El escenario de tercios para las elecciones de este año desvela a muchos protagonistas de las campañas. Para algunos es motivo de orgullo pertenecer a ese abanico de opciones electorales y para otros, como es el caso del peronismo, una realidad impensada, molesta.
Ya sorprendió Cristina de Kirchner en su reciente participación televisiva al admitir que, en el plano nacional, su espacio político necesita consolidarse por ser justamente uno de esos tercios; la premisa es entrar en un eventual balotaje. Es decir, el Frente de Todos tiene que ser por lo menos segundo en las presidenciales de octubre para mantener la ilusión de retener el poder. Una realidad difícil de imaginar para muchísimos justicialistas.
Sin embargo, al PJ le pasa lo mismo en esta provincia. Saben sus dirigentes que la división producida en Cambia Mendoza los afecta mucho, alejándolos de esa posibilidad de “pasar por el medio”, entre cornejistas y demarchistas, camino a la Gobernación. Un anhelo por el momento frustrado. Hay algo inocultable: carga el peronismo mendocino con los desaciertos de un gobierno nacional casi en desintegración luego de haber sumergido a los argentinos en una situación social y económica tremendamente complicada.
Por todo ello, el kirchnerismo local también debería aceptar el reto de Cristina Kirchner. La diferencia es que en nuestra provincia no hay balotaje y, por lo tanto, gana el que más votos obtiene en la única elección, que será en setiembre. De modo que las PASO, para las que faltan sólo 21 días, es probable que marquen una tendencia y hasta se constituyan en una suerte de primera vuelta. En efecto, no sorprendería que los dos precandidatos más votados ese día sean los llamados a dirimir la sucesión de Suárez en la elección final.
Al kirchnerismo mendocino le duele que en el terreno político se llegue a considerar al nuevo armado político de De Marchi como la principal oposición al radicalismo de Cornejo y Suárez. Curiosamente, los inquieta tanto como a los radicales cercanos al candidato a gobernador le vengan con que la principal oposición a su candidatura pasó a ser La Unión Mendocina de De Marchi. Es un asunto que tensa día a día un poco más la relación entre Cambia Mendoza y La Unión Mendocina. Posiblemente el pico de tensión entre las partes se registre ahora en Las Heras, donde al cornejismo le sigue costando mucho digerir la partida de Orozco. Dicen que el ámbito municipal es el principal escenario de la contienda. Como ya se ha comentado, se trata de un departamento clave para cualquier pretensión de triunfo.
Las encuestas van y vienen en las mesas de café de los políticos. Por el lado del oficialismo, algunos muestran números que indican una holgada diferencia a favor de la fórmula que encabeza Cornejo. Sin embargo, en las cercanías del candidato a gobernador son cautelosos, tienen otros indicadores: reconocen una ventaja a favor del actual senador nacional, pero como para no entusiasmarse antes de tiempo. En todos los casos, la fórmula de Cambia Mendoza aventaja a la de De Marchi. El peronismo, tercero.
Como se puede deducir, las expectativas son compartidas. En el sector de De Marchi hay lógica ansiedad por un debut electoral que puede marcar el rumbo de La Unión Mendocina más allá de las elecciones. La apuesta al triunfo es muy grande y más aún por el incentivo que supone salir a poner un freno al dominio político de Cornejo durante los últimos años. Es algo que une a la dirigencia del espacio y que, al menos por el momento, deja en un segundo plano, para otra oportunidad, diferencias que puedan surgir en aspectos puntuales. Un ejemplo, la siempre controversial legislación minera.
Por el lado del PJ, les cuesta a muchos admitir que hay posibilidades de un tercer puesto en la provincia. Aquí no está instalado el fenómeno de Milei a nivel provincial (sigue midiendo muy bien como candidato presidencial), pero es indudable que el surgimiento de La Unión Mendocina puede direccionar votos de muchos peronistas desencantados, o bien cansados del kirchnerismo, como también de aquellos votantes que no se resignan a que el radicalismo sea la principal o única opción al peronismo. Esa “estirpe” conservadora que muchos dicen que subsiste en Mendoza.
¿Y en Cambia Mendoza? El oficialismo se aferra al liderazgo indudable de Alfredo Cornejo y espera que en lo que queda de la gestión no surjan mayores inconvenientes para el tramo final de Rodolfo Suárez en la Gobernación.
De todos modos, como se señalaba en un párrafo anterior, Cornejo, como obsesivo de los números, está pendiente del día a día en materia de encuestas. Dicen quienes más lo frecuentan que atraviesa por un estado de cautela que probablemente disminuya en los tramos finales hacia las primarias. Pero siempre atento a las consultas que encarga, en las que confía a ciegas.
Esos sondeos le indican al candidato que si el justicialismo no retiene el segundo lugar en las elecciones del 11 de junio no habría que descartar una fuga de votos hacia otras opciones, con principal atención en la corriente de De Marchi.
Especulaciones cuando se acerca el tramo final de la primera campaña electoral del año. Primarias con sensación de primera vuelta, como suele ocurrir en Mendoza.