el gobierno esta masa creciente de dinero? Eximiéndola de impuestos. De vez en cuando uno o varios legisladores proponen una ley castigando a los capitales financieros con impuestos en nombre de la patria y de la justicia distributiva y el gobierno instruye a sus propios congresistas para no tratar el proyecto o llanamente rechazarlo. Si se lograra la sanción de esa ley de inmediato los capitales financieros huirían al dólar o euro y el gobierno se quedaría sin financiamiento.

Ante el fracaso del ex ministro Guzmán y sus antecesores, Alberto Fernández designó a Sergio Massa para manejar la economía del país. Por supuesto éste, interesado en escalar posiciones para presentar su candidatura a la Presidencia en este 2023, aceptó de inmediato. Como no ha implementado las medidas correctas no ha podido bajar la inflación, ha recurrido a lo que llama “precios justos”, otro nombre para lo mismo: precios máximos, precios convenidos, precios cuidados.

La oposición recita que hay que terminar con la inflación pero no dice cómo. Los únicos que exponen sus planes al respecto son Javier Milei y José Luis Espert, políticos de derecha que el populismo rechaza por ser liberales y por tanto, nazis y fascistas.

A modo de síntesis debo decir que éste o cualesquier otro gobierno populista no tiene soluciones para terminar con los graves problemas que nos afectan. Y si las conocen no quieren adoptarlas porque van contra su propia esencia, contra su ADN. La inflación les permite disponer de grandes cantidades de dinero inflado y falso, para ejercer su demagogia y así perdurar en el poder y gozar de los privilegios que todos conocemos y algunos, de negociados que los enriquecen y multiplican geométricamente sus patrimonios.

Solo se habla de la deuda externa porque ésta por su importancia, es inocultable. Pero no de la deuda interna que mediante las refinanciaciones obligadas por el Banco Central pueden extenderse en el tiempo. Pero esto impone una preocupación mayor. Si se quiere hacer perdurar hasta el próximo gobierno del 10 de diciembre de 2023, en el supuesto probable que no sea populista, éste tendrá que desarmar esta bomba de tiempo y la pregunta obligada es si podrá hacerlo. Es que estará obligado porque no puede coexistir esta enorme inflación con un gobierno serio decidido a terminar con este flagelo.

Si el Banco Central tuviera que pagar a los bancos las leliq ingresarían billones con una super hiper inflación.

Un futuro sin inflación y sin riesgo país nos colocará entre las naciones del primer mundo, en el que estuvimos hace cien años y del que nunca debimos salir. Pero también se necesita un cambio de mentalidad y para ello la herramienta indispensable es la educación permanente y en todos los estratos sociales. El populismo no hará nada de esto.

*El autor es doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales.

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