Manes, Máximo, Milei y la confusión de conceptos

Entre los que confunden y engañan con los conceptos están los que se apoderaron de la palabra “progresismo” de una manera que horrorizaría a quienes adscribieron históricamente a esa corriente de raigambre liberal.

Manes, Máximo, Milei y la confusión de conceptos
Facundo Manes

Las declaraciones del diputado Facundo Manes han provocado disgusto en seguidores de la coalición opositora por criticar al ex presidente Macri.

En los partidos y más en las coaliciones son naturales las diferencias de opinión. Sin embargo hay algo grave en los dichos del conocido charlista recién llegado a la política nacional y es la confusión en los conceptos al igualar con ligereza a Cristina Fernández con Mauricio Macri.

La diferencia es enorme. Cristina Fernández descree del sistema institucional vigente de limitación de los gobiernos con la independencia y equilibrio de los poderes. Lo ha expresado sin dejar dudas y sus embestidas a la justicia, lo ratifican día a día. Macri no cuestiona el sistema constitucional ni el consenso democrático logrado en los 80 y ratificado con la reforma constitucional de 1994 votada por unanimidad, por lo que hay entre ambos una diferencia notoria.

La Argentina tiene problemas antiguos y muy graves para que hablemos con frivolidad de cuestiones que hacen a la convivencia social y la solución de los problemas argentinos, que afectan cada vez más a las nuevas generaciones y fomentan el descreimiento en el sistema.

El discurso del diputado Máximo Kirchner, en Morón, es otro ejemplo de confusión, o tal vez de su profunda ignorancia, como muestran sus palabras. Dice “Arrodillarse ante las cerealeras para que liquiden lo que producen en nuestro suelo y que es parte de la riqueza y los bienes naturales de nuestra patria”. Vemos dos confusiones o ´probablemente por ignorancia: las retenciones y el atraso cambiario afectan a los productores no a las cerealeras, lo que no explica el heredero de una fortuna mal habida, es porque un productor argentino debe percibir menos de la mitad de su colega uruguayo, paraguayo o brasileño por su trabajo. “Parte de la riqueza y los bienes naturales de nuestra patria”, esto suena en parte a desconocer la propiedad privada y además, ignora cómo se produce, repitiendo el lugar común de que en la Argentina se tira la semilla y crece. Hace recordar cuando la madre en el 2008 hablaba del “yuyo”.

Hay ciertos grupos que detestan a la ex presidente pero se entusiasman con Trump, sin entender que ambos comparten la aversión a las instituciones democráticas que impiden los hegemonismos y el uso patrimonial del poder. Trump, Putin, Chávez, Cristina, Le Pen, los de Vox, son parte de la cofradía que pretende terminar con las instituciones que florecieron a partir de la ilustración y que fueron una de las causas que provocaron el fenomenal salto delante de la humanidad desde hace poco más de dos siglos.

Otro ejemplo de confusión lo tenemos en Javier Milei, quien dice representar una corriente liberal pero en en el exterior se junta con los restos del franquismo falangista, el trumpismo golpista y los amigos de Putin.

Es más grave que estos personajes surjan en Occidente donde tuvo lugar el proceso iniciado con el renacimiento, la reforma y contrarreforma, los descubrimientos, Milton, Locke, la revolución gloriosa de 1688 y la ilustración. Procesos que no tuvo Rusia y que explican su atraso.

Otros que usan, confunden y engañan con los conceptos son los que se apoderaron de la palabra progresista de manera que horrorizaría a quienes adscribieron históricamente a esa corriente de raigambre liberal y que buscaba profundizar la implementación de políticas que consolidaran la libertad y buscaran mayores niveles de igualdad.

Los que usurpan el progresismo ahora respaldan autocracias dinásticas y patrimonialistas, algunas en provincias argentinas, otros que imperan en la región.

En ese sentido es llamativa la confusión de organismos de derechos humanos que dejan de lado esos principios para usarlos de modo faccioso, en el caso argentino solo para ocuparse de los derechos humanos de quienes militaron para instalar una dictadura y en otros lados negándose a condenarlos como muestran las votaciones de nuestras representantes en organismos internacionales.

La Argentina desde 1983 hizo de la defensa de los derechos humanos en el país y en la región una política de Estado con amplio consenso y que le dio prestigio en el exterior, disimulando otras falencias, cada vez más acentuadas en nuestra política internacional. No es cierto que aplique los principios de No intervención pues las injerencias en la política interna de países hermanos gobernados por partidos sin afinidad con el gobierno han sido constantes y provocado conflictos.

Cuando no hay ideas claras ni principios firmes las consecuencias son la confusión de los conceptos, verdadera torre de babel como la de las palabras que relata la biblia.

* El autor es miembro de número de la Academia Argentina de la Historia.

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