Hace no demasiados meses atrás, Alfredo Cornejo deshojaba la margarita a fin de decidir entre ser presidente provisional del primer senado nacional no peronista desde 1983 si aceptaba la vicepresidencia que la ofrecía la entonces segura presidenta Patricia Bullrich, u optar por su reelección a gobernador para de ese modo imitar a Emilio_Civit y llegar o rozar los dos tercios de las mayorías legislativas provinciales. Todo era esplendor.
Lo que ocurrió en la realidad fue mucho más gris aunque le permitió salvarse en su ínsula cuyana de la debacle nacional. Pero le costó horrores, sin dos tercios ni mucho menos. Apenas con lo justo. Y apoyando a una Patricia Bullrich que arrastró al radicalismo mendocino casi a las catacumbas: en la primera vuelta nacional el peronismo, en su peor momento. casi empata con la boleta de Bullrich y los diputados de Cornejo. En tanto, Milei arrasó en las PASO y las primarias. Y Cornejo no pudo escapar al estigma de las reelecciones que no gustan en Mendoza aunque sean discontinuas. Ganó, pero con sabor a poco.
Y ahora vuelve a intentar, asegurado a duras penas el pago chico, un destino nacional frente a la debacle cambiemita. Es el más liberal de los radicales, pero su límite es Macri. La alianza Macri-Milei aunque siempre supo que estaba en los planes del líder del PRO, hoy por hoy no lo contiene a él. Al menos todavía porque los vientos corren muy rápido. Pero tampoco simpatiza con Massa como el jujeño Morales, quien nunca tragó a Macri ni Macri lo tragó a él.
En fin, una catástrofe como la del domingo será muy difícil de superar frente a tanta precariedad aliancista, algo que le deja libre las puertas al Mauri para empezar a concretar el sueño por el que viene trabajando hace ya mucho tiempo: un nuevo JxC con gran parte del PRO, muy pocos radicales y sin Lilita que ya lo hartó. Vale decir, sin ningún “socialdemócrata”, eso a los que su nuevo socio en ciernes llama desde ratas inmundas a zurdos de mierda, mientras sigue despreciando a Alfonsín (se ve que en el acuerdo Bullrich-Milei de eso ni se habló, a ninguna de las partes le importó y eso que estuvo hasta el radical Petri) de una manera ofensiva para la democracia de la cual el gran don Raúl fue su padre fundador.
A su vez, con un oportunismo lindando con la maldad los canales massistas se la pasan trasmitiendo infinidad de veces el discurso electoral de Alfonsín de 1983 donde éste recitaba el preámbulo de la Constitución. Y le dicen a los radicales: ¿Ustedes van a votar a un tipo que en su casa tiene una bolsa de boxeo con la cara de Alfonsín y la trompea todos los días? Es que Massa necesita votos radicales o cuando menos votos prescindentes.
Pero a pesar de eso, Milei no tiene el menor empacho en seguir puteando radichetas. Y hasta al más radicheta de los del PRO, el “rata” Larreta al que ahora la Pato critica por no querer votar al que le dijo rata inmunda y no se arrepintió como se arrepintió de haberle dicho montonera asesina a ella. La ambulancia de Milei recoge todo lo que anda suelto menos radicales. Y Massa se ríe a carcajadas al ver cómo lo ayudan las divisiones opositoras. A los radicales no los quiere con él (aunque algunos radicales quieran estar con él) sino para que sigan dividiéndose en JxC con Morales echando a Macri y Bullrich de JxC, y Patricia lapidando a Morales (y hasta a Larreta) hablando en nombre de los 6 millones de votos que dice sacó ella y que ahora pone a disposición del libertario.
Entonces, frente a esos radicales a los que nadie quiere (radicales que a esta altura no quieren mucho más que los quieran un poquito), Cornejo trata de ver si puede hacer sobrevivir a JxC cambiando de conducción.
Con lógica (pero con lógica demasiado racional para un país en uno de sus momentos de mayor irracionalidad de su historia), supone que habiendo perdido todos los referentes nacionales de JxC, los únicos con capacidad de liderar son los gobernadores que ganaron en sus provincias. Y para salvar a la coalición sugiere declarar la neutralidad, o sea no votar ni a uno ni a otro. O al menos no decirlo públicamente. Aunque, en realidad, ¿a alguien puede importarle a quiénes votan o sugieren votar los que no entraron al balotaje? Si no les importa la opinión de los que ganaron, menos importa la de los que perdieron.
Cornejo cree que la conducción nacional de JxC debe ser de los que revalidaron sus títulos en las urnas y no de los que la perdieron. Y que más vale preservar la unidad que optar institucionalmente por uno u otro candidato, porque al optar públicamente la alianza casi seguro se parte. Aunque a esta altura parece que se parte opten o no opten públicamente.
Sin embargo, Cornejo formalmente lo logró: juntó a los gobernadores en una mesa y aceptaron lo que él quería que aceptaran. Lástima que este país sigue siendo el más centralista de los países federales y a nadie le importó la reunión. Hasta Bullrich, con una risa de picardía bastante malsana, sostuvo que ya había hablado con muchos de los gobernadores y que aunque en la reunión dijeran lo contrario, estaban con ella. Y eso lo decía en el mismo momento que se abrazaba con Milei sintiéndose ambos la reencarnación de abrazo Perón-Balbín (y conste que no me burlo, no lo digo yo, lo dijo ella, y hasta lo hizo mejor, o cuando menos más rápido, porque logró en dos días un abrazo que a Perón y Balbín les costó dos décadas).
En tanto Cornejo atajaba penales en los dos arcos, se distanciaba de la Pato por el apoyo a Milei pero lo retaba a Gerardo Morales por querer echar a la Pato y al Mauri de JxC. Lástima que a nadie le importaba lo que dijeran diez gobernadores con poder local pero nada del nacional. Lo único que importaba era el nuevo abrazo histórico de las reencarnaciones de Perón y Balbín. Es que tratar de construir algo de institucionalidad en el país del voto bronca y del voto miedo es lo mismo que arar en el mar. Acá se trata de optar por el voto bronca o por el voto miedo y si esas son las dos únicas opciones posibles no es criticable que cada cual vaya para un lado o para el otro según lo que le parezca mejor o, más bien, contra lo que le parezca peor. Tenemos el país que tenemos no el que queremos. Y si hay que elegir habrá que elegir.
Pero igual sigue siendo una pena que en esa selva electoral los radicales no les importen a nadie pese a ser casi los únicos que ganaron algo dentro de la debacle monumental de JxC. Los que han ocupado el centro de la escena, sólo los ven como tibios a los que dios vomitará. Mientras tanto, los pobres radichetas se preguntan: ¿qué hemos hecho para merecer esto? Y comienzan a buscar nuevos caminos (allá lejos ven a Schiaretti) ahora que sus socios los cambiaron por Milei y los peronistas solo los quieren para dividir a sus rivales.
Mientras tanto JxC, la única alternativa que combatió al kirchnerismo durante su hegemonía, parece irse con él. Vienen nuevos tiempos y nuevos líderes, ni tibios pro-radicales ni progres aburridos. Ni tampoco Perón y Balbín. Una nueva era en la que reencarna Menem por dos. Primero, en un aspirante a mesías que lo admira. Y segundo, en un peronismo que se cansó de que los hicieran bajar tantas veces de Sierra Maestra que ahora votará unificado a un nuevo Isidorito Cañones que les propone vivir la vida loca así pueden gastar sin complejos los ahorros que fueron acumulando mientras hacían la revolución.